Como cada 9 de mayo, millones de ciudadanos de los países que formaron parte de la Unión Soviética celebraron ayer el Día de la Victoria. Con un gran desfile militar en la Plaza Roja de Moscú y miles de marchas del “regimiento inmortal”, la ciudadanía homenajeó a los veteranos del Ejército Rojo que han llegado hasta nuestros días y recordó a sus antepasados que participaron en la Gran Guerra Patria. Por motivos evidentes, el 9 de mayo de este año ha sido diferente para Rusia, cuyo presidente utilizó su habitual discurso del Día de la Victoria para justificar la intervención rusa en Ucrania. Pero más allá de esas previsibles palabras, Vladimir Putin no realizó una declaración formal de guerra a Ucrania ni la movilización general tal y como venían anunciando la inteligencia y los medios británicos.
A cientos de kilómetros de Moscú, ciudadanos de las ciudades ucranianas bajo control ruso conmemoraron también y en esta ocasión acompañados de banderas de la Victoria -que en Ucrania habían de ser descomunizadas para no ser consideradas ilegales- en lugares como Berdyansk, Melitopol, Novaya Kajovka o Jerson. Más simbólica fue la conmemoración de la ciudad de Mariupol, donde el líder de la RPD Denis Pushilin encabezó la marcha, ya que fue el 9 de mayo de 2014 y precisamente durante la celebración del Día de la Victoria cuando los tanques ucranianos irrumpieron por primera vez en la ciudad y atacaron a la población civil.
Para el resto de Donbass, 2022 supone el noveno Día de la Victoria conmemorado en guerra, una guerra que durante años ha quedado en el olvido, despreciada por quienes han querido ignorar la lucha más legítima de este conflicto: la lucha de Donbass por reivindicarse y liberarse. En Donbass, el Día de la Victoria ha adquirido en estos años un significado añadido.
Original: Egor Voronov (Gorlovka)
La palabra Victoria tiene un sabor amargo, nace de nuevo en el barro y la sangre y sin palabras hace un nudo en la garganta en esta soleada mañana. Leo las noticias en uno de los canales de Telegram: “Termina el desfile de la Victoria en Moscú”. Disparan con Grads. “Kiril, no hagas caso. Es un avión”, dice con una sonrisa una niña de unos diez años a su hermano pequeño, que circula junto a ella en una moto de juguete. Es evidente que se tranquiliza. “Feliz día de la Victoria”, le digo a un soldado al que no conozco, pero que se acerca hacia mí con cintas rojas en el brazo y en la pierna. No responde, pero viene, me mira a los ojos y en silencio me da la mano. Con firmeza y con confianza, con la seguridad de una futura victoria. Vuelvo a saborear la palabra. Ya no es tan amarga. Palpita como una paloma de Gorlovka y se convierte claramente en sinónimo de la palabra paz. Intenta desplegar las alas en el frío viento de mayo y despega hacia donde el cielo está cubierto de nubes.
Reviso las informaciones de ayer de la prensa ucraniana, donde las páginas del siglo pasado están siendo activamente reinventadas. Los editores cortan películas en blanco y negro bajo las que se derrama de forma invisible la sangre y las lágrimas de quienes murieron hace tiempo. Combinan el dolor ajeno con viviendas modernas ardiendo. Salta una alerta: “13:45. Dyleyevka, Gorlovka (aldea de la mina Lenin): 6 proyectiles de 122 mm”. En la pantalla principal, los diseñadores web ucranianos han convertido el escudo ruso en el águila alemana. Sí, así nos comparan con los nazis. Y entonces recuerdo a los soldados muertos de Azov con sus tatuajes de cruces gamadas. Y antes de eso, bueno, ya recuerdan, las marchas de antorchas, los soles negros, la reanudación del culto a la división Galizien de las SS. Pero los fascistas somos nosotros. Y nuestra Victoria para ellos es el Día del Recuerdo y la Reconciliación. ¿Con quién? ¿Con los descendientes de quienes ahora se esconden detrás de la población civil para salvar su pellejo? ¿Con quienes han bombardeado a la población civil de Donbass todos estos años? ¿Con quienes gritan “Gloria a la nación, muerte a los enemigos”? Año tras año ha quedado claro quiénes son para ellos esos enemigos y qué es para ellos nuestra Victoria. Estoy probando esta palabra. Quema desde dentro, se templa y se calienta, de bronce se hace acero (aunque sea contrario a las leyes de la física y la química).
Para Donbass, la paz equivale a la Victoria. Solo la Victoria. Los últimos años muestran que no hay más opciones. Porque estamos aquí y estamos condenados a ser parte de algo ahora, no puede ser en vano. Esperamos el futuro Día de la Victoria. Victoria en nombre de la paz, nacida de la Victoria.
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