Artículo Original: Alexey Zotiev
Ucrania intenta obstaculizar la reunión del Grupo de Contacto de Minsk. Esto no había pasado hasta ahora, pero ahora vuelve a empezar. Ucrania no participará en las reuniones del Grupo de Contacto en Minsk. Es lo que afirmó Alexey Arestovich, asesor de la delegación ucraniana en el Grupo de Contacto.
Es sorprendente escuchar algo así de una persona que representa al Estado cuyas autoridades gritan a los cuatro vientos que no hay alternativa al proceso de Minsk y apelan a los participantes en los acuerdos a sentarse en la mesa de negociación lo antes posible. Pero cuando las partes “respondieron a la apelación de Kiev” y declararon su disponibilidad a reunirse en una próxima ronde de negociaciones, Ucrania comenzó a poner palos en la rueda, saboteando así “un proceso importante”.
¿Cuál es el motivo de estas metamorfosis? ¿Es que la paz ya reina en Donbass y ya no hace falta un proceso diplomático para la resolución del conflicto? ¿O es que Kiev ha trabajado otro paquete de medidas por su cuenta y que, al implementarse, pondrán fin al conflicto sin que sea necesaria la presencia de los participantes en el proceso de Minsk? En realidad, nada de eso es correcto y la respuesta a la pregunta del repentino cambio de prioridades la ha dado el propio Arestovich, que ha anunciado que Ucrania se retira del trabajo del Grupo de Contacto.
“No sé qué les guía a ellos, pero la delegación ucraniana se guía por dos aspectos. En primer lugar, creemos que la situación epidemiológica no nos permite ir a Minsk y preferimos continuar por videoconferencia. En segundo lugar, está la situación en Bielorrusia, concretamente el hecho de que no hemos reconocido la elección del presidente Lukashenko. Ucrania le niega el derecho a representar al pueblo bielorruso. Es decir, en esas condiciones, sería un grave error ir al país y apelar a él como intermediario. Creo que seguirá el formato por videoconferencia por ahora”, afirmó Arestovich al comentar la decisión de si celebrar una reunión en territorio bielorruso.
Algo así. Ucrania no ha reconocido a Lukashenko, el mismo Lukashenko que reconoció en su momento a Petro Poroshenko, que llegó al poder gracias a un golpe de Estado anterior. Parece que el gobierno ucraniano que llegó al poder a través de Maidan es más legítimo que el presidente de Bielorrusia, que seguro que ahora está extremadamente preocupado al darse cuenta de que su estatus no es reconocido por la democrática Ucrania.
Los argumentos sobre la compleja situación epidemiológica no se sostienen en absoluto. Al negarse a ir a Minsk, los representantes ucranianos inmediatamente declaran su disponibilidad a sentarse a negociar en el territorio de Austria, Suiza, Polonia o Turquía, sin tener en cuenta que la situación de expansión del coronavirus en los territorios de esos países no es diferente a la de Bielorrusia.
La esencia del plan es bastante sencilla. No se trata de si Alexander Lukashenko “ha usurpado el poder” ni del coronavirus. Todo es mucho más trivial. Ucrania necesita otra plataforma, una en la que atraer al máximo número de “socios occidentales” y organizar presión contra Rusia. Kiev ya no esconde el hecho de que considera lograr una resolución pacífica al conflicto en Donbass como algo secundario y que presta especial atención al tema de preservar el tránsito de gas ruso a Europa a través de su territorio.
Es para resolver ese problema, una cuestión que no tiene nada que ver con la resolución de la guerra, para lo que Ucrania trata de alejarse del proceso de negociación de Minsk en favor de una plataforma de consultas diplomáticas en el territorio de algún país europeo en el que las autoridades de Kiev se sientan más protegidas. Ese fue el propósito por el que el jefe de la Oficina de Presidencia de Ucrania, Andriy Ermak, se reunión con la subsecretaria de Estado de Estados Unidos Victoria Nuland, para convencer a Washington de que debe ser parte del proceso de negociación y apoyar la postura ucraniana, que no puede calificarse de constructiva.
En resumen, nada está cambiando y Ucrania retrasa al máximo la implementación de todos los acuerdos previamente alcanzados, empezando por los acuerdos de Minsk y siguiendo con la fórmula Steinmeier, intentando rascar cualquier preferencia económica. Y a nadie le importa que el incumplimiento de los acuerdos firmados cause la muerte de personas. Lo más importante es garantizar que el gas del “país agresor” transite hacia Europa a través del territorio ucraniano.
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