Varios son los líderes que pretenden convertirse en el principal mediador entre Rusia y Ucrania en busca de un acuerdo entre los dos países. El primer ministro israelí Naftali Bennett, que llegó a viajar a Moscú para tratar la cuestión directamente con Vladimir Putin es uno de los mejor posicionados. Es más, Volodymyr Zelensky ya ha propuesto Jerusalén como lugar prioritario para esa reunión con Vladimir Putin que el presidente ucraniano lleva tantos meses ansiando. Sin embargo, Bennett cuenta con la competencia de Recep Tayyip Erdoğan, siempre dispuesto a pescar en río revuelto en su intento de aumentar su influencia en el espacio postsoviético, ya sea en Ucrania, las zonas de mayoría musulmana de Rusia o los países de Asia Central.
El viernes, el presidente turco se refirió al estado de las negociaciones entre Rusia y Ucrania, que actualmente transcurren de forma telemática y sin el exagerado e injustificado optimismo de hace dos semanas. Las percepción del mandatario turco coincide con las expectativas de una negociación que parte de unas contradicciones difícilmente superables entre las partes, pero en las que la situación actual sí se presta a un acuerdo en varios de los puntos. Según Erdoğan, Rusia y Ucrania están cerca de un acuerdo en cuatro de los seis puntos alrededor de los que giran las negociaciones: el rechazo a la OTAN, la desmilitarización, las garantías de seguridad y el estatus de la lengua rusa.
No hay ninguna sorpresa en esos puntos. La OTAN ha dejado claro a Ucrania que no será admitida en la Alianza a corto o medio plazo, por lo que esa renuncia no es más que la aceptación de un hecho consumado, como lo es también la desmilitarización o rechazo a desplegar armas ofensivas (en realidad esta condición se refiere más a la negativa a construir bases militar extranjeras). Por supuesto, la eliminación de la discriminación de la lengua rusa supone únicamente la exigencia de que Zelensky cumpla sus promesas electorales.
El presidente turco no mencionó la cuestión de la desnazificación -que aunque Rusia no ha definido de forma explícita, supondría, cuando menos, la ilegalización de grupos como el batallón Azov y sus estructuras asociadas, que han sido integradas en el Estado-, pero sí mencionó que Ucrania no está dispuesta a aceptar la soberanía rusa sobre Crimea ni la independencia de Donbass. Esos puntos, sin los que es improbable que Rusia vaya a aceptar un acuerdo, pero que Ucrania no está dispuesta a negociar, hacen inviable la negociación entre las partes en estos momentos salvo que Moscú acepte la postura de Kiev de tratar ahora las cuestiones militares y postergar las cuestiones políticas para una reunión entre presidentes. Kiev busca así una vuelta a la dinámica de Minsk que ha probado que una tregua no puede sostenerse si no se produce en el marco de un acuerdo político.
El principal negociador ruso, Vladimir Medinsky, se refirió ayer al estado de las negociaciones y a la postura rusa. “Sin desmilitarización y desnazificación de Ucrania, reconocimiento de Crimea y Donbass, es improbable que se concluya un acuerdo con Kiev. Rusia insiste en un acuerdo completo en el que, además del estatus de neutralidad de Ucrania y garantías de seguridad, se plasmen posiciones que son vitales para Rusia”, afirmó Medisnky reafirmando que la posición de Moscú no ha cambiado.
La conclusión clara en estos momentos es que, ante un acuerdo improbable a corto plazo, la guerra continuará. Moscú confirmó ayer algo que ya puede observarse sobre el terreno: que va a centrarse en la liberación de Donbass. La batalla de Mariupol y expulsar al Ejército Ucraniano, que cuenta allí con decenas de miles de tropas de algunas de sus mejores unidades, de las zonas de Donetsk aún bajo su control serán las prioridades de los próximos días y semanas.
El escenario de una guerra a largo plazo, sin posibilidad de una guerra relámpago para Rusia o la retirada rusa que exige Ucrania supone la planificación de diversos escenarios. El canal de Telegram Legitimny, fuente fiable de análisis desde el punto de vista ucraniano, aunque crítico con el Gobierno, planteaba ayer las perspectivas para el Estado ucraniano.
Nuestra fuente informa de que la guerra va a continuar. Todos en ciertos círculos lo saben. Hemos hablado con expertos independientes que han valorado sobriamente la situación. Hemos basado este análisis en ellos.
- Quien dirige la crisis ucraniana busca otros objetivos (no está interesado en un acuerdo entre los dos países, igual que no estaba interesado en la implementación de los acuerdos de Minsk).
- Occidente no quería a Ucrania antes (de ahí que nos dieran solo el dinero necesario para seguir existiendo) y ahora, destruida, nuestros “socios” ya no nos necesitan. Para Occidente, es mejor dar Ucrania a los rusos, condenados a quedarse con problemas internos perpetuos y la necesidad de invertir grandes cantidades de dinero en la restauración de las infraestructuras ucranianas. En estos momentos, Occidente va a seguir poniendo dinero para poder blando y para remover la situación desde dentro (que es más barato y da más beneficios).
- Simplemente no se permitirá a Zelensky cumplir las exigencias rusas (la independencia de la RPD/RPL, reconocimiento de Crimea como parte de la Federación Rusa, garantía de mantener el suministro de agua a Crimea, el ruso como segundo idioma del país, desnazificación -prohibición de Azov y batallones similares y su condena (aunque ahora sean héroes de las Fuerzas Armadas de Ucrania). Todo ello sería percibido como una rendición.
Las soluciones son las siguientes:
- Continuar la guerra hasta el último ucraniano y hasta la última ciudad. Habrá muchas víctimas, todo el país acabará en ruinas. Esta estrategia da esperanzas para Occidente de conseguir apretar a Rusia, pero, como vemos, nada de eso está ocurriendo ahora mismo. La economía rusa ha resistido y el rublo incluso se está recuperando.
- Dimitir sin aceptar las condiciones de la Federación Rusa y Yanukovich se convierte en presidente (al menos salvaría la soberanía de Ucrania). Aunque esto es improbable.
- Rendirse con garantías de paz. Esto también es debatible, teniendo en cuenta que las garantías de paz no valen nada hoy en día.
La conclusión es que ninguna estrategia es beneficiosa para Ucrania. pero cada una tiene sus ventajas. La primera cuenta con la pequeña esperanza de victoria, aunque al precio de grandes sacrificios. Puede que no haya victoria y las víctimas quedarán. En el caso de las dos segundas, está la preservación del país, sus ciudades, monumentos, infraestructuras y salvar a miles de civiles.
Por el momento, y a la espera de la entrega de más armas, Kiev parece optar por la primera opción. Jactándose de victorias reales o imaginarias y contraataques que se producen fundamentalmente en el frente mediático, el Gobierno de Zelensky continúa exigiendo apoyo incondicional y sin restricciones a sus socios de la OTAN. Y cómodo en su estrategia de dilatar unas negociaciones en las que únicamente quiere tratar los temas militares o cuestiones políticas secundarias, Kiev continuará simulando actividad en una negociación en la que ambas partes deben de ser cada vez más conscientes de que el acuerdo seguirá siendo imposible hasta que una de las partes se encuentre al borde de una derrota militar.
Comentarios
Aún no hay comentarios.