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Las próximas negociaciones: una mirada desde Donbass

Artículo Original: Sergey Mirkin / EADaily

El 9 de diciembre, la capital de Francia será el escenario de la cumbre del “cuarteto de Normandía”, en la que los líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania discutirán las vías para la reconciliación de Donbass y Ucrania y, posiblemente, también las diferencias existentes entre Kiev y Moscú en lo que respecta al asunto del gas. Algunos expertos afirman que el simple hecho de que se celebre la cumbre es positivo, ya que no se ha celebrado ninguna cumbre desde 2016. Probablemente se refieren a la lógica de que es mejor el diálogo que abandonarlo. Pero la historia da ejemplos de cómo los esfuerzos diplomáticos pueden desatascar o complicar las situaciones.

Un claro ejemplo es la crisis de los misiles de 1961. Sin embargo, hay otros ejemplos en los que el deseo de buscar un compromiso entre aquellos que a priori no estarían dispuestos al consenso puede llevar al mundo al abismo. El ejemplo más claro es el de Múnich 1938. Obviamente, esos ejemplos son casos extremos del impacto positivo o negativo de los esfuerzos diplomáticos. En las relaciones internacionales, todo suele solucionarse lentamente y superar una situación complicada puede tardar años o incluso décadas. Por ejemplo, la misma cumbre de Normandía se celebró hace varios años y solo consiguió un resultado: la firma de los segundos acuerdos de Minsk. Pero no se han cumplido. Aun así, algunos aspectos técnicos como la retirada de tropas a un kilómetro del frente o el intercambio de prisioneros se consideran signos de gran avance.

Es preciso prestar atención al contexto político e informativo en el que se va a producir la reunión de París. En primer lugar, la cumbre estaba prevista para el pasado verano y después para otoño, pero Ucrania retrasó la retirada de Petrovskoe y Zolotoe. El 15 de noviembre, Bloomberg publicó, citando fuentes anónimas, que la cumbre se celebraría el 9 de diciembre. De forma prácticamente inmediata, París, Berlín y Kiev confirmaron la información. Solo Moscú calló. Es más, el 17 de noviembre, el asesor presidencial Yuri Ushakov afirmó que “creo que hay una posibilidad de que se celebre este año. No puedo hablar de una fecha específica porque aún se está negociando, pero obviamente será este año”.

Tras estas declaraciones, dio la sensación de que la cumbre no se celebraría el 9 de diciembre, sin embargo, el 18 de noviembre, el Kremlin confirmó que la cumbre se celebrará ese día. ¿Qué significado tiene? Hasta el último momento, las partes han seguido negociando. Parece que se ha tratado fundamentalmente del documento resultante. Las partes han acordado una versión reducida del mismo. Sin embargo, algunos puntos no están del todo definidos. Por ejemplo, el politólogo Alexey Chesnakov, una persona cercana al asesor presidencial ruso Vladislav Surkov, escribió que aún no se sabe si el documento final se dará a conocer al público o si será un documento interno. Y eso parece algo raro. Es evidente que no se puede hacer público todo lo que se diga en la reunión, pero publicar el documento final sería lo lógico teniendo en cuenta la importancia que tiene la guerra en Donbass. A primera vista, tengo la sensación de que quien busca no publicar el documento final es el bando ucraniano. ¿Por qué?

Chesnakov ha escrito que Rusia está satisfecha con el documento final. Francia y Alemania no van a insistir en “clasificar” el documento, ya que eso no es del estilo de los gobiernos europeos. Es más, nada de lo que contenga puede causar seria repercusión en la Unión Europea. Sin embargo, Zelensky teme el descontento de los radicales ucranianos, que incluso ahora, días antes de la cumbre, le acusan de traición a Ucrania y que siempre van a encontrar algo por lo que quejarse. También es verdad que el equipo de Zelensky puede pensar que mantener el documento privado juega en su contra. La lógica de los radicales es la siguiente: si el comunicado final no se hace público, es porque hay algo que esconder. Y esa es una razón para acusar a Zelensky de traición. Si el documento no es público, la imaginación de los radicales no tendrá límite.

Alexey Chesnakov también escribió que Moscú había exigido que el documento estuviera preparado y acordado antes de la cumbre. Así es posible impedir los intentos de Ucrania de negociar más allá de los acuerdos de Minsk. Sin embargo, Ucrania sigue teniendo esperanzas de cambiar el comunicado final. El ministro de Asuntos Exteriores, Vadim Pristayko, en una entrevista concedida a la prensa ucraniana, afirmó: “Si en el transcurso de las negociaciones, los líderes llegan a algún tipo de avance, se preparará rápidamente un nuevo documento”.

