Entrada actual
Armas, Ejército Ucraniano, Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Zelensky

Invitación a una guerra continental

“Estados Unidos está considerando la posibilidad de enviar más asesores militares a la embajada en Kiev, la última muestra del compromiso estadounidense con Ucrania en un momento en que Rusia parece estar ganando impulso en el conflicto que dura ya dos años”, escribía el pasado sábado Politico¸uno de los muchos medios que se hacían eco de la noticia. El artículo, ciñéndose estrictamente al discurso oficial y citando al general de división Pat Ryder, portavoz del Pentágono, añade que esos efectivos “no desempeñarían funciones de combate, sino que asesorarían y apoyarían al Gobierno y al ejército ucraniano”. La propuesta, que no aporta más novedad que la posibilidad del aumento de un personal militar cuya presencia en Ucrania ya era conocida, coincide con la aprobación de la reanudación de la financiación estadounidense para la guerra, una forma de confirmar la implicación a largo plazo de Estados Unidos en un conflicto en el que el ejército ucraniano actúa como fuerza proxy contra el enemigo común ruso. Así ha de entenderse también la referencia a las labores de asesoramiento, o quizá incluso dirección, que se mencionan desde el Pentágono. La situación para el aumento de la implicación estadounidense en la planificación ucraniana es propicia, ya que las decisiones políticas de los últimos días no solo suponen que las Fuerzas Armadas de Ucrania dispondrán del armamento y munición suficiente para continuar luchando, sino que contará también con un mayor número de efectivos. Ratificadas las decisiones sobre suministro y movilización, Ucrania precisa ahora de planes, algo en lo que Estados Unidos ha estado siempre muy presente.

Frente al rotundo rechazo a calificar la guerra como proxy, idea considerada propaganda rusa en los primeros meses de 2022, la realidad se ha impuesto y Ucrania la ha adoptado como parte de su discurso y se presenta ahora como el ejército de Occidente, su frontera exterior y barrera protectora. “El ejército estadounidense no tiene que luchar ahora protegiendo a los países de la OTAN. Los ucranianos lo están haciendo. Y es sólo munición que el mundo civilizado está proporcionando, y creo que es una buena decisión”, ha afirmado Zelensky en su última entrevista a la televisión estadounidense NBC, sin ningún intento de esconder la naturaleza de guerra proxy del actual conflicto contra Rusia. Estados Unidos y sus aliados ponen las armas, munición, inteligencia, financiación y una parte de la planificación, mientras que Ucrania pone los soldados y el territorio que conquistar o destruir.

La aprobación de la financiación estadounidense supone la garantía de implicación norteamericana a corto y medio plazo, mientras que la asistencia de la Unión Europea, prevista para los próximos cinco años, añade un compromiso a largo plazo. Sin embargo, no se ha cruzado aún la siguiente barrera, la de la participación directa. Los países occidentales han financiado y armado e instruido a las unidades ucranianas tanto en Ucrania en el pasado como en el extranjero actualmente. La presencia militar occidental sobre el terreno, aunque existente, es limitada y generalmente permanece oculta. Tuvo que ser el comentario de Emmanuel Macron, que quiso poner sobre la mesa la posibilidad de enviar tropas a Ucrania -no necesariamente en labores de combate, pero sin descartarlo tampoco- el que hiciera que Olaf Scholz respondiera desvelando la presencia de tropas británicas y quizá francesas en labores relacionadas con el uso de los misiles occidentales. La posibilidad de enviar tropas a Ucrania no es una línea roja, sino que una cantidad desconocida aunque posiblemente muy limitada se encuentra ya en el país.

La propuesta de Macron, que obtuvo el rechazo de Alemania y otros países de la UE, la ambigüedad del Reino Unido y Estados Unidos y el fanático apoyo de los países bálticos, es también el punto de partida de uno de los artículos que comienzan a abogar por el envío de tropas occidentales a Ucrania. Publicado en Foreign Policy y escrito por tres estadounidenses -uno de ellos del ámbito académico y dos del militar-, el artículo no aboga por el envío de tropas de la OTAN, sino, curiosamente, de los países europeos. El razonamiento es sencillo, aunque falaz: la presencia de efectivos de la Alianza podría provocar la activación del Artículo V de defensa colectiva, pero no así la de tropas continentales.

Incoherente en sus justificaciones y aún más en el análisis, el artículo no se molesta en explicar por qué la presencia de unidades europeas de países de la OTAN no sería un problema, pero sí la de tropas estadounidenses. La realidad es que, desde 2014, Washington se ha mantenido a lo lejos, perfectamente cómoda con un conflicto en las fronteras rusas primero y ahora con la implicación directa de Rusia, una guerra que le garantiza contratos de venta de armas y subordina aún más la postura de sus aliados europeos. Sin embargo, Estados Unidos nunca ha mostrado ningún interés por arriesgarse a un enfrentamiento directo con las tropas rusas en Ucrania. Los académicos y militares que empiezan a hacer labor de lobby en favor de una implicación europea más directa en el conflicto parecen ser de la misma opinión.

