Artículo Original: Andriy Babitsky
El caso del asesino de Odessa Serhiy Sternenko que el 18 de mayo recibió el estatus, no de sospechoso sino de víctima, es, por varios motivos, muy representativo de lo que es la Ucrania actual. En primer lugar, saca a la luz un aspecto políticamente importante que lleva un largo tiempo produciéndose: el SBU continuamente utiliza a los activistas nacionalistas para solucionar una serie de cuestiones. Son utilizados para ejercer poder y presión sobre personas y políticos de la oposición, sobre los tribunales, la Fiscalía, la aduana y para proteger y controlar diferentes negocios ilegales en sus más variadas formas, ya sea el contrabando, el tráfico de armas y drogas, la prostitución y muchos más. Estas más que lucrativas industrias criminales generan beneficios para ciertos sectores.
A cambio de esos servicios, el SBU protege a sus agentes y asistentes informales, les ayuda a salir de causas penales contra ellos que, en teoría, implicarían largas penas de prisión. Recordemos las circunstancias de esta alocada historia. El asesinato se produjo en mayo de 2018. Sternenko era entonces el líder de la facción de Odessa de la entonces aún influyente organización Praviy Sektor.
Cuando paseaba con su novia cerca de su casa, Sternenko discutió con dos personas: Iván Kuznetsov y Alexader Isaikul. En el conflicto, Sternenko sacó una navaja y apuñaló varias veces a ambos. Los jóvenes salieron corriendo en diferentes direcciones y Sternenko decidió perseguir a uno de ellos. Al alcanzar a Kuznetsov, le asestó varias puñaladas, tras lo cual murió en el lugar. El examen forense detectó siete puñaladas en el cuerpo de Kuznetsov, mientras que Isaikul recibió dos.
Sternenko y su novia retransmitieron en directo la escena con su móvil, incluida la agonía y la muerte del hombre herido. Sternenko alegó haber sido víctima de un ataque no provocado y haber recibido una herida en la mano, tras lo cual se defendió. Sin embargo, los abogados de las víctimas alegan que sus defendidos no portaban ningún tipo de arma. Ambos eran deportistas y podían defenderse por sí mismos en una pelea callejera si se diera el caso. Lo más probable es que el asesino se infligiera la herida a sí mismo después o que pidiera a uno de sus asociados que lo hiciera. El examen de las pruebas muestra la secuencia en la que se produjeron las heridas: primero fueron apuñalados Kuznetsov y Isaikul y después, Sternenko. Es decir, los resultados del estudio refutan completamente la versión del exlíder del Praviy Sektor en Odessa.
En la navaja se encontró sangre de Kuznetsov y Sternenko, con la de Sternenko como dominante. Eso significa que primero fue apuñalado Isaikul, después Kuznetsov y, finalmente, Sternenko. Parece que hay más que suficientes pruebas de culpabilidad en este caso. El Artículo 115 (Asesinato premeditado) es severo. Implica penas de prisión de entre 10 y 15 años. Los acusados según ese artículo no pueden permanecer en libertad. Sin embargo, Sternenko nunca ha sido sospechoso según ese artículo.
Un mes después de los hechos, las dos causas penales- una sobre el ataque a Sternenko y otra por el asesinato de Kuznetsov- fueron trasladadas al SBU en Kiev de forma contraria a la ley, ya que las causas por artículos puramente criminales no deben ser investigadas por el SBU. La semana pasada, el participante en los hechos (así se califica al sospechoso del asesinato) recibió una notificación para presentarse en el SBU. Sternenko comenzó a realizar declaraciones alegando que iba a ser acusado. El lunes, 18 de mayo, frente al edificio del SBU en Kiev se reunieron alrededor de un centenar de radicales de extrema derecha. Había también varios diputados (entre ellos alguno de “Servidor del Pueblo”), el exoficial de aduanas Mefedov y otros defensores de Maidan. En este punto, el SBU publicó un comunicado en el que confirmaba que no se iba a entregar a Sternenko una acusación. Y Sternenko, al salir del edificio, afirmó a sus compañeros que había sido reconocido como víctima.
Se trata de una vergonzosa situación. Cualquiera que haya seguido el curso de los acontecimientos, respetando la presunción de inocencia, sabe que un asesino es un asesino. No hace falta ser un genio para saber exactamente qué pasó en Odessa hace dos años. Y ahora que el asesino es supuestamente inocente y se declara sospechoso de cometer el ataque al fallecido Iván Kuznetsov.
El vínculo entre los nacionalistas y el SBU resulta ser muy fuerte y efectivo, no solo porque los radicales de extrema derecha son una herramienta excelente para solucionar muchos problemas. Hay otro aspecto en el caso. Sternenko sabía cómo funcionaban los mecanismos ocultos para conseguir ingresos de todo tipo de tramas criminales por parte de oficiales de los servicios de seguridad, sabía cómo hacen para presionar a opositores y sabía a quiénes utilizaban para ello. De publicarse, esa información habría sido un peligro tanto para la organización en sí como para los individuos que participan en ello. Su reputación es bien conocida e incluso entre los radicales, no hay apoyo general para Sternenko. Algunos de ellos, conocedores de lo que pasa en Odessa, le acusan directamente de proteger tramas de drogas y burdeles. Pero el SBU, que utiliza a este lumpen para poner en práctica sus aspectos más oscuros, está perfectamente satisfecho con él.
Creo que ese es el motivo por el que tanta gente, entre ellos muchos nacionalistas, que han cometido crímenes de gravedad haya logrado quedar impune. El presidente Volodymyr Zelensky, que una vez mencionó que Sternenko había matado a un hombre “y todos lo sabemos” debería interesarse por la justicia. ¿Cómo es eso de que “todos lo sabemos” y la persona queda impune? Pero no tiene todo el poder en el país. Aparentemente, todo lo que puede hacer es imponer sanciones contra el Hermitage, la Universidad Estatal de Moscú, el Museo Pushkin y otras instituciones culturales y educativas rusas. Para eso, probablemente no necesite permiso.
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