Según sus últimas declaraciones, el presidente de Ucrania espera cambiar los acuerdos de Minsk. El 20 de noviembre, Zelensky afirmó que iba a poner sobre la mesa cuatro cuestiones en París. Las dos primeras -el intercambio de prisioneros y el alto el fuego completo- se corresponden con los acuerdos de Minsk, pero las dos últimas no están tan claras. Zelensky afirmó que sacaría el tema de la entrega del control de la frontera entre Donbass y Rusia y también la posibilidad de celebrar elecciones locales. Zelensky se expresó de forma desordenada y poco articulada. Sin embargo, hay motivos para pensar que el presidente pretende cambiar, no solo el orden de los pasos que prevén los acuerdos, sino la propia lógica del proceso de Minsk. Zelensky quiere conseguir el control de la frontera sin la implementación de los puntos políticos del documento, eliminar las estructuras de la RPD y la RPL y solo entonces celebrar elecciones. Esa es, en realidad, una vía para salir de los acuerdos de Minsk, tanto del primero como del segundo [de septiembre de 2014 y febrero de 2015 respectivamente-Ed].

El 20 de noviembre, el presidente ruso Vladimir Putin afirmó: “Vemos que allí siempre surgen cuestiones que desde el punto de vista de la resolución del conflicto en Donbass son inaceptables y contraproducentes. Ahora se oye cada vez más la idea de que los acuerdos de Minsk deben ser revisados”. Putin ha dejado claro a Zelensky que no tiene intención de permitir cambiar los acuerdos de Minsk. Es más, el presidente ruso afirmó que si la nueva ley [sobre el estatus especial para Donbass] que debe preparar Ucrania no está consensuada con la RPD y la RPL, se producirá un bloqueo. Sin embargo, Kiev sigue insistiendo en que no dialogará con Donetsk y Lugansk. Así que, si Ucrania adopta una nueva ley de estatus especial, las cosas empeorarán para la población de Donbass en comparación con la actual ley, que no se ha aplicado. También es probable que la nueva ley, como la actual, no entre en vigor. Y que, como explicó el presidente ruso, eso lleve a otro bloqueo.

Teniendo en cuenta las diferencias entre Moscú y Kiev en lo que respecta a la resolución del conflicto, parece difícil esperar un gran avance en términos políticos en la reunión de París. Es probable que sí se acuerde un intercambio de prisioneros, puede que incluso según la fórmula “todos por todos”. También es muy probable que se designen nuevas zonas de retirada de armamento, si es que el bando ucraniano no vuelve a intentar tomar la zona gris. La experiencia de los últimos años nos dice que es posible esperar cualquier cosa de Kiev. Además, también es probable que se encuentre algún tipo de compromiso sobre el tránsito de gas ruso a través de Ucrania. Para los líderes de Alemania y Francia, es preciso garantizar el suministro ininterrumpido de gas a Europa ahora que aún no funciona el Nord Stream-2. En segundo lugar, eso les permitiría salvar la cara ante sus socios liberales, a los que podrían decir que París y Berlín no han abandonado a Kiev. En cualquier caso, el más mínimo paso adelante va a ser considerado un avance serio. De hecho, esta cumbre es necesaria para demostrar que los acuerdos de Minsk siguen vivos. En estos momentos, se da una situación en la que el proceso es más importante que el resultado, especialmente porque no hay consenso sobre cómo conseguir los resultados.

Parece que el mero hecho de celebrar una cumbre debía generar una respuesta positiva. En teoría, las negociaciones son el camino a la paz. Pero si se habla con los residentes de Donetsk y se lee lo que escriben en las redes sociales, las conclusiones son muy diferentes. Su reacción es cautelosa. ¿Por qué? Es preciso comprender que la población de Donbass vive bajo el irracional miedo a que Rusia entregue la región a Ucrania. Así que la cumbre de París es motivo de preocupación. El temor es irracional porque si Moscú hubiera querido entregar la región como compromiso con Occidente, lo habría hecho en 2014-2015.

