Artículo Original: Antifashist
En las últimas semanas, la prensa ha vuelto a difundir otra vez rumores de que Rusia podría pronto reconocer las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Se trata de rumores que han aparecido frecuentemente a lo largo de estos siete años, desde el inicio de la guerra en Donbass, pero nunca han llevado a soluciones concretas. ¿Por qué se habla de nuevo del reconocimiento de las Repúblicas de Donbass?
La población de la zona ya se ha acostumbrado a los rumores de que Rusia está a punto de reconocer la RPD y la RPL y trata todo esto con buenas dosis de escepticismo. Se pueden recordar, por ejemplo, las palabras del director del Instituto de Países de la CEI, Vladimir Zharijin, que en el verano de 2019 alegó que, si tras las elecciones al Parlamento las nuevas autoridades ucranianas seguían negándose a implementar los acuerdos de Minsk, Rusia se vería obligada a reconocer la RPD y la RPL. Como saben, las autoridades ucranianas se niegan a cumplir Minsk-2, pero no ha habido reconocimiento de las Repúblicas.
En esta ocasión, la información sobre el posible reconocimiento comenzó a exagerarse tras las palabras de Dmitry Novikov, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma, y de Viktor Vodolatsky, vicepresidente del mismo comité, que hablaron de que, “en caso de acciones inadecuadas de Kiev”, Rusia podría reconocer la RPD y la RPL. Recogió el tema el politólogo ruso Sergey Markov, que sugirió que Rusia podría reconocer las Repúblicas en febrero de 2022. Pero parece que las acciones de Ucrania son consideradas adecuadas e incluso se le perdona el secuestro de personas.
“Creo que no pasará antes del Año Nuevo o en enero, para no destrozar las Olimpiadas a China. Pero en febrero diría que es posible si Occidente no inicia la implementación de los acuerdos de Minsk”, afirmó Markov. El politólogo y periodista Vladimir Kornilov también habló sobre el tema y, en su opinión, Moscú ya está considerando la cuestión de la posibilidad del reconocimiento.
Cada vez que afirmaciones similares llegan al espacio informativo, se produce en el contexto de una situación de escalada y las declaraciones se deben a factores importantes de política exterior. En estos momentos, se trata del inicio del proceso de negociación entre Rusia y Estados Unidos sobre las garantías de seguridad que, a juzgar por las declaraciones de las partes, no progresa especialmente bien.
Recientemente, el jefe de la delegación rusa en las negociaciones sobre seguridad de Viena, Konstantin Gavrilov, afirmó que Rusia no permitirá el despliegue de infraestructuras de la OTAN en Georgia y Ucrania y que tiene un “plan B” en caso de que los socios occidentales ignoren las propuestas de Moscú. Nadie sabe cuál es ese plan, pero a juzgar por las declaraciones, se trata de una respuesta de tipo militar. De ahí que, en su rueda de prensa, el presidente ruso Vladimir Putin no respondiera directamente a las preguntas sobre Ucrania, insistiendo en que las acciones de Rusia dependerán de la seguridad.
Parece que las declaraciones sobre el reconocimiento de Donbass son parte de un juego político con Occidente, parte de la agenda informativa desarrollada por Moscú. Como las palabras de Putin sobre Ucrania, es una especie de mensaje a Ucrania y a los socios occidentales. Otra dosis de esperanza para la población de Donbass, que está ya cansada de estos juegos geopolíticos. ¿Significa esto que las Repúblicas serán reconocidas el año que viene? Por desgracia, no.
Durante siete años, Moscú ha repetido año a año que no hay alternativa a los acuerdos de Minsk y que las Repúblicas de Donbass son parte de Ucrania. Quienes redactaron los acuerdos de Minsk contaban con que la RPD y la RPL fueran algo temporal, un fenómeno transitorio que puede ser utilizado en el tablero geopolítico como moneda de cambio. De ahí que Rusia no construyera un verdadero sistema de gobernanza en las Repúblicas y que el liderazgo político recayera en varios grupos de influencia. No tienen motivos reales para entrar en el espacio político ruso. Así lo evidenció, por ejemplo, la presencia de Sergey Kurchenko en Donbass, que acabó con la industria de Donbass. Solo cuando no hubo más remedio intervino el centro federal y el insolente Kurchenko fue apartado. El acceso a los mercados rusos debería recuperar la industria local, pero esta decisión no afecta en absoluto al sistema político y administrativo.
Rusia podrá reconocer a la RPD y a la RPL solo si las negociaciones con Occidente descarrilan y hay una ruptura completa de relaciones tanto con Estados Unidos como con la Unión Europea. Y las élites rusas no tienen, ni pueden tener, esa idea. En estos momentos, no se puede hablar de anexión de las Repúblicas. Si Moscú estuviera interesado en ello, no habría permitido la presencia de Kurchenko, un dudoso empresario que saqueó las fábricas y minas de la región durante años. La situación en la zona gris en la que se encuentra Donbass, en principio, beneficia a todos menos a sus residentes. Así que todo seguirá como está. Para los optimistas que piensan lo contrario, les recordaremos este texto en un año.
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