Artículo Original: Colonel Cassad
La semana previa al “Maidan de las tarifas”, los sociólogos ucranianos registraron otra caída catastrófica de la popularidad de Zelensky y de Servidor del Pueblo. No se puede decir que sea una sorpresa, al contrario, las tendencias marcadas en 2020 son inexorables. La consecuencia es que, a finales de enero, la popularidad de Zelensky habrá caído por debajo del 20% y Servidor del Pueblo será segunda fuerza política, por debajo de la Plataforma Opositora por la Vida. Y ni siquiera se puede hablar de que haya una subida sin precedentes de popularidad de Medvedchuk, Boyko y la Plataforma Opositora. Sí, crece algo a costa de Servidor del Pueblo, pero esa subida no es tan significativa como la caída de Zelensky.
De hecho, vemos cómo la dinámica del colapso político de Yuschenko y su partido Nuestra Ucrania vuelve a repetirse. Hay que recordar que, cuando Yuschenko tomó el poder a principios de 2005, su popularidad era la mayor del país y Nuestra Ucrania era el partido en el poder, que lideraba una coalición de las fuerzas del primer Maidan. Pero ya en 2007, su popularidad fluctuaba entre el 17 y el 19% y la de Nuestra Ucrania había caído al 13-15%. Un par de años después, antes del regreso al poder de Yanukovich, la popularidad de Yuschenko ya estaba en el 5-7% y Nuestra Ucrania estaba al borde de caer por debajo del 1%.
Los motivos de ese colapso son idénticos para el colapso político de Zelensky: corrupción, promesas incumplidas, engaño abierto a los votantes y saqueo a beneficio de los grupos oligárquicos. Yuschenko fue el primero, pero no el último, de su especie, políticos que actuaron de pantalla para la organización externa del Gobierno del país y para el saqueo en nombre de los intereses de esas fuerzas externas y un pequeño grupo de oligarcas. Cuando pasó la luna de miel de la campaña electoral, el “lo que se dijo-lo que pasó en realidad” marcó incluso a los ciudadanos menos lúcidos y el colapso fue inevitable. Así ocurrió con Yuschenko y lo mismo está ocurriendo con Zelensky.
La propaganda de “las perspectivas de Ucrania”, la “Ucrania moderna” y la “Ucrania del futuro” no se corresponde con lo que está ocurriendo realmente en el país. Pero como se puede observar fácilmente, Zelensky ha elegido el camino de Poroshenko, culpando de la caída de su popularidad a las maquinaciones de Rusia y los “enemigos internos”, entre los que están incluso quienes han salido a protestar contra las excesivas tarifas introducidas durante su mandato. No fue Rusia quien le obligó a subirlas, fue el Fondo Monetario Internacional. Ya que no se puede culpar al FMI, hay que buscar a otro culpable. De ahí que la propaganda oficial haga todo lo que puede por buscar a agentes del FSB entre los manifestantes y que el partido en el poder se dedique a purgar a todo aquel con el que Washington no esté satisfecho.
Es evidente que Zelensky ya no piensa seriamente en cómo conseguir un segundo mandato, ya que en ese caso buscaría corregir los resultados que han dado lugar a su caída. Su tarea es servir el resto de su legislatura y mantener la apariencia de ser la cara detrás de la cual los oligarcas hacen su trabajo mientras Estados Unidos continúa con el control externo de la gobernanza de Ucrania. Concesiones a la plebe local, como la dimisión de Shmygal, no van a cambiar nada, ya que cualquier sustituto dependerá de las mismas fuerzas externas y oligarcas nacionales, lo que significa que la política de otro primer ministro seguiría centrada en servir a la oligarquía y a los intereses externos. Zelensky sigue esa lógica, por lo que es inevitable que camine por el camino de Yuschenko.
Pero aquí hay algo importante. Podría parecer que este es el mejor momento de la Plataforma Opositora y que la fuerte caída de la popularidad de Zelensky y Servidor del Pueblo pueden crear perspectivas para el triunfante retorno de los regionales al poder. Sin embargo, como vemos, el colapso del proyecto Goloborodko no supone un gran aumento de la Plataforma Opositora, que tiene un techo marcado tanto por la figura de Medvedchuk como de otros regionales, que no solo no han sido capaces de ganarse al electorado de Maidan sino tampoco al del sudeste, que no ha olvidado cómo se comportaron los regionales en 2014, cuando se escondieron detrás de un líder cobarde. Es difícil hacer olvidar esa percepción de “exregionales” además de que los varios proyectos creados por oligarcas (Ajmetov, Kolomoisky, Pinchuk, etc.) se llevan una parte del electorado de la Plataforma Opositora, que simplemente no considera a ese partido “de los suyos”, incluso aunque no simpaticen con Maidan.
Poroshenko tiene una historia similar y las consecuencias de su mandato tampoco se olvidarán fácilmente. Así que, aunque se lleva una parte del electorado de Zelensky, también tiene un techo, que es similar al de la Plataforma Opositora. Ninguno de ellos es capaz de representar la sociedad ucraniana, lo que crea todos los requisitos para la creación de un nuevo proyecto oligárquico en forma de algo como “Salvador de Ucrania” para lograr movilizar a las masas intermedias que han fluctuado entre unos y otros proyectos durante años y donde navegan personajes parasitarios como Timoshenko.
El punto de inflexión puede ser la aparición de ese “nuevo mesías ucraniano” para acabar con Servidor del Pueblo en las próximas elecciones. Aún quedan tres años. Y de la misma forma que el Frente Nacional de Yatseniuk se opuso a las elecciones anticipadas (porque en realidad hacía mucho tiempo que no representaba a nadie), Zelensky y su partido evitarán la muerte política acelerada. Así que el partido que formalmente mantendrá la mayoría absoluta en el Parlamento, pero representará cada vez a un menor porcentaje de la población de Ucrania. Y la culpa, como siempre, será de los agentes del FSB y las maquinaciones del Kremlin.
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