Continúa en la prensa occidental la histeria sobre la supuesta amenaza rusa sobre Ucrania. A apenas unas horas de la reunión, en esta ocasión virtual, que celebrarán Joe Biden y Vladimir Putin esta semana, diferentes medios siguen publicando supuestos planes de invasión, número de tropas –The Washington Post afirma que son 175.000 tropas rusas las que se concentran cerca de las fronteras ucranianas- y los caminos por los que invadirán el país vecino. Pero como ocurriera ya el pasado abril, no hay signo real alguno de que Moscú, rompiendo con la línea de exigir el cumplimiento íntegro de los acuerdos de Minsk como base de la resolución del conflicto, vaya a dar el paso de involucrarse abierta y masivamente en Ucrania de forma militar.
Sin embargo, la preocupación creada por esta falsa amenaza ha sido suficiente para recuperar conversaciones pasadas -la idea de desconectar a Rusia del sistema internacional de pago SWIFT, por ejemplo- y la exigencia de más sanciones. Esa es la línea que, parece, tomará Joe Biden en su conversación con Putin, en la que amenazará con sanciones insoportables a Rusia en caso de que hiciera algo que no tiene intención de hacer. Mientras no hay indicio alguno de que Rusia pretenda imponer una solución militar a la cuestión de Ucrania, sí hay signos de que Moscú busca un acuerdo con Estados Unidos y la OTAN -Vladimir Putin mencionó hace unos días que la OTAN ha tomado nota de los intereses de Rusia-, que el presidente ruso tratará de buscar en su conversación con su homólogo ucraniano.
Mientras tanto, la tensión en el frente continúa -ahora con más interés por parte de los mismos medios que la han ignorado los últimos siete años- en un contexto en el que la situación y los intereses de Donbass y de su población no son siquiera un factor a tener en cuenta por la prensa occidental, Estados Unidos o, por supuesto, Ucrania. En la línea mantenida en los últimos siete años, Rusia es culpable: de la situación en el frente, de la crisis energética o de las amenazas militares. La conciencia colectiva ha registrado ya que Rusia podría invadir Ucrania en enero o febrero de 2022.
Artículo Original: Colonel Cassad
«Bloomberg, citando fuentes confidenciales del Pentágono, afirma que Rusia invadirá Ucrania dos veces: una según el calendario gregoriano y otra según el calendario lunar»
Y China atacará Taiwán en el año nuevo chino. En realidad, toda esta histeria tiene un propósito totalmente diferente.
- Bajo pretexto de la “protección contra la agresión rusa”, se está produciendo un sistemático aumento de la presencia de tropas e infraestructura de la OTAN en las fronteras sur y oeste de Rusia. Ucrania, aunque no sea miembro de la OTAN, ya está siendo completamente utilizada para el despliegue rotativo, así como para el suministro de armas.
- Las acusaciones contra Rusia pueden servir al propósito de obstaculizar la reacción rusa ante una posible ofensiva del Ejército Ucraniano en Donbass con el objetivo de eliminar las Repúblicas Populares. La falta o retraso en la reacción puede llevar a la destrucción de la RPD y la RPL. La campaña informativa está probando la posible reacción de la Federación Rusa en este sentido.
- La misma campaña informativa en caso de inicio de las hostilidades prepara el terreno para acusar a Rusia de ser culpable de iniciarlas, incluso aunque el inicio sea una ofensiva ucraniana contra la RPD/RPL. Así ocurrió cuando propaganda occidental culpó a la Federación Rusa de atacar a Georgia a pesar de que había sido Georgia quien atacó Osetia del Sur.
- Las constantemente cambiantes fechas para la agresión -de octubre a diciembre, de diciembre a enero y después a febrero o abril- sirve el propósito de mantener la campaña durante al menos unos meses más. Así que seguiremos viendo mapas de ofensivas y advertencias de ataques.
- Las declaraciones de Estados Unidos de que “quiere paz en Ucrania” tienen el objetivo de descargarse de responsabilidad y culpar a la Federación Rusa. De hecho, es Estados Unidos quien está manipulando el conflicto en Donbass y manteniéndolo en la fase actual. No hay motivo razonable para detenerlo desde el punto de vista de Estados Unidos.
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