Los deseos de la diplomacia

Estos días, la prensa ucraniana se ha hecho eco de las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, que, como jefe de la diplomacia, parece preocupado por las opciones culturales que eligen los ciudadanos y los medios del país. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones -por ejemplo, cuando los ucranianos han recordado el cumpleaños del cantante soviético Vladimir Visotsky o han cantado canciones de Viktor Tsoi-, las autoridades ucranianas se lamentan una vez más de que la ruptura con el pasado soviético no sea completa. Aunque la semana pasada Petro Poroshenko volvía a utilizar su frase favorita, la que afirma que sus últimos actos suponen la ruptura definitiva con el yugo soviético, la realidad sigue desmintiendo a los deseos de las autoridades ucranianas.

Triste por la emisión de películas soviéticas en la televisión ucraniana a pesar de los repetidos intentos de promocionar producción ucraniana y eliminar completamente productos culturales rusos y soviéticos, Klimkin mostró sus deseos para este 2019 recién estrenado: que los ucranianos sean menos soviéticos. Por el momento, los deseos se han topado con la tozuda realidad de que la población ucraniana no desea romper con su pasado ni con su cultura, así que Klimkin propone también medidas que dificulten las comunicaciones, en este caso personales, entre los ucranianos y los rusos. A falta de ese gran muro que prometió Yatseniuk, Klimkin propone prohibiciones.

El sueño de Klimkin

Artículo Original: Komsomolskaya Pravda

El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania afirmó en una entrevista concedida al canal ucraniano 1+1 que “la filtración de rusos en la frontera debería mantenerse siempre. En otras palabras, Klimkin propone que se mantenga de forma permanente la prohibición de entrada a Ucrania a los hombres rusos con edades comprendidas entre los 16 y 60 años que las autoridades ucranianas impusieron durante el estado de excepción vigente entre el 26 de noviembre y el 26 de diciembre de 2018. “Creo que la filtración es una medida muy correcta, muy inteligente, que se debe mantener siempre”, afirmó Klimkin. “¿Para qué si no recogemos datos biométricos de los rusos?”

Es cierto que el diplomático ucraniano no especificó exactamente cuál es el daño que los turistas rusos han hecho a las autoridades de Kiev en estos cinco años. Pero parecería que los hombres rusos son los que han impedido que se construya un próspero Estado europeo en la Ucrania post-Maidan en los últimos cinco años. Con su ausencia, todo estará arreglado. Klimkin también prefirió no mencionar el hecho conocido de que el número de ciudadanos de Ucrania que se han marchado a trabajar a Rusia es mucho más alto que el de rusos que han viajado en dirección opuesta.

Mientras tanto, es evidente que si los sueños de Klimkin se hacen realidad, quienes sufrirán principalmente serán las familias ucranianas con familiares en Rusia [algo muy común especialmente en el este de Ucrania, donde la frontera no había supuesto hasta ahora un impedimento para las familias], aunque también algunos de nuestros activistas liberales, que se ganan un buen sueldo fomentando sus ideas en Kiev.

Los politólogos opinan que la prohibición de entrada a los hombres rusos responde a que para Kiev era complicado crear la imagen de enemigo a Rusia cuando quienes llegaban de la frontera eran familiares. “En los puestos de control se realizan controles más exhaustivos, a día de hoy, la entrada de extranjeros está limitada. Está prohibido el paso a hombres rusos de entre 16 y 60 años”, se jactó el director del Servicio de Fronteras de Ucrania Petro Tsigikal.