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Ejército Ucraniano, Rusia, Ucrania, Zaporozhie

Expertos en la central

Artículo Original: Komsomolskaya Pravda

El Ministerio de Defensa de la Federación Rusa había preparado un autobús de periodistas internacionales para viajar a los “territorios liberados”, a las regiones de Zaporozhie y Jerson. Pero inmediatamente quedó claro que el destino principal del viaje era la central nuclear de Zaporozhie, la más grande de Europa. Se encuentra bajo control de las tropas rusas, pero el personal continúa siendo fundamentalmente ucraniano. En las últimas semanas, las tropas ucranianas han bombardeado la planta con cañonazos y lanzacohetes múltiples. Ya también la han atacado con drones.

Sin embargo, Kiev ha culpado de los bombardeos de la planta -no se sorprendan- a Rusia. Supuestamente, es ella quien bombardea la central que a su vez custodia. Y que no solo suministra electricidad a Ucrania, sino también a los territorios de Jerson y Zaporozhie. ¿Es absurdo? Lo es. Pero Occidente no puede admitir que Ucrania esté mintiendo y que expone a Europa al peligro de un incidente nuclear. Si lo hiciera, parecería que Occidente está apoyando a un Estado terrorista al que entrega armamento de largo alcance con el que atacar la central.

Así que se envió una misión internacional del OIEA liderada por su director, Rafael Grossi, a Zaporozhie. El autobús de los periodistas internacionales [al otro lado del Dniéper, Ucrania había organizado un tour de prensa similar-Ed] iba a reunirse con Grossi. Como corresponsal de KP, yo iba en el autobús de la prensa extranjera. Pero no fue tan fácil llegar a la central. Nos costó dos días llegar a Energodar, la ciudad de los científicos nucleares, que estaba a 200 kilómetros. Desde el principio, todo salió mal porque las topas ucranianas habían bombardeado el hotel donde iba a instalarse la prensa. Parece que la presencia de periodistas, incluidos los extranjeros, no entraba en los planes de Kiev. Íbamos a poder ver todo lo que hiciera el director del OIEA.

Grossi debía llegar a Energodar al día siguiente y habría sido muy cómodo esperarle allí mismo, en la central. Pero no pudo ser. Hubo que pasar la noche en la retaguardia, en Berdyansk. Y salir en mitad de la noche para poder ver al oficial internacional.

La segunda vez que salimos hacia Energodar lo hicimos a través de terribles carreteras sin asfaltar. El comando ruso nos informó de que Ucrania había intentado desembarcar saboteadores cerca de la central. Y resultó haber una batalla a lo largo de la carretera por la que debíamos haber transitado. El autobús con los periodistas extranjeros milagrosamente evitó encontrarse en un fuego cruzado. Pero eso son solo gajes del oficio en los territorios del frente.

En todos los cruces principales en dirección a la central había puestos de control de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa con equipamiento y ametralladoras preparadas. Aquí no hay signos de batalla de gran intensidad como en Mariupol y Volnovaja. En lugar de eso, hay carteles de propaganda diciendo que “somos un mismo pueblo”.

Los militares rusos también estaban a las puertas de la central. Personas de uniforme trabajan en el puesto de control revisando la documentación de todo el que pasa. Del enorme reactor cuelga la tricolor rusa.

Los científicos nucleares ucranianos, que siguen trabajando en la planta, no estaban muy contentos de ver a los huéspedes. Ninguno de los empleados, ni el director, habló con los periodistas o con el director del OIEA. Podía vérseles moviéndose por la planta, pero se negaron categóricamente a hablar con la prensa, aunque parece que hablaron con Grossi lejos de las cámaras.

Se nos mostraron los resultados de los bombardeos. El primer misil había impactado cerca del puesto de control. Un buen cráter podía verse en la parte oriental, cerca del principal contenedor de combustible técnico. Las bombas de agua cercanas en dirección al primer reactor (hay seis de ellos) estaban cortadas. Los principales daños ya han sido reparados, pero continúa habiendo fugas de agua. Las ventanas de los edificios adyacentes han explotado. Por la forma en la que el proyectil impactó en el suelo, está claro que provenía del noroeste. Se trata de territorio controlado por Kiev. Cuando observaba los daños, el director del OIEA en persona apareció en el horizonte.

“No hay militares rusos aquí. Es evidente que el proyectil iba dirigido a los trabajadores”, aseguró un oficial de Rosatom a Rafael Grossi.

“¿Podemos saber de dónde procedía el proyectil?”, preguntó el director de la agencia internacional. Se le mostró que debe ser de Nikopol o Manganets, ciudades al otro lado de la reserva Kajovsky, bajo control ucraniano.

El director del OIEA se dirigió a los tanques blancos. En la parte superior de uno de ellos hay un buen agujero.

“Hay turbinas de 240 toneladas aquí. Da miedo pensar en qué podría pasar si se incendian”, afirmó el representante de Rosatom.

Quejándose de que los periodistas interferían en su trabajo, Grossi, rodeado de su séquito, desapareció entre los edificios del reactor. Y nosotros seguimos estudiando los restos de los bombardeos sin él. Durante todo el tiempo, se escucharon bombardeos a lo lejos. Según me explicaron, se trataba de las llegadas de proyectiles y el trabajo de nuestras defensas aéreas. Un oído experimentado puede distinguir si es algo que ha explotado en la ciudad o si un misil antiaéreo lo ha derribado en el aire. Pero no estoy acostumbrado a los cañonazos, así que tuve que fiarme de lo que me decían.

Cerca de la sexta unidad de potencia, un proyectil gris de metal con estabilizadores semicirculares sobresalía del suelo. “Un proyectil de racimo, posiblemente de Uragan. Aquí está la munición de racimo. Y esto solo es la cola del proyectil, que simplemente cae al suelo”, me explicó un guardia de seguridad ruso. No es solo que el reactor esté cerca, sino que a cincuenta metros está el depósito de combustible nuclear en un sarcófago de cemento. “Hay un sarcófago dentro. Si hubiera caído en el depósito de verdad, la contaminación radioactiva ya habría empezado aquí”, continuó.

También han actuado aquí drones kamikaze. Vi uno en el suelo: alas pequeñas, un pequeño motor y 50 gramos de explosivos. Este pájaro de plástico explotó en el tejado de uno de los edificios de la planta. Había un segundo dron, pero pudo ser derribado. Pero Grossi no se fijó en los drones. Evitó realizar declaraciones a la prensa y solo anunció su gratitud a los militares rusos por organizar la seguridad de su visita. Había visto todo lo que necesitaba ver. Y prometió dejar una misión permanente del OIEA en la central.

En ese momento, se le entregó una carta abierta de los residentes de Energodar con una petición de detener el bombardeos. Grossi la recogió sin hacer comentarios. Intentó no decir nada y se marchó. Se espera que le director del organismo internacional presente un informe sobre la situación en Energodar a Naciones Unidas. Quién sabe si dirá la verdad o no. Si él vino a controlar la central, nosotros, la prensa, teníamos que controlarle a él. Vimos lo mismo que vio Grossi. Puede que por eso se quejara, como si le estuviéramos molestando.

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