Siete años tarde

Artículo Original: Denis Grigoriuk

Uno de los temas más discutidos en el espacio informativo en estos momentos es la prohibición de Volodymyr Zelensky de tres canales de televisión opositores ucranianos propiedad del político y oligarca Viktor Medvedchuk. Las autoridades ucranianas presionan también a los canales de Telegram que publican mensajes críticos. El SBU acusa a sus autores de “terrorismo informativo”, ya que no han dudado en criticar los problemas que ha creado el equipo de Zelensky. Por supuesto, ha surgido inmediatamente la cuestión de la libertad de expresión. A ello se han dedicado los programas de los canales a los que Zelensky aún no ha prohibido trabajar, han grabado vídeos sobre el tema y se han escrito numerosos artículos en webs informativas. En general, ha sido un tema que ha causado gran interés y me gustaría insistir en que no ha sido solo en Ucrania, sino también fuera de sus fronteras, un detalle importante.

Me parece que muchos han llegado tarde al debate sobre este asunto. Aproximadamente siete años tarde, ya que fue en 2014 cuando las autoridades ucranianas marcaron el curso de la censura. Aún recuerdo perfectamente cómo había una única línea oficial y cualquier desviación era automáticamente calificada de “separatista/terrorista/prorrusa”. Una enorme parte de la población de Ucrania se vio proscrita cuando, en el este, los residentes locales se negaron a reconocer a los criminales que habían llegado al poder por medio de la violencia de una masa enfurecida en el centro de Kiev.

¿Qué hicieron entonces los canales de televisión ucranianos? Mentir abiertamente. Fueron los canales ucranianos los que mintieron hablando de los “auto bombardeos”. Como mucho, hablaban de los bombardeos de artillería contra Donetsk sin especificar quién disparaba esos proyectiles. Y cuando el periodista Roman Hnatiuk habló en directo en 112 [ahora prohibida por ser parte de la “desinformación rusa”] sobre los bombardeos de las Fuerzas Armadas de Ucrania, fue inmediatamente silenciado, ya que en el estudio se encontraba el mismísimo Anton Gerashenko.

Bueno, qué importa Donbass. Con la RPD/RPL, todo está claro: allí viven los “separatistas”, lo que significa que no deben ser tenidos en cuenta y tampoco hace falta alzar la voz por ellos. ¿Pero resistió alguien en Ucrania al curso nacionalista en el país? No lo vi. El nacionalista Andriy Biletsky aparecía regularmente en programas de debate de canales de televisión, también en los que ahora han sido prohibidos. También el entrevistador Dmitry Gordon aparecía regularmente y tenía programas en esos canales, pero ahora defiende activamente las sanciones.

¿Por qué insisto? Cualquier cosa que pueda decir, la dice mejor el pastor alemán Martin Niemöller. Puede parecer banal, pero prefiero citar una frase famosa que ilustra perfecta y claramente mi postura: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».

El consentimiento tácito, una postura que mantuvieron todos los canales de la oposición de Ucrania, con el tiempo llevó a los nacionalistas al poder. Y aunque ahora es Zelensky quien está en el poder, también él utiliza los servicios de los radicales, como muestran las imágenes de radicales golpeando a periodistas en las calles de Ucrania. Ocurre con el consentimiento de las fuerzas de seguridad, cuyo líder, Arsen Avakov, apoyó la acción inconstitucional del presidente. Me parece el resultado natural. Los periodistas se han encontrado con las consecuencias de sus actividades. Antes o después, tenían que ir a por la oposición moderada. Y han ido. Quienes ahora lanzan la voz de alarma no han visto hasta 2021 la falta de libertad de expresión en Ucrania. No existe desde 2013, cuando todo el espacio informativo de Ucrania tomó partido por Maidan. Desde entonces, todos aquellos que se mostraron contra la “revolución de la dignidad” han sido objeto de acoso.

Y aquí me gustaría insistir en algo que he mencionado, que el proceso de Ucrania se está siguiendo más allá de sus fronteras. Parece que este incidente se produce en el momento preciso para Rusia y Bielorrusia. Si los ciudadanos de esos países no sacan las conclusiones adecuadas de la situación ucraniana, estarán perdidos. Al fin y al cabo, el resultado de estas “revoluciones de colores”, “protestas pacíficas” y otras acciones es la prohibición de cualquier manifestación de disidencia. Quienes se esconden detrás de la máscara del “liberalismo” se convierten en los mayores censores y asesinos. Me parece que ha quedado claro para muchos al ver a defensores del opositor ruso Alexey Navalny agredir a sus oponentes políticos en una manifestación. El incidente con el cómico Semyon Slepakov también tendría que mostrar elocuentemente quién está detrás de esas caras bonitas.

Les daré otro ejemplo concreto de lo que les ocurre a quienes siguen criticando a los victoriosos manifestantes después de su triunfo. Creo que todos recuerdan al escritor Oles Buzina, asesinado en 2015 y cuyos asesinos caminan libres. Las autoridades simplemente no hacen nada, aunque hace tiempo que sus nombres son conocidos. En la “preciosa Rusia del futuro”, ocurrirían cosas parecidas a gente como Semyon Slepakov. Y el cómico lo entiende perfectamente, por eso rebatió a los seguidores de Navalny.