Artículo Original: Sergey Mirkin
El 13 de octubre, soldados ucranianos secuestraron a un observador del Centro de Control y Coordinación Conjunto (JCCC por sus siglas en inglés). El incidente debe ser considerado secuestro, no captura o arresto. El observador Andrey Kosyak se encontraba en territorio neutral, la llamada tierra de nadie situada entre las posiciones de la milicia de Donbass y las Fuerzas Armadas de Ucrania. Estaba supervisando el trabajo de retirada de minas en la carretera. El trabajo en sí y la presencia de observadores estaba acordada de antemano con las tropas ucranianas, por lo que esas tropas no tenían derecho a estar en ese territorio, ya que es neutral, y menos aún a tomar acción alguna contra el observador, ya que su estatus prevé inmunidad personal a cualquier ataque contra su vida, salud o libertad.
¿La orden del secuestro del observador fue dada en Kiev y se produjo con el conocimiento de los líderes de Ucrania? Hay diferentes versiones al respecto. Según la primera, la decisión la tomaron los propios soldados. ¿Cuáles fueron sus motivos? Puede que quisieran causar problemas, reírse de la milicia de la RPL. Los soldados ucranianos podrían estar, como suele pasar, bajo la influencia del alcohol o de las drogas. Da credibilidad a esta versión el hecho de que, en un primer momento, representantes ucranianos del JCCC prometieran devolver al secuestrado, pero que horas después se negaran a hacerlo. Es lo que afirma el representante de la RPL en las conversaciones de Minsk Rodion Miroshnik.
¿Qué ha podido pasar? Aparentemente, en unas horas se decidió no dejar marchar a Kosyak. Esa decisión solo se ha podido tomar al nivel político más alto, en la oficina del presidente Zelensky. ¿No era más fácil entregar al secuestrado a la RPL y tapar el escándalo? No es la tradición ucraniana. Si Kiev admite que el observador fue capturado por sus soldados por su cuenta, entonces habría que buscar a los culpables y castigar a sus comandantes por no haber controlado a sus subordinados. Eso causaría descontento entre los militares y la oficina de Zelensky teme enfrentarse a ellos. Kiev también tendría que admitir que tiene graves problemas de disciplina militar en las Fuerzas Armadas de Ucrania y eso destruiría el amado mito del “ejército más fuerte de Europa” de los políticos de Maidan. Además, los nacionalistas ucranianos y los nazis de todos los colores acusarían al equipo Ze de “plegarse a Donbass y Moscú”.
El 14 de octubre se celebró una marcha nacionalista en Kiev. Era antisemita y anti presidencial por naturaleza y se quemaron, por ejemplo, efigies de Zelensky. La puesta en libertad de Kosyak habría dado un ímpetu especial a las protestas. Así que decidieron fabricar una causa penal contra el observador del JCCC. Se acusa al secuestrado de participar en actividades de espionaje y supuestamente hay una causa criminal contra él en Ucrania en la que se le acusa de asesinato y de estar armado en el momento de la captura. Como observador, no tenía derecho a estar armado. Sobre esto último, le obligaron a confesar y publicaron la confesión. ¿Por qué asumir que le forzaron? Ucrania ha publicado una imagen del observador sentado en una trinchera, maniatado y con los ojos vendados. Quién sabe lo que los sádicos del SBU han hecho para conseguir que se incriminara.
¿Cuánto de realista hay en esta versión? Bastante. En un país en el que el presidente crea anarquía, los soldados y otros ciudadanos pueden simplemente tomar ejemplo de ello.
La segunda versión dice que el secuestro fue originalmente planeado y coordinado por el equipo Ze. ¿Para qué? A Zelensky no le ha gustado que el jefe adjunto de la Administración Presidencial rusa Dmitry Kozak se reúna con la subsecretaria de Estado de Estados Unidos Victoria Nuland para tratar la situación en Donbass. Es más, Nuland aceptó que se debe conceder estatus especial a Donbass. Y todo esto ocurre en el contexto del artículo del expresidente ruso Dmitry Medvedev, en el que escribió que es necesario negociar no con Ucrania, sino con Estados Unidos, ya que Ucrania solo es su vasallo. Y Zelensky en 2020 afirmó que, en el escenario internacional, nadie puede exigir a Ucrania conceder estatus especial a Donbass.
Puede que entonces el equipo Ze decidiera demostrar que, sin consultas con Kiev, no se puede solucionar la cuestión de Donbass. En otras palabras, podéis llegar a cualquier acuerdo que queráis, pero nosotros encontraremos la forma de sabotearlo. Es posible que Zelensky haya considerado el secuestro como una forma de presionar al Kremlin y conseguir la cumbre de jefes de Estado del Formato Normandía que Kiev tanto desea.