Ahora mismo, la cuestión de Donbass no es solo de política exterior sino también de política doméstica para Rusia. Entregar Donbass causaría una reacción negativa del público patriótico de Rusia, que a día de hoy es mayoritariamente leal al Gobierno. En los últimos años, pese a las sanciones y la presión internacional, Rusia se ha unido en torno a Crimea y ha fortalecido su posición en el mundo. Además, si en Donbass comienza a haber grandes purgas por la toma de Kiev de la RPD y la RPL, eso restaría credibilidad a las autoridades rusas. Y eso no es lo que Rusia busca, especialmente cuando hay fuerzas occidentales que tratan de crear un Maidan en Moscú para conseguir poner al país bajo dominio de Occidente. Si recuerdan la historia, el declive de Slobodan Milosevic en Yugoslavia fue inevitable tras la captura de la Krajina serbia por los soldados croatas y la huida de la población serbia.

La población de Donbass no cree que Zelensky pueda negociar nada, eso es evidente solo con mirar las redes sociales. Si en un principio el Este tenía esperanzas de que Zelensky, un joven que no tenía las manos manchadas de sangre de los civiles de Donbass ni de Maidan, sería un presidente de paz, ahora esas esperanzas se han evaporado. Los bombardeos continúan como ya continuaban con Poroshenko. La retórica de Zelensky y su equipo está pensada para contener a los radicales o, cuanto menos, para no irritarlos. Así que la población tiene verdadero miedo a que regresen las autoridades ucranianas. ¿Por qué? Es muy simple: creen que no estarán seguros si el Gobierno de Kiev vuelve a dominar Donetsk y Lugansk. Ninguna amnistía ni estatus especial va a acabar con ese miedo. La población no cree que las autoridades de Kiev se vayan a comportar cumpliendo la ley.

En Ucrania se escuchan actualmente llamamientos a que se someta a la población de la RPD y la RPL a duras leyes en caso de regresar a Ucrania: filtración y medidas similares. Y quienes hablan de ello no son figuras marginales. Por ejemplo, el anterior representante de Ucrania en el subgrupo político de Minsk, Roman Bezsmertny, ofreció hacer de Donbass un campo salvaje. Y recientemente ha aparecido en internet un documento, supuestamente del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania, en el que se propone que, después de recuperar los territorios de la RPD y la RPL, se filtre a los ciudadanos y una parte sean deportados. Es difícil decir si los documentos son falsos o no, pero no hay duda de que el Gobierno de Kiev es capaz de preparar esos planes. Para comprenderlo, solo hace falta un ejemplo revelador. El Tribunal de Apelación de Járkov ha mantenido la condena de 12 años al preso político de 85 años Mejti Logunov. El anciano fue condenado sin pruebas de unos cargos más que cuestionables. Se le condena por no aceptar el régimen de Maidan. Muchos esperaban que con Zelensky fuera puesto en libertad, pero eso no ha ocurrido. Las formas de Zelensky no son menos agresivas que las de Poroshenko. Ambos nacieron en Maidan. El documento del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional es creíble, así que la población de Donbass teme el terror, arrestos, secuestros, juicios políticos o deportaciones. Y si alguien cree que en Europa alguien defenderá al pueblo de Donbass, se equivoca. No se puede contar con ello. Estados Unidos y la Unión Europea son capaces de quedarse ciegos y sordos cuando les conviene. ¿Alguien en Occidente se preocupa por el pobre viejo Logunov? No. Pero cuando era Timoshenko quien estaba en la cárcel, las gargantas de Occidente gritaban sin parar.

Hay otro indicador importante. Las más sinceras felicitaciones que se dan entre la población de Donbass no es “cumpleaños feliz” sino el haber obtenido un pasaporte ruso. Objetivamente, la población quiere a Rusia. Así lo evidencian las encuestas realizadas en el territorio de la RPD y la RPL por medios ucranianos. Según un estudio para el programa Espejo de la semana, el 65% de los residentes quieren ver a la RPD y la RPL como parte de Rusia. En realidad, creo que son muchos más. Y no son palabras vacías sino la aspiración real de millones de personas que se sienten parte del mundo ruso.

De hecho, en los últimos cinco años se ha creado una brecha prácticamente insuperable entre Donbass y Ucrania. Hoy, Zelensky flirtea con los nacionalistas, con lo que no hace más que aumentar la brecha. Nada de esto hace muy prometedora la cumbre del cuarteto de Normandía. Puede que se consiga un alto el fuego y el intercambio de prisioneros, algo que, en el contexto actual, sería un paso adelante.

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