Sitiadas en tres zonas de la ciudad – el barrio adyacente al puerto, la zona de Azovmash y la de Azovstal-, las tropas ucranianas continúan manteniendo la ficción de férrea resistencia para desbloquear la ciudad. Sin embargo, a medida que esa resistencia se reduce, especialmente tras la rendición de más de un millar de efectivos de la 36ª Brigada tras un fallido intento de fuga, aparecen otros peligros para la población civil. Es el caso de los francotiradores, que, al contrario que grandes unidades militares, tienen facilidades para esconderse y reaparecer cuando menos se les espera.
Artículo Original: Dmitry Steshin / Komsomolskaya Pravda
Una guerra de francotiradores ha comenzado en Mariupol, no hay duda de ello. El otro día, el corresponsal de Komsomolskaya Pravda se vio bajo el fuego de los francotiradores en la zona de la margen izquierda, en una zona hace tiempo barrida. Hoy, un francotirador ha herido a una mujer frente a mí. En pleno centro de la ciudad, a un centenar de metros del teatro dramático, un francotirador ha comenzado a disparar por la tarde.
Tatiana recibió un disparo en el muslo. Ocurrió en la esquina entre la avenida Mira y la calle Nielsen, cerca de uno de los edificios del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), que hace tiempo que ha sido revisado por los servicios especiales, los zapadores e incluso por algún periodista de KP.
Ayer había comenzado una prolongada tormenta en las costas del mar de Azov y Tatiana y su marido salieron a recoger las piezas caídas del tejado de hierro para cerrar las ventanas de su destrozado piso. Desde el sótano, donde la familia ha vivido durante cincuenta días, solo se distanciaron una docena de metros. Literalmente fueron a la vuelta de la esquina de su casa.
Recibieron un disparo a escasa distancia: tanto Tatiana como su marido escucharon el disparo. La mujer fue trasladada al sótano y le vendaron lo mejor que pudieron.
Apenas unos minutos después, el corresponsal de KP circulaba a lo largo de la supuestamente segura avenida Mira para llegar al lugar de la ominosa provocación, el teatro dramático. Dos vecinos de la mujer herida se apresuraron a nuestro coche: “¡Ayuda! ¡Hay una chica herida! ¿Podéis llevarla al hospital?”. Cuando llegamos al patio de la casa, también nos dispararon a nosotros, escuchamos el zumbido de la bala y el rebote en el metal.
Colocaron a la chica en el coche y salimos rápidamente del patio hacia la avenida Mira derrapando.
En el apaleado hospital Número 17, en el que hace unas semanas los muertos se agolpaban en las alas vacías, la vida ha mejorado algo. En un minuto, los voluntarios se presentaron con una camilla. Tatiana fue operada rápidamente, concretamente una hora después, y se le retiró una bala de 7,62 milímetros. No había falta dejar a la mujer en el hospital, así que la llevamos de vuelta al sótano. Está más protegida ahí, los vecinos la cuidarán. Todo el patio ha vivido como si fuera una única comunidad o una familia durante los últimos cincuenta días. Incluso cocinan juntos para todos. Tatiana nos dijo: “Hoy dios me ha enviado tanto enemigos como amigos”.
Queda una pregunta: ¿Cómo y de dónde aparecen saboteadores nazis en el centro de Mariupol? Los vecinos de Tatiana nos lo explicaron. Resulta que el centro histórico de la ciudad se levanta sobre las catacumbas y hay varias salidas conocidas de esas mazmorras, justo en la calle Nielsen, donde Tatiana resultó herida, en la vecina calle Kuindyi y en el jardín municipal. Es simplemente imposible que los azovtsi, que llevan ocho años preparando la defensa de la ciudad, no sepan dónde están esas salidas.
Comentarios
Aún no hay comentarios.