Mariupol ante el asalto final

Artículo Original / Fotografías: Vladimir Velengurin / Komsomolskaya Pravda

La última fila de edificios residenciales de Mariupol frente a la planta Azovstal me recuerdan al centro de Grozni en enero de 1995. Edificios destruidos, árboles cortados y mutilados por la metalla y los proyectiles, pero con hojas aún sin brotar. Montañas de cemento y ladrillos rotos y coches aplastados contra la basura. La artillería pesada ruge constantemente. Y la fila de cañones de 30mm de los blindados, que trabajan sin ahorrar munición, habría despertado a un muerto.

A solo un kilómetro de aquí, la población sale de los sótanos para ver los rayos de un sol que ya empieza a calentar. Junto a las entradas, cocinan sopa en fuegos improvisados. Hay tumbas recientes visibles en los patios. Aún hay cuerpos que yacen por ahí. La población ni siquiera ha tenido fuerza de enterrar a sus vecinos. Sí, es peligroso. Un proyectil podría caer en cualquier momento.

Sus últimas fuerzas se gastan en emociones al ver a los periodistas. Hablan de cómo viven en los refugios. Piden pilas para las linternas y medicinas. La población vive cerca de la línea del frente. Pero la ayuda humanitaria no ha llegado aún a la línea de fuego.

Marines del sur de Rusia han sido vistos en el frente. No se diferencian en nada del resto de las tropas, solo en sus insignias.

Varios blindados llegan a la línea del frente. Abandonan las posiciones protegidas y disparan rondas de proyectiles de 30mm. La velocidad de los cañones es tal que en el tiempo de una foto se han disparado cinco proyectiles. Después de disparar, el blindado retrocede a su refugio.

El enemigo no está a más de unos centenares de metros. Los marines disparan con lanzagranadas, con la esperanza de impactar contra el enemigo detrás de los edificios de viviendas.

También se utilizan lanzagranadas Muja. Esta munición puede atravesar todo tipo de paredes.

Los zapadores preparan otra sorpresa. Se llama serpiente Gorinich. Una especie de salchicha de diez metros de explosivos que normalmente se utiliza para hacerse camino en campos minados. La carga reactiva se acarrea con la “salchicha”. Cae al suelo y explota haciendo un camino libre de minas. Pero también se utiliza para destruir fortificaciones enemigas.

“Madre mía, no puede ser”, digo al ver un rifle de fabricación estadounidense en manos de uno de los marines. ¿Puede ser un trofeo de guerra? Bueno, no es militar ni es real. Es un arma neumática que solo dispara pelotas de plástico. Un soldado la encontró en el patio de una casa. Aquí, cuando hay una pausa entre la batalla, se puede practicar la precisión de tiro.

A la vuelta, entre las muchas filas y filas de vehículos blindados, mi compañero periodista Philip Prokudin ha encontrado una mina. Sobresalía del asfalto tranquilamente. Es probable que las lluvias hayan removido la tierra y movido esta mina antitanque. Es algo peligroso e inmediatamente informamos a los militares. Rápidamente escriben la palabra “Mina” en un trozo de cartón, lo acoplan a un palo grande y lo colocan en el lugar. Los zapadores tienen mucho trabajo por hacer. En cuanto estén libres, podrán lidiar con la mina.

A medida que nos alejamos del frente, los disparos y las explosiones se hacen menos frecuentes. Pronto, los disparos se detendrán completamente en Mariupol. Esa es la esperanza.