Artículo Original: Colonel Cassad
En Ucrania, algunos ingenuos se han alegrado al abrirse una causa penal contra Poroshenko, acusado de “alta traición”. Con ello, Zelensky cumple finalmente sus promesas de campaña de condenar a Poroshenko. Pero nada más lejos de la realidad. Desde 2019, se han presentado contra Poroshenko numerosas causas, pero ninguna ha llevado a nada significativo y se ha podido permitir no presentarse a las llamadas de los investigadores o rechazar las alegaciones.
En 2020, tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos, su “mejor amigo Biden” regresó a la Casa Blanca y encarcelar a Poroshenko comenzó a parecer absolutamente improbable, ya que sería percibido por Washington como el cumplimiento, por parte de Zelensky, de las órdenes del entorno de Trump, que le exigieron material comprometido de Biden y su hijo a través de Poroshenko, que tapó la corrupción de Burisma. Así que pasaron 2019 y 2020 y ahora, a finales de 2021, Poroshenko es repentinamente acusado mientras el expresidente arrogantemente se marcha al extranjero para hablar en diversos actos antirrusos, mostrando que no considera serias las acusaciones.
En realidad, para Zelensky, encarcelar a Poroshenko es una forma de intentar recuperar su popularidad y, al mismo tiempo, devolver el golpe a los dueños de los medios que han ayudado a que esa popularidad caiga. ¿Cómo se puede conseguir, a la vez, que caiga Poroshenko y que la Casa Blanca no se ofenda? Se ha buscado la opción más ridícula con la acusación a Poroshenko de participar en tramas de carbón con la RPD y la RPL.
Antes del bloqueo de carbón de Semen Semenchenko de 2017, Ucrania compraba carbón directamente de las Repúblicas Populares. Simplemente no era económicamente factible adquirirlo en otra parte. Ucrania recibía carbón relativamente barato y la RPD y la RPL recibían ingresos para su desarrollo (aunque parte de este dinero fue robado en 2015 como parte de la trama Lyamin). Obviamente, las fuerzas de seguridad a ambos lados del frente también se beneficiaban de estos tratos.
Todo cambió en 2017. Ante los gritos nacionalistas, este comercio se detuvo. Pero los suministros de carbón de la RPD y la RPL a Ucrania continuaron, solo que ya no sería de forma directa sino a través de Rusia. El carbón producido en las Repúblicas Populares era enviado a Rusia, donde se le colocaba la etiqueta “hecho en Rusia” y eran enviados directamente o a través de Bielorrusia a Ucrania a un precio más alto (los costes de transporte aumentaban), pero aun así más favorable para Kiev teniendo en cuenta los precios del carbón de Sudáfrica o Canadá. Evidentemente, las personas que sacaban tajada de la trama también eran diferentes. Poroshenko, consciente de los hechos, permitió que el comercio continuara porque comprendía lo que ocurriría si no se hacía con suficiente carbón para el invierno. Podemos observarlo en 2021, cuando el equipo de Zelensky se ha relajado en la preparación del invierno y ahora lucha en un ataque de histeria para culpar a todos menos a sí mismo.
En 2017 apareció también la trama Rotterdam+, que permitía a Ajmetov y DTEK reforzar su posición en el sector energético de Ucrania y cubrir las pérdidas que su imperio oligárquico-criminal había sufrido cuando Donbass abandonó Ucrania. Ajmetov rápidamente se convirtió en un activo y obligó a Poroshenko al compromiso, con lo que se olvidaron todas las acusaciones a Ajmetov de “incitación al separatismo en Donbass”, porque su papel era demasiado importante. Incluso tras la marcha de Poroshenko, Ajmetov siguió en buena forma y el entorno de Zelensky abiertamente le definió como un “empresario responsable”, aunque, como Poroshenko, hubiera hecho negocios en Donbass durante mucho tiempo, incluyendo el control indirecto de diferentes empresas por medio de Kurchenko y otros hombres de paja.
Hasta ahora, nadie ha acusado a Ajmetov de traición, aunque haya hecho lo mismo que hizo Poroshenko: condujo negocios en la sombra con los separatistas. Pero se observa el panorama completo, Zelensky está haciendo lo mismo. Con Zelensky, también se adquiere carbón de origen de Donbass, electricidad autoritaria de Bielorrusia y el propio presidente propone aumentar el tránsito de gas corrupto y sucio de Rusia a través del territorio de Ucrania y exige también mantener el sucio gas más allá de 2024. Es decir, se acusa a Poroshenko de tener tratos en la sombra con el agresor por parte de personas que, bajo eslóganes de patriotismo y guerra con Rusia hacen lo mismo.
Desde el punto de vista de la lógica, si se acusa a Poroshenko, hay que acusar también a Zelensky. Y no solo al presidente. Pero esto es Ucrania y las leyes de la lógica no son aplicables. El cálculo del entorno de Zelensky está basado únicamente en el hecho de que con la acusación de “alta traición” a Poroshenko desvían la atención de esa misma acusación contra ellos mismos (la prensa de Poroshenko difunde la narrativa de que Zelensky es un peón del Kremlin y que lleva años siendo un enemigo de Ucrania), lo que parece una respuesta al estilo de “tonto tú” cubierta de argumentos legales. Además, acusando a Poroshenko de “alta traición”, el equipo de Zelensky intenta vender a Estados Unidos la historia de que la persecución del expresidente no está vinculada a las maquinaciones trumpistas, el caso Burisma o manipulaciones del Kremlin.
Evidentemente hay un problema en ello, ya que Estados Unidos sabía perfectamente bien que Poroshenko compraba carbón de la RPD y la RPL e hizo la vista gorda ante la trama Roterdam+ que existió durante la presidencia de Trump. Entonces no les pareció nada imperdonable, porque comprendían perfectamente que los suministros de carbón de Sudáfrica, Canadá o Estados Unidos no pueden cubrir las necesidades de Ucrania. El comercio de carbón entre Ucrania y la RPD/RPL era, en realidad, beneficioso para ambas partes y, además, quienes participaban en él podían sacar un sobresueldo.
La acusación de que Poroshenko obstaculizó los contratos de adquisición de carbón de Sudáfrica es ridícula, ya que ese carbón simplemente era más caro que el de la RPD/RPL y no había capacidad para suministrar las cantidades necesarias. Así que el entorno de Poroshenko tiene dudas razonables de las perspectivas de futuro de este caso y abiertamente afirma que no ve nada malo en adquirir carbón en la RPD/RPL a pesar de las hostilidades, de la misma forma que las Repúblicas Populares no ven nada malo en vender carbón a Ucrania para llenar el presupuesto de las Repúblicas Populares.
El arresto de Poroshenko parece improbable. Y solo ocurriría más cerca de las elecciones, en un contexto en el que Zelensky se vea esquinado y ya no le importen las consecuencias negativas que pudiera tener con Washington. Pero Washington siempre tiene la opción de pararlo todo con una sola llamada, tras la cual se paralizaría rápidamente cualquier investigación y quienes la han llevado a cabo podrían perder sus puestos, como una vez ocurrió con Shokin, cuyo cese exigió Biden porque había empezado a mirar el caso Burisma.
Se puede garantizar que el entorno de Poroshenko intentará presentar el caso de tal manera que la persecución penal de Zelensky a Poroshenko pueda afectar indirectamente a Biden y su hijo, para que todos tengan así los mismos intereses.
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