Tras una reunión del Consejo de Seguridad en la que Rusia recibió el apoyo de China y Ucrania de sus socios de la OTAN, el conflicto diplomático entre Kiev y Moscú por el incidente del pasado domingo en el mar de Azov continúa con la escalada de declaraciones y acusaciones cruzadas. Sobre el terreno, un tribunal ruso ha enviado a prisión preventiva a algunos de los 23 marineros ucranianos entre los que, según ha confirmado Ucrania, se encontraban agentes de contrainteligencia del SBU. Según algunos analistas, el hecho de que no vayan a ser devueltos a Ucrania inmediatamente deja entrever la posibilidad de que Rusia pretenda utilizarlos en un posible intercambio de prisioneros para lograr la libertad del periodista de Rossiya Segodnya Kiril Vishinsky, de la tripulación del carguero ruso Nord, retenida desde hace meses en Ucrania y de otros ciudadanos rusos encarcelados en Ucrania (entre los que está, por ejemplo, Evgeny Mefedov, encarcelado desde 2014 en Odessa a pesar de haber sido absuelto en 2017 de los cargos de los que se le acusaba).
Mientras tanto, en Ucrania, tras una dura sesión en el Parlamento, los diputados ucranianos aprobaron una versión rebajada del estado de excepción que exigían el presidente Poroshenko y el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional. La limitación de la medida no ha impedido que algunos ministros ucranianos se metan en el papel y se presenten ante la prensa vestidos de uniforme militar. Es el caso de Volodymyr Omelyan, ministro de Infraestructuras, conocido por haber realizado en los últimos meses llamamientos a recuperar el “Kuban ucraniano” y otros territorios de la Federación Rusa. A pesar de la teatralización, los acontecimientos en el Parlamento no se desarrollaron según esperaba el Gobierno ucraniano.
El Parlamento de Ucrania aprueba el estado de excepción
Artículo Original: Colonel Cassad
Tras horas de tormento, el Parlamento de Ucrania adoptó la decisión de introducir el estado de excepción en Ucrania, aunque no de la forma que deseaba Poroshenko.
- El Parlamento se negó a aprobar el documento del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, firmado por Poroshenko, que preveía la introducción del estado de excepción hasta el 25 de enero, ya que la inscripción de los candidatos a las elecciones presidenciales comienza en diciembre y bajo el estado de excepción eso quedaría prohibido. Nadie creyó las garantías verbales de que se celebrarían elecciones de cualquier manera, así que Poroshenko se encontró en una situación en la que ni siquiera se pudo votar su documento original. Fue necesario negociar, pero eso es lo que se esperaba.
- La versión final aprobada es la exigida por la oposición parlamentaria a Poroshenko, que se vio obligado a cejar en su intento de declarar el estado de excepción en todo el territorio del país y también tuvo que aceptar un periodo de vigencia de un mes en lugar de dos. Además, también fue preciso garantizar el compromiso de celebrar elecciones el 31 de marzo de 2019. De lo contrario, la mayoría parlamentaria amenazaba con rechazar la propuesta.
- Finalmente, Poroshenko no consiguió lo que quería sino una versión limitada del estado de excepción. Aun así, era importante para él que se aprobara una versión de ese estado de excepción, y aunque no se hayan cancelado/retrasado las elecciones de momento, siempre está el plan B: prolongar el estado de excepción, alegando fuerza mayor, es algo más sencillo. Teniendo en cuenta que Rusia obviamente no pretende atacar Ucrania, sería necesario para extender el estado de excepción (al menos un mes más, lo que chocaría con el calendario electoral) algún tipo de provocación. Aquí las opciones son bastante evidentes: empeoramiento en Donbass, escalada de tensión en la frontera con Crimea, provocaciones en el mar Negro o en el mar de Azov. Poroshenko tiene un mes para planificar esas provocaciones, preferiblemente con bajas (ya que los marineros ucranianos se negaron a convertirse en carne de cañón y se entregaron al FSB).
- Sí no lo consigue, Poroshenko corre el riesgo de convertirse en un cadáver político, ya que estos días, todo el mundo ha podido ver que no ha sido capaz de conseguir que su decisión se aprobara en el Parlamento sin tener que ceder ante sus oponentes, decididos a preparar las elecciones de marzo, en las que Poroshenko no cuenta con grandes opciones de éxito. Así que en el próximo mes veremos más actividad del SBU y el Ejército Ucraniano en esta zona, mayor represión contra la oposición, supresión de oponentes político y su base económica y desvío de fondos a la campaña electoral de Poroshenko.
En resumen, no es exactamente lo que Poroshenko buscaba, pero en términos estratégicos, no tenía más opciones.
Ucrania no ha declarado la guerra a Rusia, ni ha roto relaciones diplomáticas, ni ha cerrado la frontera, lo que vuelve a demostrar que todo es una lucha interna por el poder dentro de la junta que tomó el poder en 2014.
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