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Irán, los Shahed y los Patriots para Ucrania

Acostumbrado a utilizar la coyuntura internacional en busca de sus objetivos, el Gobierno ucraniano no ha dejado pasar la ocasión para introducir en su discurso lo ocurrido el pasado sábado en Oriente Medio y ha querido sacar partido de la respuesta iraní a un ataque previo por parte de Israel. El uso de drones Shahed, conocidos en el frente ucraniano, ha actuado como nexo entre Israel y Ucrania por un lado e Irán y Rusia por otra. Tras haber anunciado que ofrecería una respuesta a los actos israelíes contra el país, el último de los cuales se produjo hace unos días con el bombardeo del consulado iraní en Damasco, Irán atacó finalmente con misiles y drones de ataque el territorio israelí, un acto que, pese a haberse anunciado, carece de precedentes. Según han publicado medios tanto occidentales como iraníes, la comunicación entre Teherán y Occidente no se rompió en ningún momento y, a través de países mediadores, Irán hizo saber a Estados Unidos que iba a producirse una respuesta, pero que sería medida y dirigida, no a escalar la situación o provocar una guerra, sino a ofrecer una respuesta firme a un acto que, como afirmó el representante ruso en la ONU Vasily Nebenzia, puede incluso considerarse casus bellli.

El ataque iraní no provocó víctimas, pero sí mostró algunas debilidades del principal aliado occidental en Oriente Medio. Utilizados para saturar las defensas, los drones actuaron de la misma forma que lo hacen en la guerra de Ucrania, como apoyo para que los misiles puedan superar las defensas. Los misiles iraníes mostraron que, pese a no provocar enormes daños, fueron capaces de sobrepasar el Iron Dome, que actuó solo como una parte de la defensa israelí. Tel Aviv contó con la inestimable ayuda de, al menos, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Jordania a la hora de derribar drones y misiles. Uno de los países más subvencionados por Washington precisó de una importante asistencia de sus socios para derribar los misiles y drones lanzados por uno de los países más sancionados del planeta en un ataque previamente anunciado.

Como rápidamente pudo observarse en los comentarios publicados en las redes sociales, el episodio mostró las diferencias entre Ucrania e Israel. Las plegarias de Zelensky de cerrar los cielos de Ucrania cayeron en saco roto en 2022, cuando Estados Unidos mostró su rechazo a derribar aeronaves y misiles rusos, actos que habrían supuesto una participación directa en la guerra y una escalada peligrosa entre dos potencias nucleares. Israel, por el contrario, contó desde el primer momento con la participación de sus socios, incluido un país árabe ahora sometido a las críticas de su población por su apoyo implícito a Tel Aviv. La primera reacción desde Kiev fue la del descontento: la participación estadounidense en el derribo de drones y misiles iraníes mostraba la forma de actuar de Washington con respecto a un aliado. La negativa a actuar de la misma manera en Ucrania ha revelado a parte del público ucraniano la jerarquía existente en las prioridades de Estados Unidos y de la administración Biden que, pese a tratar de vincular la asistencia militar a ambos países, ha puesto de manifiesto claramente el tratamiento de aliado hacia Israel y de proxy hacia Ucrania.

Sin embargo, Ucrania no es un proxy cualquiera y se ha acostumbrado a exigir siempre más de lo recibido. El discurso de la Guerra Fría, la pretendida lucha entre el mundo libre y la dictadura o entre el bien y el mal, y la forma de describir el conflicto como una inversión de Occidente en su propia seguridad han dado a Kiev una centralidad en la agenda política internacional y un protagonismo mediático muy por encima del que han obtenido otras guerras. Hábil en el manejo de la comunicación, Ucrania ha conseguido así un flujo sin precedentes de financiación, armamento, munición y favor político y diplomático en comparación con otros ejércitos proxy que se han enfrentado en el pasado a oponentes de las grandes potencias. Ahora, la Oficina del Presidente intenta convertir las diferencias en similitudes para conseguir un mayor y más rápido suministro del equipamiento que lleva mucho tiempo exigiendo.

