La retirada rusa de Jersón ha consolidado al río Dniéper como frontera temporal en una parte importante del frente sur y se ha convertido en la barrera fundamental que separa a las dos partes en conflicto. Sin embargo, la constante insistencia ucraniana en anunciar sus próximas ofensivas ante una percibida debilidad rusa hace esperar nuevos movimientos. Pese a no haber logrado aún romper las defensas rusas y republicanas en la RPL desde el pasado septiembre ni haber tratado realmente de forzar el Dniéper en la zona de Jersón, se abren ahora nuevos lugares en los que la ofensiva es posible. En su afán por mostrar confianza en una victoria segura, Ucrania anuncia constantemente movimientos de ataque, en parte reales y en parte simples provocaciones, como la idea anunciada esta semana de dar los pasos necesarios para encontrarse, ya en enero, en posición del asalto final sobre Crimea, una fantasía que pretende hacer creer que Rusia no defenderá siquiera una península en la que la población mostró su voluntad de levantarse para abandonar definitivamente Ucrania.
Frente a aventuras poco realistas y que precisarían de apoyo directo de sus socios extranjeros para destruir, por ejemplo, la flota del mar Negro, otras direcciones sí son posibles. Una de ellas es el frente de Zaporozhie, que desde el colapso del frente de Járkov y la retirada rusa de Jersón, aún no se ha reactivado realmente. Es ahí donde las tropas rusas parecen esperar movimientos ofensivos, en parte debido a las facilidades que ofrece el terreno, al este del Dniéper, sin una barrera natural que separe a las partes. La dirección a Melitopol es, ahora mismo, la más vulnerable y es ahí donde las tropas rusas construyen su línea de defensa.
Sin embargo, no es Melitopol sino Energodar el lugar que ha sido repetidamente mencionado estos días en todo tipo de rumores, información y desinformación. Existe la constancia de que el Organismo Internacional de la Energía Atómica negocia con Rusia y Ucrania una salida para garantizar la seguridad de la central nuclear de Zaporozhie, situada en la localidad de Energodar, bajo control ruso desde marzo. Los rumores de entrega de la central a Ucrania o a una organización internacional -el OIEA o Naciones Unidas- se han repetido en varias ocasiones, pero han aumentado recientemente desde el reinicio de los bombardeos ucranianos contra la central. Esa es la estrategia ucraniana con respecto a la central: utilizar los bombardeos para obligar a Rusia a tomar “decisiones difíciles” o permanecer bajo el creciente peligro de un incidente nuclear en su territorio. A lo largo de los últimos días, incluso el director de Energoatom, la empresa nacional ucraniana, ha llegado a afirmar que Rusia lleva semanas preparando su retirada. Para dar un tono más actual a la especulación, Petro Kotin añadió que previamente tratan de “robar todo lo que puedan”. La barra libre para acusar a Rusia de todo tipo de crímenes continúa.
Los rumores, que se producen en un momento de incertidumbre para la población de los territorios defendidos por Rusia, han hecho reaccionar al Kremlin, que al contrario que en el caso de Jersón, han querido desmentir que existan tales planes. “No hace falta buscar signos que no existen y no pueden existir”, afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, que insistió en que no es posible la entrega de la central a Ucrania. Tras la retirada de Jersón, las palabras del Kremlin pueden no ser excesivamente convincentes para la población de la zona. Sin embargo, después de meses de bombardeos ucranianos contra la central, Rusia difícilmente podría explicar la lógica de entregar las infraestructuras a Ucrania para poder utilizarla a su antojo. Ayer, canales de Telegram especulaban incluso con una retirada de la ciudad de Energodar, no solo de la central nuclear, un paso difícilmente justificable y que no puede compararse con la situación en Jersón, cuyo suministro estaba minado por la dificultad de cruce del río Dniéper.
Rusia insiste también en la intención ucraniana de asaltar la central para tratar de tomar el control de unas infraestructuras importantes ahora mismo, en plena crisis energética causada por los bombardeos rusos. Sin embargo, para ello, las tropas ucranianas deberían forzar el Dniéper desde Nikopol, una operación que habría de realizarse con grupos de fuerzas especiales y que las tropas rusas deberían ser capaces de impedir. Una operación mucho menos factible que un avance por tierra, siguiendo la misma táctica que ya utilizaran en Járkov, para tratar de romper el frente al sur de Zaporizhie, amenazando así Melitopol y haciendo más factible una operación anfibia contra Energodar.
Por el momento, la situación en el frente sur continúa estable, en parte debido a las dificultades que supone el clima de otoño, pero también a causa del reagrupamiento de tropas que ambos bandos están realizando en previsión de nuevas acciones, sean ofensivas o defensivas. El momento de impasse en el frente hace surgir todo tipo de acusaciones y rumores. Por el momento, ni Rusia ha tratado de probar las defensas ucranianas al sur de Zaporozhie, aunque fuera únicamente para impedir avances ucranianos, ni Ucrania ha lanzado una ofensiva en esta zona, posiblemente la más previsible teniendo en cuenta las condiciones actuales. Sin grandes posibilidades de lograr una tregua a corto plazo, es de esperar que la tranquilidad en este frente no sea perpetua, de ahí la tensión que hace surgir todo tipo de rumores, algunos posiblemente reales y otros, simples maniobras para causar el nerviosismo de la población.
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