La batalla por Severodonetsk continúa desarrollándose, como fue evidente prácticamente desde su comienzo, según el escenario que pudo verse en Mariupol: ante el avance de las tropas rusas y republicanas, las tropas ucranianas se retiraron hacia la zona industrial, más sencilla de defender y que cuenta con unas infraestructuras en las que protegerse de la artillería y la aviación. Después de muchos días negando la evidencia, Ucrania admitió la pérdida del control sobre el centro de la ciudad, desde hace tiempo bajo control de las tropas rusas, mientras que las tropas ucranianas se encuentran atrincheradas en la fábrica Azot y sus alrededores.
Pese a las similitudes, hay también importantes diferencias que marcan el desarrollo de los hechos. Sitiada Mariupol, los soldados ucranianos tenían a sus espaldas el mar de Azov, mientras que en esta ocasión disponen de la ciudad de Lisichansk, golpeada por la artillería rusa pero aún bajo control ucraniano. Situada sobre una colina y protegida por el Severski Donets, la ciudad era la salida natural para las tropas ucranianas en busca de lidiar la batalla por las dos ciudades desde una posición de fuerza. Esa ha sido, hasta que esa opción ha dejado de ser viable por la destrucción del último puente que unía las dos ciudades, la propuesta de las autoridades militares ucranianas. El rechazo de las autoridades políticas a cualquier retirada, incluso una retirada estratégica al otro lado del río, ha impedido esa opción, lo que ha condenado a la ciudad a una nueva batalla urbana en la que las tropas ucranianas, como explicaba esta semana Mijailo Podoliak, se han escudado en las facilidades que da la ciudad para enfrentarse a su enemigo.
Azot, la fábrica propiedad de Dmitro Firtash en la que se encuentran ahora soldados ucranianos y civiles de la ciudad, carece de la estructura de protección que suponían las infraestructuras subterráneas de Azovstal en Mariupol. Sin embargo, el hecho de tratarse de una industria química la protege de bombardeos masivos, que podrían suponer un desastre humanitario. Pero, ante todo, Azot carece de la preparación que sí había existido en Azovstal, donde las tropas ucranianas disponían de víveres para sobrevivir durante una larga temporada. Como pudo comprobar el batallón Vostok en el trabajo de limpieza de minas y posibles trampas y retirada de cuerpos, había aún en Azovstal suministros de agua potable y alimentos. Esas carencias implican que el desenlace no debería demorarse las cuatro semanas que llevó el proceso de rendición de las tropas ucranianas en Azovstal.
La actuación de las autoridades rusas busca una salida similar a lo ocurrido en Mariupol. El martes, se anunció que, ayer miércoles, se abriría un corredor humanitario para la salida de los civiles allí resguardados, lo que causó inmediatamente el rechazo de Ucrania y de su prensa y expertos afines. El motivo era el mismo por el que la opción de evacuación de civiles fue inicialmente rechazado por Kiev: Rusia ofrece una salida hacia territorio controlado por las Repúblicas Populares. Sin sorpresas, el primer intento de permitir la evacuación de civiles de Azot fracasó y, según las autoridades rusas, a causa de las acciones de las tropas ucranianas, tan solo un civil pudo ser evacuado de la zona industrial de Severodonetsk.
Como ocurriera en Mariupol, también en Severodonetsk trata de intervenir Naciones Unidas. En aquella ocasión, la organización ejerció, junto a otras como Cruz Roja, de mediadora y facilitadora y pudo evacuar a zona controlada por Ucrania a aquellos civiles que no quisieran permanecer en la RPD o en Rusia. Sin embargo, en esta ocasión, los primeros signos de intervención apuntan a un escenario que, en lugar de resolver una situación dramática para la población civil, solo conseguiría alargarla.
Así recogía ayer el diario ucraniano Strana las palabras del representante de Naciones Unidas:
La situación en los sótanos bajo la planta Azot se está haciendo peligrosa según Saviano Abreu, representantes de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Cuestiones Humanitarias. Así lo informa la BBC. Saviano recordó que “ambas partes en conflicto tienen obligaciones según el derecho internacional humanitario de proteger a la población civil”.
Abreu está preocupado porque, en las actuales condiciones, los civiles “no pueden vivir sin agua durante mucho tiempo”. “Debemos ocuparnos lo antes posible por garantizar que las personas que se encuentren ahí dispongan de acceso a agua”, afirmó. Esas personas carecen también de alimentos y medicinas.
La ONU carece de garantías de seguridad para ayudar a esas personas. Antes, el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa había afirmado que la parte ucraniana propone abrir un corredor humanitario para la salida de civiles y su evacuación a Lisichansk. Según el Ministerio de Defensa ruso, esa opción es imposible y propuso abrir un corredor humanitario a Svatovo (bajo control de la RPL) el 15 de junio. La parte ucraniana no comentó la propuesta, pero el corredor humanitario no ha funcionado.
La repetición de un escenario en el que Ucrania trata de imponer sus postulados -evacuación de todos los allí presentes, sean civiles o militares, hacia territorio bajo su control- pese a encontrarse en una posición de debilidad condena la situación a un escenario de prolongación de una situación dramática e innecesaria para la población civil o a una negociación. Las circunstancias del lugar y el menor número de soldados y civiles allí presentes hacen previsible que la situación se solvente en menor tiempo del que llevó la evacuación de Azovstal.
Pese a la sorpresa que muchos medios están mostrando esta semana por la repetición del mismo escenario que se produjo hace apenas unas semanas en Mariupol, los hechos no son más que la constatación de la estrategia militar que Ucrania está utilizando en Donbass.
Habría primero que preguntarse ¿por qué las autoridades ucranianas no trasladaron con tiempo a la población civil fuera de lo que se sabía iba a ser campo de batalla?
La respuesta que todos intuimos es cruel.
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