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Ejército Ucraniano, Kiev, Nacionalismo, Poroshenko, Propaganda, Ucrania

Con independencia del pueblo

Articulo Original: Dmytriy Kovalevich / Junge Welt

Con frenesí patriótico: El Presidente Poroshenko presenta la «Bandera de honor» a un mando militar (Kiev, 24 de agosto).

agooostoCon un pathos vacío: Impresiones del «Día de la Independencia en Kiev»

Un repentino chaparrón echa de las calles incluso a los pocos turistas. Aparte de la plaza principal, donde varios cientos de personas se han reunido para el desfile militar, Kiev parece desierto este miércoles. A lo largo de la calle principal de Chreschtschatik se han colocado algunas filas de espectadores, en su mayoría paramilitares nacionalistas, funcionarios de escalas inferiores (que se habían comprometido a participar) y familiares de quienes participan en el desfile. Al lado de ellos se ve también a unas personas con camisetas blancas, contratadas para hacer ondear banderas nacionales compradas ese mismo día por el equivalente a seis euros. Muchas agencias de empleo de Kiev contratan este «trabajo» para las celebraciones, que ya se habían iniciado el día anterior.

En vísperas del Día de la Independencia, las autoridades ucranianas insistían en la necesidad de un desfile militar para “mostrar a Putin nuestra fuerza«. En realidad, todo el espectáculo se adapta para un único espectador. Una «isla» de nacionalismo triunfante en una ciudad semi-desierta parece algo surrealista. Los paramilitares en Flecktarn esperan felices que los vehículos militares exhibidos se pongan rápidamente en movimiento en Donbass «para matar allí a todos los separatistas y Sovoks” (término despectivo para los  prosoviéticos). Se ven varias decenas de Humwees de producción estadounidense, tanques y sistemas de misiles, como los que casi diariamente se lanzan contra los pueblos mineros de Donbass para castigar a los civiles y milicias locales por su «elección equivocada«. También se muestran lanzacohetes de tipo «Buk» lo que chocó a algunos observadores internacionales. Porque, tras el derribo del avión de Malasia en julio de 2014, la cúpula militar de Ucrania trató de convencer a los medios de comunicación de que el país ya no poseía tales armas (supuestamente la última batería había sido vendida a Georgia).

La retórica militarista y la promesa «de castigar a los terroristas y separatistas«, dominan en los discursos de los políticos que así anuncian la próxima ola de la guerra civil. A diferencia de los paramilitares y funcionarios, los portadores de banderas contratados dan la impresión de estar aburridos, o medio dormidos después de permanecer de pie durante horas bajo la supervisión de los organizadores. Se abstienen de cualquier declaración y alejan con timidez sus rostros de las cámaras. Discursos patéticos sobre los «anticuados clichés socialistas» y «nuestros insidiosos enemigos» se funden en gran medida con el silencio.

Cuanto más dependiente es de facto un país, más histérica se vuelve la propaganda patriótica de su gobierno. La «independencia» de la mayoría de las semi-colonias económicamente oprimidas por las fuerzas imperialistas es sólo nominal, limitada a la bandera nacional, el himno y el escudo. Este tipo de cosas también se pueden ver aquí: consignas patrióticas tales como «Ucrania por encima de todo«, «Gloria a los Héroes» y los símbolos nacionales son omnipresentes. Mientras, todo en las áreas importantes de la vida se resuelve desde el exterior. El único aspecto que queda de la soberanía es el simbolismo. Por eso se insiste constantemente en él por parte de todos los medios de comunicación.

Durante los últimos 25 años de «independencia» Ucrania ha perdido su soberanía, y la mayoría de los ucranianos (incluidos algunos nacionalistas) son muy conscientes de ello. Esta es la razón por las que las nuevas fiestas nacionales nunca han sido particularmente populares en comparación con las antiguas fiestas soviéticas u otras fiestas religiosas o locales. La población es consciente de que su país no está gobernado por el pueblo de Ucrania: De facto, los gobernantes son nombrados por las autoridades de Estados Unidos y de la UE. Ya antes de los acontecimientos de Maidán, Ucrania había perdido diez millones de habitantes (el 20 por ciento de la población total). El producto interior bruto todavía no ha alcanzado el nivel de 1990. Muchos ucranianos ven que las instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional imponen al país medidas de austeridad impopulares. Por lo tanto, la respuesta ante símbolos y fiestas decorativos es generalmente escéptica.

Al desfile oficial le sigue otro – una columna de paramilitares de ultra derecha y de voluntarios de ONG (preocupados por la provisión de suministros militares) marchan en medio de gritos de «Gloria a Ucrania«. Mientras tanto, el grupo de abanderados contratados se disuelve. Una mujer, que actúa con pose patriótica, se dirige a los transeúntes por si quieren comprar al menos un lazo con los colores nacionales o una pequeña bandera, ya que apenas ha ganado algo ese día. Un anciano bromea mientras pide una limosna: «¿Día de la Independencia? Eso significa que nada depende ya del pueblo. ¿No tiene alguna moneda suelta?«, repite.

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