A primeros de febrero de este año, Daniel Boffey tomaba en The Guardian el testigo de otros periodistas anglosajones, como Carlotta Gall, en el relato de las hazañas del Batallón Bratstvo. En su artículo, el periodista se refiere a la Hermandad de Dmytro Korchinsky como “un grupo de voluntarios de las fuerzas especiales ucranianas”.
Como recogían las crónicas previas de Gall en The New York Times, Bratstvo se ha especializado en acciones de penetración en territorio bajo control del ejército de la Federación Rusa, ocasionalmente en territorio ruso. En diciembre de 2022, durante una de esas misiones, cuatro miembros del grupo caían en la región de Bryansk, después de introducirse una decena de kilómetros más allá de la frontera rusoucraniana. A pesar de las bajas de diciembre, las intenciones militares de Bratstvo siguen orientándose a “llevar la lucha” ucraniana “más allá de las áreas ocupadas de su país, y adentrarse en Rusia”. El objetivo declarado: tensionar, desmoralizar y poner nervioso al comando ruso.
El relato de Boffey es en realidad el de sus interlocutores y, como tal, refleja en parte el gusto por la ficción de la intelligentsia orgánica de la organización fundamentalista de Korchinsky. No falta por ello la sobreactuación, por ejemplo, en la mención al “escalofrío colectivo al pensar en ellos” que se sentiría en “las capitales occidentales”. ¿Puede realmente creerse que la tarea de Bratstvo “abarca desde el secuestro de altos funcionarios del Kremlin hasta la destrucción de infraestructura militar clave y el derribo de aviones enemigos en territorio ruso”? Historias o acciones “extraordinarias en su audacia”, según Boffey.
Entre las operaciones realizadas, el periodista de The Guardian incluye la que sus contactos señalan como más exitosa hasta el momento. Según el relato, en torno a diciembre del pasado año, un comando de Bratstvo, compuesto por cinco hombres, asumió ”la tarea de destruir un helicóptero ruso que transportaba a funcionarios de alto rango del Ministerio del Interior ruso”. Dispararon “desde un sistema portátil de misiles antiaéreos a un helicóptero desde una distancia de 4 km. Desafortunadamente, no vimos el golpe porque estábamos tan lejos, pero escuchamos la explosión. Y luego huimos rápidamente de nuestras posiciones. Dejamos atrás el trípode utilizado para el sistema portátil de misiles antiaéreos”. A finales de noviembre, en un artículo de Carlotta Gall sobre Bratstvo, su comandante Oleksiy Serediuk mencionaba ya el derribo de un helicóptero ruso como uno de los principales éxitos de sus grupos de reconocimiento y sabotaje. Sin embargo, no hay noticias de la muerte de miembros de alto rango del Ministerio del Interior ruso ni cambios de personal que pudieran confirmar ese supuesto éxito contra ese determinado objetivo.
Otra acción en Rusia se habría desarrollado a finales de diciembre o primeros de enero en la región de Belgorod. En este caso, la misión era capturar o asesinar a un alto mando del FSB. Según el interlocutor, fracasado el intento de emboscada por incomparecencia del alto mando en la ruta prevista, en su precipitada vuelta a Ucrania el comando de Bratstvo habría asesinado a tres guardias fronterizos rusos y capturado a otro, entregado con posterioridad al ejército ucraniano. Según Boffey, los miembros de estos comandos de reconocimiento y sabotaje “determinan dónde se encuentran las rutas seguras hacia Rusia examinando el movimiento del ganado o siguiendo el consejo de quienes practicaban el contrabando antes de la guerra”.
Ninguna de las numerosas acciones mencionadas en el artículo ha sido verificada de forma independiente por el periodista de The Guardian, pero el relato sí es indicativo tanto de la facilidad con la que Ucrania logra colocar su discurso en la prensa como del papel asumido por Bratstvo en el desarrollo de las acciones de reconocimiento y sabotaje al otro lado del frente controlado por Ucrania, no necesariamente en territorio ruso. Se trata de acciones realizadas en pequeños grupos de cuatro o cinco personas, como el compuesto por el grupo desmantelado en la región de Bryansk.
