En los últimos meses, a la crisis económica que atraviesa el país desde 2014 y que las medidas neoliberales de los diferentes gobiernos en el poder desde el golpe de Estado de Maidan no han podido paliar se han unido las consecuencias que ha supuesto la pandemia de coronavirus. A las evidentes consecuencias económicas que ha causado -aumento de paro, dificultades para la emigración en busca de trabajo-, la pandemia ha vuelto a poner en la agenda política la situación en la sanidad. A la ya crónica falta de medicamentos se suma ahora la dificultad de Ucrania para acceder a las vacunas.
Las declaraciones de Zelensky en una entrevista a The New York Times eran prácticamente una súplica a sus socios occidentales a donar vacunas a Kiev, aunque ni la Unión Europea, ni Estados Unidos ni Gran Bretaña, con dificultades para obtener las dosis necesarias para sus poblaciones, parecen dispuestas a colaborar con Ucrania en un futuro inmediato. La alternativa, como ya admitía Zelensky en esa entrevista, es la vacuna rusa, que se ha convertido en una herramienta geopolítica con la que luchan las diferentes facciones políticas ucranianas, tal y como demuestra el reciente intento de una farmacéutica de Járkov de registrar Sputnik V en Ucrania, un movimiento con una lógica tanto sanitaria como política y que previsiblemente tendrá más recorrido político y social que la rápida negativa del Ministerio de Sanidad.
Así lo recogía ayer el blog Colonel Cassad
Sputnik V para Ucrania
Según afirmó Viktor Medvedchuk, líder de la Plataforma Opositora por la Vida, a compañía de Járkov Biolek ha solicitado al Ministerio de Sanidad de Ucrania el registro oficial de la vacuna rusa Sputnik V contra el coronavirus. Su comunicado fue publicado en la página web del partido.
Medvedchuk aclaró que la compañía presentó la solicitud el 30 de diciembre. Según el político, Biolek es una de las empresas líder de la industria farmacéutica en Ucrania y dispone de instalaciones y personal cualificado para la producción.
–Ria Novosti
En este sentido, las cosas son muy simples:
- La vacunación con Sputnik V ya ha comenzado en Rusia y otra serie de países han adquirido la vacuna. Así que decir que la vacuna no existe es bastante complicado. Y el propio Zelensky, antes de Año Nuevo, afirmó que sería muy difícil explicar a los ucranianos por qué no se adquiere la vacuna rusa (por ahora, la opción favorable es la vacuna comunista de China).
- Moscú da a Medvedchuk la oportunidad de promocionar esta vacuna en Ucrania. No es la primera vez que se intenta hacer algo así.
- Si recibiera permiso y la vacuna se fuera accesible, Medvedchuk actuaría como benefactor, como ya hiciera al afirmar que “yo liberé a los prisioneros ucranianos” [los marines ucranianos capturados en Crimea y cuya liberación negoció], “he ayudado a levantar las sanciones rusas contra algunas empresas ucranianas” y diría que “yo traje la vacuna a los ucranianos”.
- Si se deniega el permiso, Medvedchuk podrá decir que las autoridades deliberadamente privan a sus ciudadanos de la vacuna, que permite que mueran, algo que, teniendo en cuenta el estado de la sanidad ucraniana, no será muy difícil. A la vanguardia estarán los eslóganes “Zelensky mata a los ucranianos”, “Zelensky permite la muerte de los ucranianos”, etc.
- En cualquiera de los dos casos, para Medvedchuk es una victoria en términos de relaciones públicas. Para Moscú, todo esto tiene un coste cero.
Como acto no solo sanitario sino fundamentalmente político, es de esperar que este no sea el único intento de lograr la producción o distribución de Sputnik V en Ucrania a pesar de la apresurada negativa del Ministerio de Sanidad de Ucrania, que desde que recibió órdenes de la embajada de Estados Unidos de no adquirir la vacuna rusa, no ha dejado de intentar desacreditarla. De momento, Rusia ya ha ofrecido a Ucrania la tecnología necesaria para producir la vacuna.
Mientras tanto, en Donbass, la RPD y la RPL, que hace unas semanas habían solicitado ayuda a Rusia, afirman que su petición ha sido aceptada y que las primeras dosis de Sputnik V llegarán a lo largo de enero. Por el momento, Rusia no ha confirmado esos envíos.
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