¿Es esta versión posible? Por una parte, parece que Zelensky no se va a arriesgar a jugar con Estados Unidos, Rusia o Alemania, pero, por otra, hace tiempo que el equipo Ze ha perdido el norte. Kiev intentó chantajear a Washington con un acercamiento a Pekín, así que se puede esperar cualquier cosa de Zelensky y su círculo.
Según la tercera versión, fue una jugada contra Zelensky. Simplemente no hay una buena forma para él de salir del secuestro de Kosyak. O provoca la ira de los nacionalistas y los militares al ponerle en libertad o es acusado de sabotear los acuerdos de Minsk y recibe una reprimenda, aunque no sea pública, de París y Berlín. ¿Quién puede estar detrás de esto? El llamado partido de la guerra, cuyos miembros piensan que se puede capturar Donbass por la vía militar. Puede que los oligarcas que teman que el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional adopte sanciones en su contra y los amigos del presidente o empresarios occidentales se queden con su negocio. Esta versión también es realista, Zelensky tiene muchos detractores.
En realidad, quién tomó la decisión y qué la provocó es secundario. Hay cosas más importantes. Para empezar, el destino de Kosyak que, cumpliendo su tarea de observador, acabó en manos de los servicios especiales de Ucrania y aparentemente está siendo maltratado. Es preciso que sea puesto en libertad cuanto antes para preservar su salud física y mental. En segundo lugar, es dudoso que Occidente y las organizaciones internacionales vayan a ayudar a liberarle. Por ejemplo, el representante especial de la OSCE Mikko Kinnunen afirmó a la prensa: “Los participantes en la reunión fueron informados del incidente ocurrido en la zona de separación de tropas de Zolotoe-Pervomaisk. En este momento, es importante evitar una escalada, así como hacer todos los esfuerzos posibles para que incidentes similares no vuelvan a ocurrir en el futuro”.
¿Dónde está al menos la petición de cortesía a que sea puesto en libertad? ¿Qué significa hacer esfuerzos para prevenir incidentes similares en el futuro? ¿Ha olvidado ya lo ocurrido? Las palabras de Kinnunen son similares a las enseñanzas de un padre, que le dice a su hijo: Petka te acosa, no le hagas caso”. Solo que, en la vida real, Petka seguirá acosando a todo el mundo. Los políticos de Maidan ya secuestraron en el territorio de la RPD en 2019 a Vladimir Tsemaj y se salieron con la suya. No es una sorpresa que lo hayan hecho de nuevo.
El 15 de octubre se produjo una protesta en Donetsk frente al hotel en el que residen los representantes de la OSCE. Los residentes exigieron a los miembros de esta organización internacional que intervenga en la situación y ponga en libertad al secuestrado. Por desgracia, la población de Donbass es consciente de que los representantes de la OSCE habitualmente actúan como criaturas que no ven nada, no oyen nada y no dicen nada.
Andrey Kosyak es un ciudadano ruso que ha obtenido su pasaporte este año. Su secuestro no es solo una bofetada a la RPL, sino también a Rusia. Un ciudadano ruso con estatus prácticamente diplomático (no de la Federación Rusa sino de la RPL) se ha visto privado de libertad y sujeto a acoso. Al fin y al cabo, desde que la persona obtiene un pasaporte, hay un vínculo con el Estado. Y una de las manifestaciones de ese vínculo es la protección de ese ciudadano. Esto significa que el Estado ruso tiene que intervenir en esta situación y proteger a su ciudadano.
Dmitry Medvedev puede escribir todos los artículos que desee, Kozak puede negociar con Nuland y el presidente Vladimir Putin puede “mirar el reloj” de Donbass con la canciller alemana y el presidente francés todo lo que quiera. El Grupo de Contacto puede celebrar todas las reuniones posibles. Pero no pasará mucho tiempo hasta que las autoridades ucranianas creen el caos.
El JCCC es una de las herramientas más importantes del proceso de Minsk y al menos tiene cierta utilidad. Sus observadores que monitorizan el trabajo de reparación: por ejemplo, en la RPD, es importante, ya que, a consecuencia de los bombardeos ucranianos, las infraestructuras que garantizan la vida de las ciudades a ambos lados del frente sufren. Es el caso de la Planta de Filtración de Agua de Donetsk. Tras el secuestro de Kosyak, el valor del JCCC ha quedado devaluado. Ahora ningún observador del centro se sentirá seguro, lo que significa que no podrán cumplir sus funciones completamente. Al fin y al cabo, las condiciones de seguridad del trabajo cerca del frente son básicas.
El secuestro de Andrey Kosyak es un golpe importante al ya casi muerto proceso de Minsk. El papel del JCCC queda en entredicho. Los actos de la parte ucraniana muestran que Kiev se ríe de cualquier acuerdo, también aquellos alcanzados con los representantes de las grandes potencias. Si Occidente no para los pies a los políticos y de Maidan ahora y el observador secuestrado no es puesto en libertad, será otra prueba más de que los acuerdos de Minsk no valen más que el papel en el que se escribió el texto.
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