Artículo Original: Andrey Manchuk
La confrontación entre el presidente Petro Poroshenko y los jóvenes y armados hombres del “Corpus Nacional”, creado sobre la base del regimiento del Ministerio del Interior Azov, ha causado la simpatía de muchos ingenuos ucranianos que ven a los colegas de Andriy Biletsky como protectores de la democracia y luchadores contra el autoritarismo presidencial. Sin embargo, lo que está ocurriendo en las elecciones en Ucrania actualmente es el clásico duelo de la víbora y el sapo que luchan por el derecho exclusivo a saquear al pueblo indefenso.
De hecho, esa es la línea política básica del partido Corpus Nacional. Profesa una ideología de extrema derecha basada en la supremacía blanca, la pureza racial de la élite, que, por voluntad de Odin, Thor y Perun debe reinar sobre las masas de ucranianos comunes, destruyendo así a los untermensch y enemigos de la nación. Evidentemente, en ello no hay ni un ápice de “democracia europea”, concepto por el que Azov siempre ha mostrado su desprecio.
Esta visión puramente Nazi se formó en los años anteriores a la guerra, en 2005-2006, cuando el nacionalista Andriy Biletsky, junto al vicepresidente de Svoboda para asuntos ideológicos, Oleh Odnorojenko, recreó la organización paramilitar “Patriota de Ucrania”, que antes había existido bajo el liderazgo del ahora presidente del Parlamento Andriy Parubiy. Sobre la base de esa organización se formó la Asamblea Social-Nacionalista, cuyo nombre, una ligera variación del partido nacionalsocialista de Adolf Hitler, es en sí revelador.
“La principal idea de la mística social-nacionalista es la creación, en lugar de un cúmulo de individuos desperdigados, unidos mecánicamente por el nombre de ucranianos y por un pasaporte, una súper sociedad nacional, un único organismo biológico que creará un Nuevo Pueblo de personas física, intelectual y espiritualmente desarrolladas. De la masa de individuos debe nacer la Nación y del hombre débil, el superhombre”, explicó, relatando el propósito de su movimiento, Andriy Biletsky, que ha recibido de sus asociados el honorífico apodo de “líder blanco”.
Obviamente, esa idea, que ahora forma parte de la educación política de cientos de jóvenes ucranianos que se han unido a las estructuras de Azov, está basada en prejuicios racistas. Representantes del Corpus Nacional, que tras la Victoria de Euromaidan recibieron el estatus de políticos y pasaron a formar parte de la estructura del Ministerio del Interior, no solo no han renegado de esas ideas, sino que han intensificado su propagación a nivel nacional.
“El social-nacionalismo ucraniano considera la Nación ucraniana una comunidad de sangre y raza”. “La raza lo es todo para la génesis de la nación, la raza es la base sobre la que se erige la superestructura en forma de cultura nacional, que, otra vez, emana de la naturaleza racial del pueblo, no del lenguaje, la religión, la economía, etc”, explica el comandante del batallón Azov. Biletsky también promete solucionar de forma muy simple el tema de la falta de patriotismo ucraniano de los ucranianos rusoparlantes: “si hablamos del este rusoparlante de Ucrania, los territorios ucranianos en Rusia, primero tenemos que despertar su conciencia racial, tras lo cual, el nacionalismo lingüístico llegará automáticamente. La cuestión de la ucranización completa del futuro Estado social-nacionalista se resolverá en 3-6 meses por medio de una política estatal dura y equilibrada”. La cuestión racial ocupa una parte importante de la pequeña pero elocuente contribución teórica del “líder blanco”, como llaman a su comandante sus apologistas, a la ideología del nacionalismo ucraniano. “Por naturaleza, las personas nacen con diferentes capacidades, diferentes habilidades, por lo tanto la felicidad de un hombre se produce cuando encuentra su lugar en la jerarquía nacional y conscientemente cumple con su tarea vital”, afirmó Andriy Biletsky en el artículo “El social-nacionalismo racial ucraniano”, en el que habló de su ideología para el periódico de la Asociación de Organizaciones y Comunidades Judías de Ucrania “Hadashot”.
El entorno de Biletsky siempre ha abogado por la limpieza étnica, de la que serían víctimas millones de habitantes de Ucrania. Es más, la ideología de este movimiento abiertamente afirma que no consideran ucranianos a los residentes de raza incorrecta y que deben ser aislados de los “verdaderos arios ucranianos” prohibiendo en sexo con outsiders.
“Serán sometidos a control y restricción todos los grupos etno-raciales extranjeros, con la subsiguiente deportación a sus lugares de origen. Teniendo en cuenta que nosotros, los ucraninos social-nacionalistas, consideramos la llamada “raza humana” como especies separadas del Homo Sapiens en términos biológicos, consideramos que solo los blancos europeos (en los que no entran los llamados europeos del sur, mediterráneos, caucásicos, Pamir-Fergana y otras razas biológicamente diferentes a la nuestra) tienen la labor de eliminar cualquier contacto racial entre especies diferentes, lo que llevaría a mezclas interraciales (entre especies) y finalmente a la extinción del Hombre Blanco”, afirmó Oleh Odnorojenko, uno de los fundadores de Azov.
¿Es posible implementar estas odiosas amenazas? La experiencia europea del siglo XX claramente muestra que es posible, especialmente teniendo en cuenta que el programa político del Corpus Nacional prevé la construcción de una sociedad totalitaria en condiciones de una dura dictadura capaz de realizar una limpieza étnica y establecer campos de concentración para la solución final de la cuestión racial.
Concretamente, el Corpus Nacional declara como objetivo “la creación de una estructura política, social y económica en Ucrania sobre los principios de la naciocracia: solidaridad nacional, autoritarismo, calidad de la jerarquía social, disciplina, control social, autodefensa, autogobierno”. La existencia de partidos políticos, uniones y prensa quedarían oficialmente prohibidos.
Además, este programa prevé la producción de armas nucleares, la proclamación de “Ucrania con estatus de gran potencia”, control de la educación y la creación de la confederación Intermarium, que se extendería desde el Báltico a los Balcanes y el Caucaso a costa de territorios extranjeros en forma de una nueva versión del Reich del hombre blanco en el que se han convertido abiertamente los neonazis ucranianos.
Hoy en día todo esto puede parecer frívolo e inofensivo. Sin embargo, hace solo cinco años, la inmensa mayoría de los ucranianos no habrían creído que era posible una guerra, con bombardeos de ciudades, prohibiciones masivas de libros y películas ideológicamente incorrectas y el resto de actos de la locura chovinista en la que se ha convertido la realidad. La experiencia ucraniana muestra lo peligroso que puede llegar a ser subestimar los planes de los radicales neonazis, especialmente en lo que respecta a las fuerzas armadas y organizadas, que siguen aumentando su influencia en la sociedad frente a unas élites políticas completamente desacreditadas. Hay que tomárselos en serio para que esta pesadilla racista nunca se convierta en realidad.
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