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Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, LPR, Minsk, Rusia, Ucrania

Foro de integración

Artículo Original: Colonel Cassad

En el contexto del moribundo Minsk-2, que cumplirá seis años en febrero (ninguno de los puntos de los acuerdos se ha cumplido ni, por supuesto, van a cumplirse), la batalla de baja intensidad continúa. Al mismo tiempo, Moscú ha dejado claro en numerosas ocasiones en los últimos meses que no ve los actos de Ucrania dirigirse hacia la resolución política y la “decepción” con Zelensky ha llegado mucho más rápido que la decepción con “la mejor opción para el pueblo ucraniano”.

Las reuniones de los subgrupos de Minsk ya se realizan según el rutinario principio de “no hay progresos, pero hemos acordado seguir negociando”. El Formato Normandía no va a celebrarse, ya que incluso al nivel de asesores políticos queda claro que no hay necesidad de reunir a los líderes. Ninguna decisión tomada en este formato va a tener efeto por el simple motivo de que Estados Unidos, que es quien controla Ucrania, no forma parte del formato pero tiene la capacidad de torpedear cualquier acuerdo entre la Unión Europea y la Federación Rusa con la ayuda de Ucrania. Rusia tampoco puede llegar a un acuerdo directamente con Estados Unidos, ya que Washington sigue adhiriéndose a la estrategia del ultimátum que exige a Moscú la capitulación en Ucrania y la entrega de Donbass y Crimea. La Unión Europea, por su parte, es demasiado débil y dependiente para oponerse a esta línea de actuación de Estados Unidos, aunque no solo perjudique a Rusia sino también a la propia Unión Europea.

Tras la toma del poder por los Demócratas y Biden en Washington (donde no solo controlan la Casa Blanca sino también el Senado y el Congreso), no puede haber ninguna ilusión de perspectivas de mejorar las relaciones ruso americanas (en las que se incluye la cuestión ucraniana). Inmediatamente después de ser investido, Biden y la nueva administración lo han dejado claro. Así que no puede sorprender que Rusia haga revivir el tema del futuro de las Repúblicas de Donbass lejos de Ucrania. Para que no parezcan las mismas viejas promesas, se ha enviado a Donetsk a un gran grupo de representantes de los grandes medios federales liderados por Simonyan (editora-jefe de RT), que han realizado declaraciones de cierto peso, para que las palabras de unidad con Rusia no suenen a promesas vacías como cuando las pronuncian repetidamente Pushilin y otros.

Si escucharnos el principal mensaje del acto, las frases sobre la unidad con Rusia esconden el proyecto de “estados amigos de Rusia” pero no parte de Rusia como sujetos de la Federación Rusa. En este sentido, todo está claro. La RPD y la RPL como entidades no reconocidas se levantaron porque ya habían abandonado Ucrania, pero en la primavera de 2014, por diferentes motivos, Rusia abandonó los planes de gran Novorossia y de aplicar el escenario de Crimea en Donbass. Tras las derrotas ucranianas en el verano de 2014 y el invierno de 2015, comenzó la construcción del entramado estatal de las Repúblicas no reconocidas, que crecieron dependientes económica, política y militarmente dependientes de Rusia.

Los planes de reintegrar en Ucrania a la RPD y a la RPL como entidades autónomas han sido conscientemente rechazados por Estados Unidos (escribí ya en 2014 que eso sería lo que ocurriría) para impedir que Rusia recuperara cierto control en Ucrania. En lugar del deseado escenario de Transnistria, ha resultado ser un inesperado e indeseado escenario Karabaj, que se ha alargado durante años. Teniendo en cuenta que el bloqueo diplomático no ha dejado muchas esperanzas para el escenario Transnistria, desde 2018 se ha empezado a aplicar poco a poco, el escenario de Osetia-Abjasia, que además de la entrega de pasaportes implica integración económica de las Repúblicas no reconocidas con Rusia. Al mismo tiempo, como hasta ahora, Rusia sigue sin reconocer la RPD y la RPL, adhiriéndose así a la misma política llevada en los casos de Abjasia y Osetia hasta la guerra olímpica. El ataque de Saakashvili contra Osetia del Sur dio a Rusia vía libre para el reconocimiento de esas entidades. En el caso de la RPD y la RPL, ese escenario puede producirse en caso de un ataque ucraniano contra la RPD y la RPL (al estilo del de 2014) o con la retirada oficial de Ucrania de Minsk-2. Teniendo en cuenta que tanto Washington como Kiev comprenden esas consecuencias, el Ejército Ucraniano no pasa a la ofensiva y continúa la comedia de Minsk-2.

En estas condiciones, la Federación Rusa proseguirá con la integración de la RPD y la RPL como estados no reconocidos. Declaraciones como las del foro de Donetsk lo dejan claro. Así que, si Ucrania continúa actuando como hasta ahora, el futuro de la RPD y la RPL será el de dos estados no reconocidos completamente dependientes de Rusia. Por supuesto, puede haber diferentes variantes de integración común de la RPD y la RPL, pero la esencia general no cambia.

Lo más molesto de todo esto es que podría haberse hecho mucho antes y mucho más rápido, sin perder tanto tiempo con el compromiso del plan “nueva Transnistria”, que no solo condenó a la RPD y a la RPL a un limbo, sino que paralizó la actividad de las fuerzas prorrusas que aún quedaban en Ucrania. Se perdió demasiado tiempo (por no hablar de la rendición de Mariupol, que perfectamente podría haber sido parte de la RPD y que habría cambiado seriamente la situación). Se puede seguir hablando de las posibilidades de 2014, pero ese tren partió hace mucho tiempo y hay que trabajar con la situación que se tiene actualmente.

En este sentido, el foro de Donetsk consolida la “opción mínima”, que no promete reconocimiento, pero indica algunas perspectivas de la RPD y la RPL como entidades fuertemente integradas con Rusia aunque no reconocidas. La pasta de dientes no puede volver a entrar en el tubo una vez que ha salido, así que no va a haber elecciones ucranianas en Donbass. Pero ya que Rusia muestra que no está dispuesta a reconocer a la RPD y la RPL en las actuales circunstancias, las Repúblicas Populares no tienen otra salida.

Todo ello queda claro en el manifiesto final, que no contiene ningún mecanismo de implementación, pero apunta a ciertos objetivo comunes y buenos deseos para el futuro de Donbass y las lucha por Ucrania con Estados Unidos. De ahí las palabras de integrar a todos los antiguos territorios de Donetsk y Lugansk y los sueños de hipotéticos cambios en Ucrania.

Queda la esperanza de que las ideas plasmadas en ese manifiesto no se limiten a cuestiones técnicas como la entrega de pasaportes o mayor integración de la industria local en la economía rusa sino que lleven a cambios cualitativos en la RDP y en la RPL, donde la población lleva siete años luchando por el derecho a formar parte de Rusia y donde ya se ha derramado demasiada sangre y sudor por lo que en Crimea se consiguió prácticamente gratis.

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