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Donbass, Donetsk, DPR, LPR, Minsk, Rusia, Ucrania

Una herramienta de presión

El día de ayer, víspera del inicio de la ofensiva rusa en Ucrania que habían anunciado varios medios citando fuentes de la inteligencia estadounidense, resultó prolífico en lo que a noticias se refiere. En primer lugar, el anuncio de la finalización de las maniobras que las tropas rusas realizaban en regiones fronterizas con Ucrania y la vuelta de esas tropas a sus lugares permanentes causó una doble reacción: frente a quienes, como el canciller Scholtz, de visita en Moscú, exigieron actos y no palabras -no es así cuando Ucrania promete cumplir los acuerdos de Minsk, palabras que nunca lleva a la práctica-, otros, como el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania Dmitro Kuleba anunciaron que la presión ucraniana y occidental había impedido el ataque ruso.

Una declaración sin excesiva credibilidad, teniendo en cuenta que, desde que comenzara la actual histeria mediática sobre una posible invasión rusa en octubre del año pasado, Kiev ha negado repetidamente que un ataque ruso fuera inminente. El ministro de Defensa Oleskiy Reznikov afirmó hace solo unos días que el número de tropas que Rusia concentraba en la frontera con Ucrania -entendida en el sentido amplio, es decir, incluyendo las tropas en Bielorrusia o en zonas de la frontera ruso-bielorrusa- no eran suficientes para una invasión.

Pero la histeria bélica no se ha detenido y numerosos medios continúan hablando de mayor concentración de tropas rusas en la frontera con Ucrania. Y frente a las posturas que consideran que existe una “desescalada” -que no es otra cosa que el final de unas maniobras, de la misma forma que ocurriera el pasado abril cuando se creó la anterior histeria mediática de amenaza de invasión de Ucrania- se ha destacado nuevamente como parte más beligerante el Reino Unido. Si Boris Johnson afirmaba que la inteligencia, aunque contradictoria, no era alentadora, varios tabloides publicaban, no solo la fecha de la invasión rusa, hoy mismo, sino la hora, las tres de la mañana hora de Kiev.

Mientras tanto, la Duma rusa votaba ayer los proyectos aceptados por el Comité pertinente sobre el reconocimiento de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Frente a la más moderada propuesta de Rusia Unida, una propuesta más a largo plazo, que preveía que la cuestión fuera elevada primero al Ministerio de Asuntos Exteriores y posteriormente al presidente, la Duma aprobó la propuesta del Partido Comunista de la Federación Rusa. Por la tarde, el líder comunista Gennadi Ziuganov se felicitaba por el desarrollo de la votación y recordaba que han sido los comunistas los que, desde 2014, han defendido el reconocimiento ruso de las Repúblicas de Donbass.

Como ya se había anunciado en semanas anteriores, la propuesta del Partido Comunista, votada por la práctica totalidad de los diputados presentes (solo 16 diputados votaron en contra) y que superó a la propuesta de Rusia Unida, el partido del presidente, implica elevar la cuestión directamente a Vladimir Putin, a quien se le pide, no solo ese reconocimiento sino buscar también la forma de regularizar las relaciones con las Repúblicas Populares y el suministro de asistencia. La propuesta busca además que sea el propio presidente de la Federación Rusa quien tenga que posicionarse claramente ante una cuestión que hace tiempo que forma parte de la agenda política rusa.

Sin embargo, la votación no es vinculante y pese a que ha sido suficiente para causar la ira en la diplomacia ucraniana y occidental, que han calificado el posible reconocimiento ruso como punto final del proceso de Minsk, es improbable. Las palabras de Lavrov de hace unas semanas, cuando manifestó que la idea del reconocimiento ruso debía plantearse desde la búsqueda del cumplimiento de los acuerdos de Minsk, se vio ayer reflejada en los comentarios de Vladimir Putin. En primera persona del singular y del plural, el presidente ruso prometió hacer todo lo posible “para solucionar los problemas de Donbass”, donde residen cientos de miles de ciudadanos rusos. Sin embargo, el presidente ruso añadió que, se haría “en primer lugar” a partir de las oportunidades “aún no realizadas de los acuerdos de Minsk”. En ese contexto, teniendo en cuenta también la reunión con Olaf Scholtz y el constante intento ruso de lograr que París y Berlín convenzan a Kiev de cumplir con los compromisos adquiridos, la idea del posible reconocimiento va a ser previsiblemente utilizada como elemento de presión en busca de que Ucrania cumpla con lo firmado en la capital bielorrusa esta semana hace siete años.

Esta actitud supone una continuidad del planteamiento de Rusia, que en el pasado ha utilizado como herramienta de presión tanto la concesión de pasaportes rusos a la población de Donbass como el reconocimiento de los documentos expedidos en las Repúblicas Populares y más recientemente la orden de permitir la entrada de bienes producidos en Donbass. Todas esas medidas han sido siempre planteadas con fecha de caducidad: hasta que Ucrania cumpla los acuerdos de Minsk, momento en el que serían canceladas, algo que difícilmente puede repetirse en caso del reconocimiento de la PRD y la RPL como estados independientes. “Las oportunidades de restablecer de forma pacífica la integridad territorial [de Ucrania] por medio del diálogo directo con Donetsk y Lugansk aún están siendo ignoradas”, afirmó en la misma comparecencia Vladimir Putin, dejando claro que la postura rusa no ha cambiado. En ese contexto, la exigencia de responder a la petición de la Duma sobre el reconocimiento y asistencia es un elemento más de presión para que Ucrania, que no se ha mostrado más favorable a cumplir con sus compromisos pese a la histeria de invasión inminente de la que le advertían sus aliados, ejecute unos acuerdos que no quiere implementar.

Tras siete años de incumplimiento, es difícil imaginar que la actual amenaza vaya a cambiar la opinión de Kiev. Tampoco es de esperar que el rechazo de Putin a aceptar la petición de la Duma a reconocer de forma inmediata las Repúblicas Populares vaya a ser considerado un elemento de «desescalada» que reduzca la histeria mediática actual.

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