Artículo Original: Denis Grigoriuk
En 1991, la Unión de Periodistas de Rusia instauró el Día para el recuerdo de los periodistas muertos en el ejercicio de su profesión. Cada 15 de diciembre se recuerda a esos reporteros. Ese día se honra la memoria de los corresponsales que han muerto tanto en lugares en guerra como en lugares en paz.
En vísperas de ese día, me plantee hablar sobre la objetividad en la guerra, sobre qué es lo más importante que nunca debemos olvidar a la hora de representar la guerra en nuestro tiempo, cuando las opciones están entre ser profesional y ser persona.
La teoría
Puede que lo más importante del periodismo de guerra sea hacerlo de forma objetiva, mostrando opiniones de los bandos en conflicto. Es una forma de trabajar en el vacío, lejos de la realidad. Es lo que se lee en los libros de texto y lo que se escucha en boca de los profesores en las conferencias de periodismo, pero es un engaño. Todo cambia en el momento en que la persona llega a un lugar en guerra, cuando ya no vale nada de lo que sabía hasta entonces. La disonancia será terrible.
No puedo saberlo del todo porque no estudié periodismo, no acudí a cursos de periodismo en situaciones extremas. Todo lo que sé lo he aprendido con la práctica, sin libros ni pretensiones poco realistas. El principio de objetividad en la guerra solo funciona si eres miembro del tercer bando, es decir, al margen de los dos bandos en conflicto. Pero incluso entonces me parece que no puede funcionar. Puedes imaginar que estás representando a hombres y lobos disparándose entre ellos en el bosque, pero estamos hablando de personas que se matan unas a otras.
La dura realidad
Muchas veces he visto a periodistas extranjeros llegar a la RPD y pedir que no se diera publicidad a su presencia. No se trataba de periodistas freelance sino representantes de la prensa occidental y profesionales acreditados con años de experiencia y excelente equipamiento. Ellos están más cerca de la objetividad. Yo les envidiaba, podían cubrir el conflicto en Donbass desde los dos lados de la línea del frente. Después volvían a casa, donde podían escribir artículos, libros, preparar exposiciones de fotos y catálogos que les hacen más famosos. Pero en Donetsk pedían que no se hicieran públicos sus nombres y su presencia. Podría hacerles daño. Ucrania trata de forma diferente a quienes van a los territorios fuera de control del Ejército Ucraniano. Esos periodistas aparecían inmediatamente en las listas del SBU, Mirotvorets, etc. Y entonces no podrían visitar las posiciones ucranianas después de haber estado en la misma zona en las posiciones de la milicia de la RPD. La realidad destruye la teoría.
La objetividad como tal no existe en la guerra. Se puede intentar ver las cosas desde el sentido común, de forma imparcial, pero no funciona. Es posible hacerlo, pero siempre que esa guerra no te afecte en absoluto, que la tomes solo como un trabajo, otro día en la oficina. Algo así describió el conocido corresponsal de guerra de Komsomolskaya Pravda Dmitry Steshin al recordar al fallecido periodista de Rossiya Segodnya Andrey Stenin, que murió en agosto de 2014 en la zona de Snezhnoe.
“Siempre había sido un fotógrafo absolutamente cínico, porque tanto Libia como Siria eran guerras extranjeras que no le tocaban el corazón. Nos marchamos de Slavyansk [Ucrania había declarado terroristas buscados a Kots y Steshin, que tuvieron que abandonar rápidamente la zona durante un tiempo-Ed], dejamos a Stenin solo y cuando volvimos una semana después, era un Stenin completamente diferente. Se había dado cuenta de que era su guerra, que era su gente la que sufría en esta guerra”, escribió Steshin.
En cuanto se produce ese momento, hay que olvidarse de la objetividad. Ya no eres imparcial ni un cínico fotógrafo de guerra que se limita a registrar fotografías. Eres parte de esos hechos, solo hace falta empatía. El lado opuesto se convierte en tu enemigo, no solo una de las partes en conflicto. Hay que elegir y esa elección viola el principio de objetividad.
Guiados por la empatía
¿Cómo se actúa tras elegir un bando? Desde ese momento, tu objetivo ya no es documentar la guerra. La tarea es diferente: ayudar. Al tomar fotografías, pretender contar al mundo la tragedia de la población común atrapada por las garras de la guerra. No es solo decir: “miren, ahí hay una guerra” sino llamar la atención del público para que la población dé la voz de alarma. Aunque eso es extremadamente ingenuo. Las fotografías no pueden parar una guerra. Eso solo es posible para los reporteros de guerra de las películas de Hollywood.
Antes o después, muchos de los periodistas que han venido a Donbass desde otras partes del mundo comienzan a enviar su propio dinero para ayudar a la población civil. Lo he visto más de una vez. En lugar de volver para hacer labores periodísticas, intentan ayudar en el envío de ayuda humanitaria para los mayores, las mujeres y los niños de la zona más caliente. Echan una mano para conseguir prótesis, materiales, productos de primera necesidad para los civiles en las zonas bombardeadas. Y eso sería imposible si se guiaran por el principio de objetividad según lo cuentan los libros de texto.
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