En la batalla desde que estallara esta guerra en el año 2014, el batallón Vostok se dio a conocer como batallón de primera línea y como vínculo de los pocos voluntarios occidentales que llegaron a Donetsk, muchos de ellos desde Kiev, cuando aún podía cruzarse la línea del frente. En él se integraron los primeros voluntarios españoles que llegaron en aquel verano a Donbass. Sin dominio del idioma ni experiencia bélica, su papel fue testimonial y se limitó fundamentalmente a dar a conocer la causa de Donbass al público occidental. La completa ausencia de evidencia de haber luchado no les eximió de la pena de telediario con la que fueron agraciados ocho de los voluntarios españoles en 2015 en su retorno a casa.
Fue en 2014, en el que Ucrania comenzaba su estrategia de acabar por lo militar un problema político, se vanagloriaba de matar a centenares de soldados rusos al día y argumentaba que el bombardeo aéreo de la administración civil de Lugansk a pleno día había sido en realidad la explosión de un aparato de aire acondicionado, cuando comenzaron a hacerse conocidos algunos comandantes de unidades que han sobrevivido a los ocho años de guerra en Donbass. Aunque sin la presencia mediática ni el carisma de Mozgovoy, Givi o Motorola, todos ellos asesinados, Alexander Jodakovsky se dio a conocer por sus actividades políticas y militares. Ocho años después, Jodakovsky y el batallón Vostok vuelven a estar en la primera línea de la batalla más importante del frente de Donbass hasta el momento, la batalla por Mariupol.
En ella, se ha podido ver al batallón, no solo en la batalla, sino también rescatando en carros blindados a civiles con dificultades de movilidad o familias enteras. Como el enfrentamiento urbano más importante de esta guerra -en Ilovaisk las milicias fueron capaces de impedir que Donetsk fuera rodeada, por lo que impidieron la batalla-, la situación implica que los soldados deban actuar de forma diferente, con un contacto con la población civil muy diferente a la lucha de trincheras de los últimos años. Y en esas situaciones se producen las pequeñas historias de esta guerra.
Así contaba uno de esos episodios el propio Alexander Jodakovsky:
Hoy, el grupo ha salido a una misión y se ha encontrado bajo el fuego de artillería. Nuestra gente ha tenido suerte, pero dos pobres mujeres que obstinadamente se niegan a abandonar sus hogares aunque están junto a la línea del frente han resultado seriamente heridas. El grupo abandonó sus planes, suministró primeros auxilios y llevó a las heridas al hospital.
A primera hora de la mañana, abriéndome camino por las zonas liberadas, observé a dos mujeres mayores que apenas podían moverse por la calle. Me acerqué con el habitual “¿Puedo ayudarles a retirar algún proyectil del tejado? ¿Cuál es su dirección? Y demás: ¿Cuántas personas viven ahí?”. “Cinco adultos y cuatro niños, de cuatro, cinco, seis y nueve años. Todos ellos apretados en el sótano de una vivienda unifamiliar. Una vez más, mandé a los zapadores a la dirección y les pedí que, de camino, trajeran una bolsa de patatas, agua y pan. Jamás he visto una reacción de tanta felicidad por un trozo de pan.
En la siguiente calle, nuestros soldados instalaron un generador, lo conectaron al pozo y sacaron agua. La cola creció de forma instantánea. Este es el tipo de momento en el que el figurado “pan y circo” se convierte en el vital “pan y agua”. Habría que sumar más medicinas y que no haya disparos, pero eso es a largo plazo.
En general, los soldados tienen que dedicarse a todo, no solo a la guerra. Moverse entre la muerte une mucho a las personas. Al abandonar una casa, la dueña esperaba en la puerta: “¿No conoce a tal y tal? Es mi sobrino, trabaja con vosotros en alguna parte”. Pregunté cuál es su nombre de guerra y me da una respuesta, pero levanto las manos. No había avanzado más de diez metros cuando la dueña de la casa se echó en brazos de uno de los soldados. “¿Es él?”, pregunto. “¡Es él”. Un pequeño milagro.
Sea por táctica -es la gente a la que debes convencer-, o sea por buen corazón -es la gente por la que luchas-, me creo las historietas de Jodakovsky. Ese tejado a dos aguas de los voluntarios de Vostok -hombres de guerra y de paz- es lo deseable de cualquier soldado. Vienen a colación pasajes de ‘historia de las sillas’ (Silvio Rodriguez) ¡Va por ellos!: «En la punta del amor viaja el amigo… Es por eso que es soldado y es amante. Es por eso que es madera y es metal. Es por eso que lo mismo siembra rosas, que razones de banderas y arsenal»
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Ostras, que pasa, no se ve la sección de colaboradores y Guerra en Ucrania
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