“Ucrania condena el ataque de Irán contra Israel con drones y misiles Shahed. En Ucrania conocemos muy bien el horror de ataques similares por parte de Rusia, que utiliza los mismos drones Shahed y misiles rusos, las mismas tácticas de ataques aéreos masivos”, escribió en las redes sociales Volodymyr Zelensky para pasar a condenar la actuación iraní y afirmar que “amenaza toda la región y el mundo, igual que las acciones rusas amenazan con un conflicto más amplio y la evidente colaboración entre los dos regímenes en la expansión del terror debe enfrentarse a la respuesta resolutiva y unida del mundo”. El mundo, en la visión del presidente ucraniano, se limita a Estados Unidos y sus aliados. En él, toda desgracia puede ser utilizada para su beneficio y no se precisa de la más mínima empatía para las víctimas de otras guerras. No es un secreto que la Ucrania post-Maidan ha visto en Israel un modelo a seguir: un país que impone su visión a la población bajo su control, fuertemente militarizado, capaz de amenazar a los países de su entorno y, sobre todo, fiel aliado de Washington que, como ha demostrado desde octubre, está dispuesto a defenderle sea cual sea su actuación y cause la muerte que cause. El apoyo de Ucrania a Israel ha sido aún más firme que el de Occidente y, sin matices, ha defendido y sigue defendiendo todos y cada uno de los pasos dados por Tel Aviv a pesar de que esa defensa supone todo tipo de contradicciones que han sido claramente percibidas por el mundo árabe, los países musulmanes y el Sur Global en general. El uso de la fuerza es legítimo para Ucrania en defensa de su independencia contra el ocupante ruso, pero ese derecho no se extiende a la población palestina, cuyo sufrimiento en Gaza supera con creces la situación vivida por la población civil ucraniana.

En la situación actual, la defensa de Israel es una petición implícita que ciertos representantes ucranianos han querido dejar aún más clara. “Los ataques catastróficamente fallidos de Irán contra Israel han vuelto a demostrar claramente que los países del Eje (Rusia, Irán, Corea del Norte) están muy atrasados tecnológicamente. Y no pueden hacer nada contra las armas modernas si… Si hay suficientes armas. Si se utilizan a tiempo. Si ignoramos las falsas ilusiones y la propaganda”, ha escrito, decidiendo por sí mismo cuál ha sido el resultado del ataque, Mijailo Podolyak. El asesor de la Oficina del Presidente insiste nuevamente en una superioridad de las armas occidentales con respecto a las rusas que no se justifica con los resultados de la guerra, pero que supone un reclamo para la industria occidental, a la que Kiev ha ofrecido la guerra en su territorio nacional para probar sus nuevas armas.

“Al defender a Israel, el mundo libre demostró que este tipo de unidad no sólo es posible, sino 100% efectiva”, escribió ayer Zelensky en las redes sociales. “Lo mismo es posible para proteger contra el terror a Ucrania que, como Israel, no es miembro de la OTAN”, insistió otra vez tratando de hacer de las diferencias similitudes. Todo ello para exigir lo que Israel tuvo el pasado sábado: una defensa antiaérea con grandes capacidades y enormes cantidades de munición y apoyo directo de sus socios. Zelensky ha comprendido ya que no habrá intervención directa de Estados Unidos en la guerra, pero cree tener la posición moral para exigir mucho más de lo que Ucrania ha obtenido hasta ahora.

La situación en el frente se ha complicado y Kiev ya no solo apela a la defensa colectiva y la lucha del bien contra el mal, sino que es capaz de utilizar el chantaje. Solo así pueden leerse las declaraciones de las últimas horas de Dmitro Kuleba, encargado de lograr la reanudación de la financiación estadounidense, que ayer se refirió a los ataques ucranianos contra las refinerías rusas pese a la orden explícita de Estados Unidos de cesar en esa actuación. El argumento de Estados Unidos es doble: esos ataques, que no logran ningún objetivo estratégico, están causando unas mucho más graves represalias rusas además de forzar al alza el precio del petróleo, algo que puede ser perjudicial para Biden en año electoral. “Si nuestros socios nos dicen que nos van a dar siete sistemas Patriot pero a cambio nos dicen qué no podemos hacer, entonces hay tema de discusión. Si no tienen esos sistemas, no hay tema de discusión”, afirmó Kuleba dejando claro que Ucrania seguirá realizando unos ataques que molestan a su principal socio, dando a entender que lo hace para conseguir lo que pide. Kiev no es un proxy cualquiera sino uno que siempre quiere más porque está acostumbrado a conseguir lo que quiere. También en esta ocasión, es previsible que Ucrania obtenga lo que pide. Según las declaraciones de las últimas horas de Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el Congreso votará en breve la legislación que desbloquearía los fondos para Ucrania e Israel. Se hará, eso sí, por separado, con la certeza de que la asistencia a Tel Aviv obtendrá el apoyo del Congreso. Pero a juzgar por sus palabras, en las que ha resaltado que gran parte de la financiación para Ucrania se queda en Estados Unidos en forma de inversiones y empleo, en esta ocasión, es previsible que también la votación sobre los fondos para Ucrania salga también adelante.

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