Artículo Original: Ukraina.ru
Ucrania celebra otro aniversario de Maidan mientras las autoridades sufren de la tradicional histeria: agresión, invasión, etc. Pero eso no niega el hecho de que a una parte de la población le guste estar en la posición a la que la “revolución de la dignidad” ha llevado al país.
Los defensores del golpe de Estado se niegan a reconocer los horribles resultados económicos de los “siete años de dignidad”, cuyo régimen ha asesinado a miles de sus conciudadanos, ni el error de la estrategia de desarrollo del Estado. “Admitirlo significaría para muchos el colapso”, afirmó la poeta y antigua “voluntaria de Maidan” Yevgenia Bilchenko. “Es la identidad que se han creado. Y admitir que están desilusionados con los resultados de Euromaidan significará el colapso de esa identidad para ellos. Les gustaría admitirlo, pero no pueden”. Esa identidad fundamental está basada en la tesis “Ucrania no es Rusia, Ucrania es Europa”. Así que es obligatorio participar en la “familia europea” y estar incondicionalmente del lado de Occidente.
Uno de los principales resultados de Euromaidan es que Ucrania dejó de ser un actor político independiente. La propaganda de Kiev se queja de que los rusos deliberadamente imponen a los ucranianos la idea de que Ucrania se encuentra bajo control externo y dicen que, desde la “revolución de la dignidad”, son absolutamente libres. Sí, son tan libres que no pueden tomar ninguna decisión importante sin la aprobación de la embajada de Estados Unidos, ni siquiera con qué vacuna se vacunará al país.
En realidad, muchos son capaces de verlo y el 65% de los ucranianos están de acuerdo con la tesis de que “nos encontramos bajo control externo”. Así lo evidencian los datos de una encuesta realizada por el Instituto Ucraniano del Futuro realizada entre el 27 de enero y el 5 de febrero de este año. Es más, en las regiones de habla rusa, la conciencia de dependencia de países extranjeros es aún mayor: el 75%. Pero incluso en el oeste del país, la mayor parte de la población, el 56% es consciente de la situación del Estado.
Algunas personas aún creen que el estatus colonial les beneficiará, pero si en estos siete años no han conseguido ver el lugar de su país en la jerarquía occidental, es mejor no perder tiempo en ellas. El régimen no está en guerra con ellos sino con la disidencia, es ella la que está siendo sometida a una nueva ola de represión: cierre de varios canales de televisión, sanciones contra Sharii y Medvedchuk, aumento de la actividad de la extrema derecha, etc.
El objetivo es privar a la población de fuentes de información alternativas para detener la catastrófica caída del actual Gobierno en las encuestas y, al mismo tiempo, tapar el verdadero papel de Maidan y de Occidente en la destrucción de su país. Quienes son conscientes del papel de las autoridades de Maidan, ven claro el papel de Estados Unidos en la actual persecución. Es suficiente recordar el apoyo coordinado de los estadounidenses y sus aliados tras el cierre ilegal de tres canales de televisión de la oposición y las sanciones contra el grupo de Medvedchuk.
La supresión de la prensa de la oposición, la impunidad de los neonazis supervisados por las fuerzas especiales y la totalitaria ucranización son formas de hacer más controlable a la sociedad ucraniana. Más controlable desde fuera. Ucrania no es solo objeto de saqueo colonial sino una importante base militar, un cuchillo apuntado a la yugular de Rusia, una base de inteligencia de Occidente y un vínculo importante para organizar operaciones de propaganda.
Las decisiones estratégicas, entre las que se incluyen las decisiones sobre la guerra y la paz en Donbass, se toman lejos de Kiev. Y al otro lado del océano, tras la victoria de Biden, está el “partido de la guerra” (entre las que se encuentra la inolvidable Victoria Nuland, que ha vuelto a ascender escalones de poder). Los halcones tratarán de empujar a Ucrania hacia una escalada en el conflicto en el este, que al menos supondrá una carta más que jugar contra Moscú. De ahí que los bombardeos en Donbass estén aumentando, se esté llevando armamento pesado al frente y esté intensificándose la retórica militarista de oficiales y semioficiales.
Atraer a Rusia a una guerra abierta en el este de Ucrania es una de las vías posibles para impedir o retrasar una alianza militar entre Moscú y Pekín, algo que está en la agenda para los próximos actos del 20º aniversario del estratégico Trato de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación entre la Federación Rusa y la República Popular China. Un tratado con una potencia que ya está indirectamente involucrada en un conflicto armado con Occidente es un riesgo innecesario para la siempre prudente China.
Además, está la consolidación de los aliados de la OTAN “frente a un enemigo común”, la distracción de los votantes con una “pequeña guerra” por la democracia, crear nuevos problemas para el lanzamiento del Nord Stream-2… Es decir, hay muchos puntos a favor y el único punto negativo son los cientos de muertos ucranianos.
“Lo que veo ahora es una transición de la lógica de la contención, confrontación y rivalidad a la lógica de guerra, aún blanda, aún informativa, psicológica y política”, afirmó Alexander Martinenko, uno de los mejor informados periodistas de Ucrania y director de Interfax-Ukraina. “Inevitablemente irá a más. Y tenemos un problema porque somos unos de los puntos en los que esta confrontación ya se ha dado en el pasado. Así que somos un campo de batalla ya preparado”.
Zelensky está siendo perseguido sin parar por un túnel en el que no ve la luz al final. Aunque podemos asumir que ni el Banco Mundial ni otras instituciones quieren una guerra de verdad en las colinas de Pechersk. Están satisfechos con el statu quo en el que pueden tranquilamente saquear el presupuesto, quedarse con las becas extranjeras y crear redes en el extranjero. Y en caso de movimientos demasiado rápidos de los fans del blitzkrieg croata o de Karabaj, esas perspectivas desaparecerían. Así que, incluso aunque los estadounidenses presionen, el interés de Kiev es intentar seguir entre dos aguas: preparar una serie de espectáculos de fuego. Es decir, provocaciones a lo largo del frente, histeria informativa, ataques con carne de cañón de nacionalistas kamikazes, pero sin pasar a una ofensiva decisiva.
De lo contrario, se pueden arriesgar a una seria “respuesta”, ya que la pérdida de Donbass con sus cientos de miles de ciudadanos rusos sería un gran golpe al prestigio de las autoridades rusas y nadie va a dar a Kiev y a Washington ese regalo. En caso de contraofensiva de la RPD/RPL, no se detendrían en los límites que ocupan actualmente. La nueva configuración afectaría las conversaciones de paz, que serían menos favorables a Kiev. Sin embargo, que no se preocupen los defensores de Maidan: nadie va a anexionarse Ucrania ni a tomar puntos estratégicos.
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