A lo largo del día de ayer, la situación en Krasny Liman, actualmente el principal foco de la ofensiva ucraniana, continuó hacia su conclusión lógica. El viernes por la mañana, mientras se preparaban para celebrar la adhesión de la zona a Rusia, los corresponsales de guerra más conocidos advertían desde Moscú de la situación crítica en la que se encontraba la localidad. Desde que la rápida ofensiva ucraniana expulsara a las tropas rusas de Izium, que causó la precipitada retirada de las tropas rusas y republicanas de la región de Járkov en la peor derrota militar rusa en esta guerra, Ucrania había puesto como principal objetivo la captura de Krasny Liman. Bajo control ucraniano desde el verano de 2014, Liman, como la llamó en este tiempo Ucrania para eliminar la referencia al rojo (krasny en ruso), fue capturada por las tropas rusas en su ofensiva de Donbass el pasado verano. Como parte de un avance desde diferentes frentes hacia Slayansk-Kramatorsk, la ciudad debió convertirse en uno de los ejes de una futura ofensiva sobre la aglomeración urbana más importante del norte de Donetsk.
Sin embargo, la relativamente sencilla captura de Krasny Liman no se tradujo en más avances territoriales en la zona norte. Lo mismo ocurrió con Izium, desde donde las tropas rusas no lograron avanzar durante meses, exponiéndose finalmente a la ofensiva de una Ucrania mejor armada que en el momento en el que la ciudad pasó a encontrarse bajo control ruso. Aunque Rusia trató de escudarse en el desequilibrio de fuerzas, resaltando la cantidad de reservas que las Fuerzas Armadas de Ucrania habían empleado para la ofensiva, el fracaso en la región de Járkov, definitivo e irreversible, debe achacarse también a otros factores.
Las carencias logísticas, injustificables teniendo en cuenta la cercanía a la frontera, han quedado en evidencia y hacen cuestionar la capacidad de las tropas rusas a la hora de defender lugares como la ciudad de Jerson, con situaciones geográficas que complican el suministro y donde Ucrania ataca nuevamente, ahora con más medios y con más peligro. Ante todo, las tropas ucranianas han demostrado una superioridad táctica que hizo del contraataque de Járkov una guerra relámpago comparada con los lentos avances con los que Rusia había capturado la zona, especialmente la estratégica ciudad de Izium.
En las tres semanas que transcurrieron entre el avance ucraniano sobre las zonas de Járkov bajo control ruso y los últimos días, en los que ha quedado claro que el destino de la ciudad estaba escrito, el comando ruso no ha logrado preparar una defensa con garantías para defender una localidad que es clave en el desarrollo de los acontecimientos. A lo largo del viernes, cuando se hablaba ya de cerco y no de cerco operativo como en días anteriores, fuentes rusas hablaban del envío de refuerzos, ya fuera para desbloquear la ciudad o para tratar de mantenerla. Antes, las fuerzas de la RPD en la ciudad afirmaban estar luchando “hasta sus últimas fuerzas”. Pero como ya ocurriera en Izium, esos refuerzos solo han podido, si es que lo han conseguido y una parte de la guarnición republicana (cuyos números jamás llegaron a los 5000 efectivos que ayer afirmaba Ucrania) ha conseguido escapar al completo, cubrir la retirada.
Ayer por la mañana, los corresponsales de guerra rusos hablaban de cerco operativo y de intento de la artillería rusa de desbloquear la carretera Krasny Liman-Svatovo. Pero apenas unas horas después, Ucrania hablaba ya de cerco y comenzaban a publicarse imágenes de los soldados ucranianos izando las banderas ucranianas en diferentes zonas de la ciudad. Por la tarde, el mando ruso confirmaba que había abandonado la localidad para evitar que las tropas resultaran sitiadas. Queda aún por valorar el coste que ha supuesto esta defensa fallida de Krasny Liman en términos de pérdida de equipamiento, personal caído o herido en combate o la cifra de soldados que no pudieron escapar del cerco. Como en otros lugares, la población civil se encontrará ahora expuesta a la voluntad de Ucrania de castigar a los “colaboracionistas”, término que Kiev tiene ahora la capacidad de definir a discreción.
Hace unos días, un artículo publicado en The New York Times comparaba la situación en Krasny Liman y Artyomovsk (Bajmut para Ucrania), que las tropas rusas, fundamentalmente los mercenarios de la empresa de seguridad privada Wagner, llevan meses tratando de capturar. Pero la situación puede compararse también con la localidad de Seversk, a escasos kilómetros de Krasny Liman. Desde julio, las tropas rusas trataban también de capturar la localidad. La completa ausencia de avances queda demostrada en la seguridad con la que Ucrania mantiene el control, tanta que fue capaz de enviar desde allí efectivos para apoyar la toma de Krasny Liman.
La defensa rusa y republicana logró evitar que la caída de Krasny Liman se produjera el día en el que el presidente ruso anunciaba la adhesión de la RPD a Rusia. En términos políticos, la pérdida de la localidad no supone cambio alguno. El reconocimiento ruso de la independencia de la RPD y su posterior adhesión a Rusia no se refiere al territorio actualmente controlado por la República, sino a las fronteras administrativas del oblast de Donetsk. Rusia ha repetido esta semana que la operación militar especial se prolongará hasta lograr el control de toda la RPD, gran parte de cuyo territorio se encontraba ya bajo control ucraniano.
Con su firma el viernes de la adhesión de los territorios a Rusia, Moscú se comprometió a lograr ese objetivo. La tarea es ahora aún más difícil. La pérdida de Krasny Liman implica el paso a una fase defensiva crítica para Donbass. Rusia, que en las tres semanas posteriores a la ofensiva ucraniana en Járkov no ha logrado estabilizar el frente ni revertir la grave situación militar, tendrá ahora que olvidar cualquier avance sobre sueños imposibles, entre ellos Slavyansk, para centrarse en objetivos más realistas. Los próximos días mostrarán si se ha creado unas defensas con garantías en lugares como Rubezhnoe, Lisichansk, Severodonetsk, Kremenina o Svatovo. El precedente de Krasny Liman lo cuestiona. Zelensky ha prometido ya más banderas ucranianas en el este de Ucrania a lo largo de esta semana. Frente a lo que erróneamente se creyera el pasado julio, la guerra no solo no ha terminado en la región de Lugansk, sino que la batalla está ahora a punto de empezar.
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