Respecto a este comando, el artículo aporta algunos aspectos de particular interés como la participación del grupo caído en Bryansk, liderado por Yuriy Horovets (Svyatosha), en misiones de reconocimiento en el área de Chernóbil durante la ocupación rusa. Dado que las fuerzas rusas abandonaron el área a finales de marzo, esto indica que la participación de Bratstvo en este tipo de misiones se empieza a desarrollar desde las primeras fases de la guerra rusoucraniana, reflejo de la relevancia de la relación de su líder, Dmytro Korchinsky, con los máximos responsables militares ucranianos. También resulta de interés comprobar que no fueron ni las pistas del ganado ni consejos de contrabandistas sino directamente un guía quien llevó al comando de Svyatosha hacia el área de Bryansk en el que el grupo finalmente cayó. La autonomía logística del grupo resultaba por tanto más limitada de lo que pretenden reflejar sus líderes.
El comandante Oleksiy, principal interlocutor de Boffey en Kiev, señala en la entrevista que el comando fue filmado momentos antes de emprender su misión, poniéndose su uniforme de «camuflaje de nieve» y preparando sus armas. Oleksiy preguntó al líder del grupo, Yuriy Horovets “¿Cómo te sientes?” a lo que éste respondió: “Este es mi sueño. Estoy haciendo la operación con la que soñé toda mi vida’. Todos estos muchachos eran muy brillantes y estaban muy motivados”. Según se observa en el vídeo anexado por The Guardian, el objetivo real de la operación podría haber sido la voladura de un tren en el territorio de la Federación Rusa.
Las referencias al comandante “Oleksiy”, de 39 años y que señala trabajar en la “inteligencia”, hacen pensar en Oleksiy Serediuk, uno de los personajes más cercanos al líder de la Hermandad, Dmytro Korchinsky. Serediuk ha sido una referencia habitual en los artículos de Carlotta Gall.
Dos rasgos llamativos deben mencionarse en la acción de Bratstvo en el contexto relatado en el artículo de The Guardian. Una de ellas tiene que ver con la incorporación de gente muy joven a estas acciones. Los miembros del grupo que menciona Boffey, bajo la dirección de Oleksiy, incluyen a dos personas de 23 y 21 años (Taras y Vladyslav). Un joven de 19 años, Bohdan Lyagov, formaba parte del grupo caído en Bryansk. Según Oleksiy, Bratstvo “recluta principalmente a civiles, o selecciona a los más brillantes de otros batallones voluntarios” para sus acciones de sabotaje.
Un segundo rasgo a destacar es la vinculación con la unidad de Korchinsky de un amplio grupo de voluntarios no ucranianos. En la última de sus habituales crónicas sobre Bratstvo, el 8 de enero, Carlotta Gall publicaba en The New York Times un artículo sobre la participación de voluntarios de la Federación Rusa comprometidos con el lado ucraniano en la guerra, incluyendo según la autora a algunos exiliados “entre ellos nacionalistas rusos y neonazis que se oponen a Putin”. Según Gall, muchas “de sus operaciones son encubiertas, incluidas peligrosas misiones de reconocimiento o sabotaje detrás de las líneas rusas”. El artículo incluye fotografías de Ivan Prickett en el que se observa precisamente a voluntarios rusos retornando, en el área de Jersón, de misiones de reconocimiento junto al grupo Bratstvo.
Se trata de miembros del RDK (Cuerpo de Voluntarios Rusos), grupo liderado por Denis Kapustin, White Rex o Nikitin, definido por Gall como un “nacionalista ultraderechista”. Según Gall, Bratstvo ”ayudó al regimiento ruso a encontrar un papel no muy diferente al de otros batallones étnicos, operando detrás de las líneas rusas y realizando misiones de reconocimiento y sabotaje para el ejército ucraniano”. El propio Kapustin participaría en estas misiones. En su balance anual de actividades, el RDK confirma su participación en “Actividades subversivas y la realización de tareas especiales en dirección sur [región de Jersón al otro lado del Dniéper] junto a los soldados de Bratstvo”.
En un artículo anterior de Gall publicado el 21 de noviembre de 2022, la periodista ya ofrecía pistas de la colaboración del RDK con el grupo fundamentalista ucraniano. Además de observarse fotos de voluntarios con la insignia del RDK, el artículo hacía entonces referencia a la participación en las operaciones de Bratstvo de “un grupo de voluntarios rusos, refugiados políticos que habían estado viviendo en Ucrania durante varios años y habían tomado las armas del lado de los ucranianos”.
Pero no sólo hay exiliados ultraderechistas de la Federación Rusa entre los voluntarios de Bratstvo, sino también militantes procedentes de países occidentales. Uno de ellos, procedente de Estados Unidos, Flash, murió en una de las acciones de incursión desarrolladas por el grupo a finales de 2022.