“A medida que las fuerzas rusas aceleran su avance, la posibilidad de que atraviesen las defensas ucranianas a lo largo del frente oriental y desafíen el control ucraniano de Járkov o incluso de Kiev supone para Europa una amenaza para su seguridad que no puede ignorar”, argumentan los autores. Una victoria rusa, añaden, “validaría las ambiciones revisionistas del Presidente Vladimir Putin y su creencia en la debilidad inherente de Occidente” y “permitiría al Kremlin mantener a Rusia en pie de guerra”. Los comentarios europeos sobre la posibilidad del envío de tropas logran, según esta visión, “obstaculizar esta preocupante trayectoria”. Pero “para cambiar realmente el resultado en Ucrania, los países europeos tienen que hacer más que solo hablar de despliegues” y proceder a enviar contingentes para realizar todo tipo de labores logísticas, reparación de equipamiento, asesoramiento, entrenamiento e incluso despliegue en todo el territorio al oeste del Dniéper, es decir, en la actual frontera de facto.

El artículo propone también la presencia europea en las fronteras ucranianas tanto en Bielorrusia como en Transnistria para evitar la apertura de nuevos frentes. La debilidad del contingente ruso en Transnistria, escasa y en labores que de ninguna manera son de combate, contrasta con la periódica exageración de una amenaza de invasión de Odessa que simplemente no existe. Aun así, los autores entienden que la presencia europea en ese sector “reduciría las posibilidades de la apertura de un nuevo frente a lo largo de esas fronteras, ya que es prácticamente una certeza que Rusia evitaría ampliar la guerra atacando a otros ejércitos europeos”.

La presencia de tropas extranjeras en Ucrania supondría, sin duda, un dilema para Rusia, que siempre ha insistido en mostrar que no busca un enfrentamiento directo con los países de la OTAN. Sin embargo, la práctica certeza de que Rusia no atacaría a un contingente europeo en la guerra de Ucrania contrasta con el principal motivo por el que el artículo ve la necesidad del envío de tropas europeas a la guerra. “No hay ningún motivo para pensar que Putin vaya a parar en Ucrania; ya ha declarado que todas las exrepúblicas soviéticas deberían ser devueltas a Rusia. Los países bálticos podrían ser los siguientes y Finlandia y Polonia, que fueron principados en el presoviético Imperio Ruso, podrían seguirle”. Rusia no se atrevería a atacar a tropas europeas en la frontera con Transnistria, pero es preciso enviar contingentes occidentales para evitar que Moscú ataque países de la OTAN. Cabría preguntarse cómo, ya que el artículo da por cierto el propagandístico argumento de que la Federación Rusa ha perdido el 90% de su ejército anterior a la guerra y alega que “el despliegue de tropas en Ucrania ha dejado a Rusia con apenas suficientes fuerzas para guardar el resto de su larga frontera, peor aún para preparar una operación significativa contra otros estados europeos”.

La amenaza contra los países europeos es real y debido a ella los países continentales han de movilizar, no solo recursos, sino sus propias tropas para enfrentarse a un país que, aparentemente, ha perdido su ejército, apenas puede defender sus fronteras y que en cuestión nuclear es “perro ladrador, poco mordedor”. Es imprescindible luchar, pero el oponente no es especialmente poderoso. Ese parece ser el argumento con el que los autores tratan de invitar a los países europeos al conflicto. El incoherente intento de convencer a los aliados continentales para involucrarse directamente en la guerra mientras Estados Unidos observa en la sombra es flagrante a lo largo de todo el artículo pero solo se hace explícita en su parte final. “Dado que las fuerzas europeas actuarían fuera del marco y del territorio de la OTAN, cualquier baja no desencadenaría una respuesta en virtud del Artículo 5 y arrastraría a Estados Unidos”, afirman dejando claro su objetivo. La guerra debe continuar y Ucrania debe ser apoyada directamente por ejércitos occidentales. Siempre que no sea el estadounidense.

Los comentarios de Macron y la dureza de la guerra, con Ucrania a la defensiva frente a un más fuerte ejército ruso, hacen prácticamente inevitable la aparición de este tipo de iniciativas, que animan a los países europeos a librar una guerra continental, mientras Estados Unidos recoge los beneficios.

Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Reportes del frente archivados.

Registro

Follow SLAVYANGRAD.es on WordPress.com

Ingresa tu correo electrónico para seguir este Blog y recibir notificaciones de nuevas noticias.

Únete a otros 47K suscriptores

Estadísticas del Blog

  • 2.226.522 hits