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Alto el fuego, Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, LPR, Minsk, Ucrania

«Ahora hay silencio aquí, ¿pero cuánto va a durar?»

Artículo Original: Antifashist (Primera Parte)

Trudovsky, una generación de guerra

En los seis años que ha cumplido ya la guerra en Donbass, se ha formado una generación de niños que han nacido y que no saben que existe la vida en paz, las tardes de silencio, las viviendas sin daños por los proyectiles, que en el cielo no solo vuelan las bombas sino también los aviones y cuyos juguetes son los restos de metralla que han dejado los proyectiles ucranianos que han explotado en sus jardines.

Maxim, de tres años, nació en plena guerra. Es feliz cuando come dulces y le encanta tener chocolate por toda la cara, pero sus ojos no son los de un niño. Su madre, Angela, dice que pese a que el niño ha vivido siempre en guerra y no sabe absolutamente nada de la vida en paz o en silencio, Maxim tiene, por instinto, mucho miedo de los bombardeos. “Le enseñamos a ir al baño hace mucho tiempo, se levanta solo incluso por la noche. Cuando no hay bombardeos, todo está bien. Pero cuando empiezan los bombardeos por la tarde y nos golpean por la noche, su cama siempre está mojada por la mañana. Tiene miedo y eso tiene consecuencias”, explica.

Una tarde, durante la tregua, decidió restablecer el orden en la huerta. “Maxim estaba en la guardería y decidí hacer algo de siembra. Salí de la cocina de verano y las balas empezaron a pasarme por encima de la cabeza. Se me cayó la manguera de las manos, corrí a casa y no volví a salir. Se pasaron casi todo el día disparando”.

Vivir bajo el miedo y el estrés de un bombardeo sin fin tiene consecuencias: el año pasado, a Angela le diagnosticaron una enfermedad grave. Necesitaba una operación urgente, pero no tenía dinero. Su madre había sido operada el día anterior y los pocos ahorros de la familia se habían ido en eso. El salario de Angela, dependienta en la tienda de Trudovsky, es bajo.

Angela recibe habitualmente la ayuda del voluntario de Donetsk Andrey Lysenko, que en esta ocasión tampoco le ha dejado sola con sus problemas. Con ayuda de otros compañeros, Andrey consiguió rápidamente recaudar el dinero necesario para la operación y la rehabilitación. Eso la salvó. Esta historia tiene un final feliz, Angela está sana de nuevo. Ahora sueña con que la paz sea permanente, completa y para siempre. Quiere que su hijo aprenda por fin cómo es vivir sin bombardeos diarios y con miedo perpetuo.

Rada y Sveta

Sveta nació en diciembre de 2014 en un viejo cobertizo alquilado en la localidad de Trudovsky. Rada, su madre, explica que su casa fue destruida por los bombardeos ucranianos en el verano de 2014. Su marido y ella, que vivían con su hijo mayor, alquilaron a una mujer de 88 años y su nieta de 48 un cobertizo en una calle cercana. Los ataques de artillería no cesaban y cuando Rada se puso de parto, la ambulancia simplemente no pudo llegar hasta allí. Rada dio a luz a Sveta en casa y su marido cortó el cordón umbilical. La ambulancia no consiguió llegar hasta allí y llevar a la mujer y a la recién nacida al hospital hasta que no cesó el bombardeo.

Todo empeoró dos meses después. En un ataque, a consecuencia de un ataque directo, la casa de la dueña quedó completamente destruida y la mujer y su nieta murieron en el acto. Rada y Sveta, que entonces apenas tenía dos meses, consiguieron sobrevivir escondiéndose en el sótano del cobertizo, pero tuvieron que ver escenas terribles cuando salieron de allí.

Los restos de la casa destruida siguen ahí, en el patio, un constante recuerdo de la pesadilla de aquel día. Los familiares de las mujeres fallecidas permitieron que Rada, su marido y los niños se quedaran en el cobertizo y que vivan allí todo el tiempo que lo necesiten. Desde entonces, las bombas han caído repetidamente en la huerta, han destrozado las ventanas, han dañado las puertas, han destruido el tejado y la metralla ha dañado las paredes. Recientemente han tenido un nuevo impacto, y los restos del proyectil siguen en el patio. La pequeña Sveta a veces juega con ellos.

“Ahora hay silencio aquí”, dice Rada. “¿Pero cuánto va a durar? ¿Cuántas treguas ha habido ya?”

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