En su crónica, Boffey menciona que el comandante Oleksiy y sus hombres “saben muy bien que el gobierno ucraniano negará tener conocimiento de ellos”. Sin embargo, los voluntarios de Bratstvo han estado asignados a unidades militares oficiales desde el principio de la guerra. El propio Boffey es consciente de ello cuando señala que los voluntarios de Bratstvo ”tienen un estatus peculiar, técnicamente independientes del ejército de Ucrania pero que operan codo con codo con las fuerzas oficiales”. Para él, no obstante, lo relevante es que su indefinido estatus hace posible la negación.
Una negación que resultaría bastante improbable de sostener al confrontarse con los hechos, tal y como revela, por ejemplo, el relato en la prensa del ataque ucraniano contra un puesto de mando avanzado del ejército de la Federación Rusa realizado entre el 23 y el 24 de enero en la zona de Novaya Kajovka. Se trata probablemente de uno de los más importantes de los reivindicados públicamente por Bratstvo desde el inicio de la guerra. De acuerdo con fuentes del propio Ministerio, esta acción se atribuye a “fuerzas especiales de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania”, apoyada por las Fuerzas Armadas de Ucrania. La crónica señala que durante la redada, los oficiales de inteligencia militar cruzaron el río y llegaron a la orilla opuesta, consiguiendo destruir el edificio donde se encontraba el puesto de mando con granadas. Los miembros de Bratstvo eran a todos los efectos parte de esas “fuerzas especiales”, tal y como muestran los vídeos paralelos difundidos tanto por el grupo como por el Ministerio de Defensa.
La vinculación al Ministerio de Defensa de Ucrania de unidades como Bratstvo también se observa en el caso del RDK y de otros grupos similares. En esa línea, una noticia de Remix.news hacía referencia hace pocos días a la creación de la Legión Voluntaria Polaca, en dependencia directa del mencionado ministerio ucraniano. La unidad se encargará de acciones de reconocimiento y sabotaje y solo aceptará a los soldados más experimentados, incluidos voluntarios que han luchado contra Rusia.
Según Remix.news, la unidad polaca cooperará con otra similar formada por soldados rusos, precisamente la constituida por los ultraderechistas y neonazis del RDK. Esta formación constituiría, junto al BDK del Cuerpo de Voluntarios de Bielorrusia y la nueva Legión Voluntaria Polaca, la base de conformación de diversas unidades de alrededor de una docena de soldados dirigidas a participar en misiones especiales al otro lado del frente. Otra unidad de estas características, en este caso alemana, estaría igualmente en fase de conformación.
Remix.news señala que la conformación de estos grupos de operaciones especiales se realiza en todos los casos al margen de la llamada Legión Internacional ucraniana. En este contexto, el papel de Bratstvo como grupo de referencia o de coordinación para estas unidades extranjeras alcanza una relevancia que difícilmente parecía esperable en una organización de apariencia marginal como la liderada por Dmytro Korchinsky.
Boffey insiste en su artículo que puede parecer extraño que un batallón como el del comandante Oleksiy permita que sus historias se escuchen en público. Pero, como corresponde a un grupo de provocadores político-militares, la difusión externa es el sentido último que tiene la actuación de Bratstvo. Transmitir su mensaje es precisamente lo que este grupo busca a través de los periódicos anglosajones, en este caso afirmar que “es muy fácil para nosotros cruzar la frontera rusa” y que, más allá de las dudas de los gobiernos occidentales, Ucrania tiene “la capacidad de atacar a Rusia en Rusia”. Bratstvo precisa de esta presencia mediática para constituir un referente en el proceso de reclutamiento de nuevos combatientes. Y también para seguir participando de los fondos económicos privados que llegan a los distintos batallones de voluntarios en Ucrania.
Sin embargo, tras la muerte del comando de Bryansk, “nuestros mejores combatientes”, según señalaba en su momento Serediuk, o la del estadounidense Flash, no parece que el mensaje optimista sobre las capacidades militares de Bratstvo sea por completo cierto. En la acción desarrollada entre el 23 y el 24 de enero, en la zona de Novaya Kajovka, en la orilla este del Dniéper, otros dos militantes de Bratstvo sufrieron heridas graves. En una entrevista el pasado 14 de febrero, Korchinsky comentaba la desgraciada pérdida para su grupo que supuso la caída de Bryansk. A pesar de ello, señalaba que “Tenemos mucha gente … todavía hay algunos dignos”. Las fuerzas especiales de Ucrania seguirán, por tanto, con las actividades previstas.
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