Sobre los contraataques

Prácticamente desde la consolidación del avance ruso en Donbass, fundamentalmente en Lugansk, pero, sobre todo en el sur de Ucrania, Kiev ha afirmado repetidamente que su contraataque está por llegar. Más interesada en recuperar Jerson y la parte de Zaporozhie controlada por las tropas rusas que el destruido y prorruso Donbass, el esperado contraataque ha dependido siempre del suministro de armas occidentales. Esas perspectivas de victoria y recuperación de los territorios perdidos han sido, y seguirán siendo, el principal argumento de Kiev para exigir un constante suministro de armamento cada vez más pesado. Aunque el prometido contraataque debía dar resultados en junio, ese mes pasó sin grandes avances y algunos oficiales ucranianos comienzan ya a prometer éxitos futuros el próximo mes de agosto.

Artículo Original: Colonel Cassad

Sobre la cuestión de las perspectivas de ofensivas más o menos a gran escala de las Fuerzas Armadas de Ucrania durante el verano de 2022. Con las actuales tendencias, las Fuerzas Armadas de Ucrania cuentan con dos operaciones realistas.

La primera es en la zona de Krivoy Rog-Nikopol. La tarea ahí es apretar contra la cabeza de puente de las tropas rusas en la margen derecha, eliminar la amenaza sobre Krivoy Rog y Nikopol y empujar a las fuerzas rusas directamente hacia Jerson. Por supuesto, las Fuerzas Armadas de Ucrania no tienen los efectivos necesarios para un asalto, mismo motivo por el que un ataque sobre Jerson desde Nikolaev no promete éxito seguro. Pero la eliminación de esa cabeza de puente por sí sola ya puede ser presentada como una victoria.

La segunda opción en la zona de Zaporozhie. Pueden intentar tomar Vasilevka, avanzar sobre Pologi y, si el desarrollo de los acontecimientos es favorable, hacia Tokmak. Con base en Zaporozhie, se puede realizar una acumulación de fuerzas en el frente de Orejovo-Guliaipole. Una ofensiva de este tipo mostraría la voluntad de impedir cualquier intento ruso de aspirar a controlar la región de Zaporozhie.

En tercer lugar, son posibles contraataques locales en las zonas de Járkov, Izium y Donetsk, pero ahí las Fuerzas Armadas de Ucrania no pueden contar con éxitos significativos a causa de la superioridad de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en términos de artillería y aviación. Las tropas rusas se pueden beneficiar de esas acciones contraofensivas si estas son detectadas a tiempo, ya que en ese caso es posible infligir serias bajas de personal y equipamiento en las unidades más preparadas para el combate de las Fuerzas Armadas de Ucrania a corto plazo.

Las principales dificultades para cualquier intento de contraataque por parte de las tropas ucranianas radican en que gran parte de la asistencia de Occidente y las unidades disponibles han sido enviadas a Donbass para aguantar el frente, lo que impide acumular las reservas que serían necesarias. Sin embargo, el trabajo en este sentido está en marcha y es realista pensar en la segunda mitad de julio y agosto como momento elegido. No hay que subestimar la preparación del oponente para este tipo de acciones, especialmente teniendo en cuenta que, por motivos políticos, Estados Unidos necesita algún tipo de victoria militar antes de las elecciones legislativas de otoño.

La ausencia de victorias tendría consecuencias no solo para el entorno de Zelensky, sino para la administración Biden, que sería criticada, entre otras cosas por no suministrar asistencia militar efectiva a Zelensky. La cuestión se ha convertido ya en un factor en la política nacional, por lo que se puede contar con que habrá, esté el Ejército Ucraniano preparado para ello o no, una ofensiva ucraniana este verano. Esto supone que habrá un papel importante para la inteligencia, que debería revelar de antemano las preparaciones de tales ofensivas y garantizar el tiempo necesario para detener los esfuerzos del oponente.