Artículo Original: Alexander Kots / Komsomolskaya Pravda
“Mira, el mercado funciona. ¡Y las tiendas!”, se presenta por las ventanas del coche en marcha un paisaje desconocido, inusual a ojos de quien ha pasado el último mes en la zona de combate. Nos encontramos con el primer atasco de tráfico en Kupriansk, que se encuentra a una hora y media en coche desde Izium, un trayecto en el que no se ven más que blindados Tiger por la carretera. Esta ciudad de la retaguardia está llena de vida civil. Aquí hay bancos junto a las carreteras y tiendas abiertas. Si se quiere, se puede hacer la compra. Solo la falta de semáforos funcionando y el ruido de los generadores recuerdan la falta de luz, que aparece por horas. Aquí no hay devastación, las tropas ucranianas abandonaron la ciudad sin luchar.
Acudimos a la retaguardia para conocer otro sector del frente. Solo está 25 kilómetros, pero está al otro lado de la reserva Oskol y el Ejército Ucraniano ha hecho explotar todos los puentes, por lo que tenemos que hacer un desvío de 180 kilómetros. Podoly, Kurilovka, Novoosinovka… Por el camino hay carteles con el precio de la gasolina en la carretera. Hubo un tiempo en el que este comercio también tuvo su auge en la República de Chechenia en guerra. Solo que entonces en los patios de la población local había pequeñas fábricas y aquí la población lo compra en Rusia o en Lugansk después de que la semana pasada se abriera la ruta Járkov-RPL. Ahora, un litro de gasolina cuesta unos 200 rublos, pero la mayor parte de los coches funcionan con gas.
Sorprendentemente, en la hora y media de tránsito de la vida civil al frente no notamos presencia rusa. Es sutil y no llama la atención aquí. La forma de vida de estos territorios, que hasta ahora habían estado orientados hacia la vecina Rusia, ha cambiado poco. Eso si no tenemos en cuenta las dificultades temporales. En algunos lugares se ve una cola para recoger agua, interrupciones de suministro o colas para llenar el depósito. Aún no se ha establecido completamente el suministro permanente de combustible, que aún es esporádico. Circulamos junto a industrias destruidas, pero nos damos cuenta de que no las ha destruido la guerra sino la independencia.
Los puentes de las zonas cercanas al combate han sido destruidos en el actual conflicto. El navegador se queda constantemente perplejo cuando intentamos buscar un atajo en el siguiente cruce o cruzamos por diques. La población local mira con sospechas nuestro coche con la “Z”. Aquí domina otro signo táctico que no ha recibido tanta atención como merecía: la “O”. Es la agrupación del Distrito Militar Central que, antes de ser desviado en la operación, operaba en la zona de Sumi. Pero al contrario que las tropas “V” y “Z”, ha quedado fuera de los focos.
Avanzamos por la región de Járkov y cruzamos la frontera de la parte de la República Popular de Donetsk ocupada por Ucrania. “¿Cómo os trata la población local?”, preguntamos al comandante que nos da la bienvenida. “Aquí nos tratan bien, todo depende de las autoridades locales. En Konotop, región de Sumi, le dijimos al alcalde que todo saldría bien, que traeríamos ayuda humanitaria. Así que reunió a la población en la plaza y anunció que si no aceptaban nuestra ayuda, empezaríamos a bombardear la ciudad. Y hubo indignación inmediatamente. Algunos brujos negros grabaron en video amenazas contra nosotros y nos maldecían deseándonos impotencia. Entonces nuestros brujos blancos grabaron un video como respuesta. Risas y pecados”, se ríe nuestro nuevo amigo. “Aquí hay entendimiento mutuo completo”.
La semana pasada, las tropas del Distrito Militar Central ocuparon con batallas la primera localidad en la antigua región de Donetsk: Lozovoe. “Identificamos los puntos de fuego del enemigo, corregimos el fuego de artillería. El personal mostró valentía, coraje y confianza para avanzar”, informa de una lacónica y clara forma militar el comandante de uno de los grupos de reconocimiento de la 30ª Brigada Motorizadas Separada.
“¿Cómo valoras al oponente?”
“No son idiotas. En algunas zonas tienen algún tipo de plan. Es visible tanto la experiencia soviética como la reciente. Pero aun así infligimos fuertes bajas. Los prisioneros fundamentalmente dicen que no quieren luchar, pero les obligan. Dicen que son algo así como destacamentos de las Fuerzas Armadas de Ucrania y que los guardas de fronteras están por delante. Y no tienen forma de escapar. Si retroceden, los suyos les dispararán. No tienen fuerza para avanzar. Están entre la espada y la pared”.
“Al entrar en la ciudad, nos encontramos con una gran cantidad de barreras explosivas de minas”, explica otro explorador, el comandante adjunto del pelotón. “Las superamos, expulsamos al enemigo, que retrocedió cinco kilómetros hasta la siguiente localidad. La situación es estable; la moral, alta. La artillería desde el pueblo vecino estaba golpeando a mis soldados, les estaban cubriendo de mortero. Pero, pese a todo, usando los beneficios del terreno, avanzamos. Y conseguimos irrumpir en Lozovoe. El enemigo huyó rápidamente dejando atrás armas, pertenencias y equipamiento.
Baterías de artillería de 122mm y howitzers D-30 están desplegados a un par de kilómetros de Lozovoe. La artillería de la Segunda Guardia del Ejército apoya la ofensiva de infantería. Hace tres días, fueron atacados directamente a dos kilómetros y medio. Ayer ya estaban a siete. Hoy, a once. El enemigo retrocede gradualmente hacia lo profundo de una futura bolsa enorme en la que toda la agrupación de Kiev de Donbass tiene riesgo de caer si no tiene tiempo de abandonar sus posiciones.
De hecho, las tropas rusas replican prácticamente las acciones ofensivas del Ejército Ucraniano en 2014, cuando intentó tomar Slavyansk. El grupo “O” va a Yampol y Krasny Liman para aislar a la aglomeración Slavyansk-Kramatorsk del noroeste. Las tropas que avanzan de Izium bloquean el noroeste. Tropas rusas y de la RPL vienen desde el sureste. Y desde el suroeste, las fuerzas del Ejército de la Federación Rusa y el de la RPD. Se está aclarando gradualmente en el teatro de operaciones la imagen de la batalla por Donbass.
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