Artículo Original: Antifashist
El experto militar y antiguo miembro del Estado Mayor, el coronel retirado Konstantin Sivkov cree que los ataques de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa contra la infraestructura ucraniana son una advertencia. “Moscú está dejando claro a Kiev que si las autoridades ucranianas suben la apuesta, el siguiente paso serán ataques a los centros de decisión”, opina. De hecho, este argumento no es más que la repetición de algo que ya se ha dicho anteriormente al más alto nivel. Resulta que nuestro comando y autoridades políticas conducen sus operaciones militares en Ucrania según el principio del “ojo por ojo”, entendiendo que su actividad aumenta solo como respuesta a los actos de los servicios de seguridad de Ucrania, como el ataque al puente de Crimea.
La importancia del puente es de estatus, pero también como línea operativa: es una de las vías para garantizar el suministro del frente. Es uno, pero no el único. Ahora mismo, el suministro a las tropas de la operación militar especial en el frente continúa, aunque no a través de la ruta de Crimea, sino por la vía terrestre y el mar de Azov, a través de Mariupol y Berdyansk.
¿Cuál es el resultado de dos días de ataques con misiles contra las infraestructuras energéticas de Ucrania y estructuras de control de las Fuerzas Armadas de Ucrania y otros cuerpos de seguridad? En casi todo el país se han producido apagones, pérdida parcial de las comunicaciones móviles y dificultades para el acceso a internet. No es tanto. Todo ello puede ser reconstruido en un mes y medio. Si se atiende a lo dicho al más alto nivel, esta acción es algo temporal. Es más, nada similar se ha hecho tras los bombardeos de regiones fronterizas a Ucrania: Kursk, Belgorod, Bryansk, ni a territorios recientemente rusos como la RPL, la RPD, Zaporozhie y Jerson.
Hoy, mientras Ucrania permanecía bajo el fuego masivo de los misiles, las Fuerzas Armadas de Ucrania abrieron fuego en las regiones de frontera de la Federación Rusa, como han hecho en otras ocasiones. Es una guerra extraña, ¿verdad? El comando reacciona duramente solo ante actos concretos, mientras que se mantiene a la defensiva el resto del tiempo. Además del generalmente pasivo impacto sobre los sistemas energético y de transporte y la estructura de control de Ucrania, las tropas rusas no tienen la iniciativa en el frente. En realidad, se la han entregado al enemigo hace mucho tiempo.
Eso hace surgir la pregunta de si es posible ganar guerras conduciendo operaciones militares de esta forma. No lo es. Pueden criticarme por el estilo, pero estas conclusiones proceden de haberme familiarizado con las cuestiones militares, haber estudiado en una de las instituciones militares de más nivel en la Unión Soviética y haber servido activamente en posiciones de mando. A esto habría que añadir que es cuando menos estúpido ofrecer al enemigo sentarse a la mesa de negociación sin ningún éxito en el frente. Desde un posición de debilidad, es imposible convencer al enemigo a que se rinda. El enemigo solo puede verse obligado a pedir clemencia tras haberse creado condiciones insoportables para su existencia. Primero debe ser derrotado en el frente, no solo una vez, sino llevar a su ejército al estado de colapso. Esta es la única manera de llevar al enemigo a suplicar negociaciones. No al revés.
Para romper al enemigo, es necesario realizar operaciones militar con todas tus fuerzas, de forma ofensiva y progresiva, aumentando el nivel, sin dar al enemigo un minuto de descanso ni la oportunidad de recuperar o reagrupar a sus tropas derrotadas. Y no debe surgir siquiera la idea de un gesto de buena voluntad hacia el enemigo. En ese caso, el oponente ve una debilidad y se pierde la iniciativa en lugar de conseguir una victoria decisiva durante estas pausas. Los descansos y pausas causadas por la necesidad urgente de tirar de reservas y de la retaguardia indican una deficiente planificación militar. La falta de suministro de material y medios técnicos indica un mal trabajo tanto de la administración militar como de los servicios en la retaguardia. Y pueden indicar que las fuerzas armadas no están preparadas para operaciones militares.
En esas circunstancias, sería mejor no iniciar operaciones militares, pero una vez que la confrontación se ha iniciado, es necesario luchar de forma resolutiva, sin pararse a pensar en la valoración de la comunidad internacional ni en la verborrea de los políticos occidentales o el estrato liberal de nuestros compatriotas.
Digamos que todo lo que ha ocurrido desde el 24 de febrero de este año se hubiera producido sobre la base de unas decisiones tomadas a partir de una valoración incorrecta de la situación, del estado de las tropas enemigas y de las propias. Cuando se entra en la batalla, es mejor no pensar en la retirada, la única forma de salir de la situación es arreglar las cosas, apretar los dientes sean cuales sean las dificultades. Como dicen, no hay mal que por bien no venga. Rusia tiene la oportunidad de reorganizar su ejército, endurecerse en la batalla y deshacerse de quienes sobren en las Fuerzas Armadas y en las estructuras de poder a nivel local y estatal.
La actual situación también ayudará a lidiar con el desastre del complejo militar-industrial del país y a reforzar el sistema de responsabilidades. Existe también la oportunidad de valorar las debilidades y los errores de la construcción militar y determinar los conceptos de futuros conflictos, algo que permitirá valorar correctamente la dirección del desarrollo de armas avanzadas y la estrategia militar.
Por ejemplo, en los noventa ni en la primera década de este siglo queríamos escuchar en las Fuerzas Armadas nada sobre vehículos aéreos no tripulados, que se consideraban una pérdida de tiempo. Ahora vemos que todo se mueve en una dirección en la que los drones pronto serán la base de las operaciones de combate en tierra, mar y aire. Por cierto, las interrupciones temporales en los ataques contra las infraestructuras ucranianas pueden deberse a que para cada ataque masivo es necesario acumular grandes cantidades de proyectiles de largo alcance y alta precisión y que la industria militar no tiene la capacidad de producirlos en suficientes cantidades de forma continuada.
Ahora sabemos que se puede salir de la guerra en Ucrania como vencedores o vencidos. La derrota implicaría el colapso de Rusia. Así que es necesario actuar sobre la base de esta certeza. Es decir, no tenemos derecho a perder.
Qué más se puede decir. Hay algo llamativo: la ausencia de carros de combate blindados Teminator en el frente (aunque se ha anunciado que están de camino al frente). No hay información sobre el uso de sistemas modernos de guerra electrónica, guerra de contrabatería, armas láser y otros ejemplos presentados con ostentación en exhibiciones y foros militares. También se informa de que las tropas ucranianas han empezado a usar más sus fuerzas de tanques. ¿Dónde están nuestras armas antitanque capaces de destruir los blindados con más avanzada protección? La falta de drones, sistemas modernos de comunicación segura e imágenes térmicas también son problemáticas para nuestras tropas, como lo es la falta de vigilancia, reconocimiento, control y en el frente y los sistemas de corrección de fuego. En resumen, existe una clara idea de cuál es la dirección en la que las autoridades militares deben trabajar activamente para prepararse para posibles guerras abiertas con Estados Unidos o sus aliados, que pueden no ser inevitables.
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