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Batallón Azov, Donbass, DPR, Ejército Ucraniano, Mariupol, Rusia, Ucrania, Zelensky

Lucha hasta el final

El sábado, pese a las constantes declaraciones de su Gobierno sobre el éxito estratégico que había supuesto la llegada de parte de la 36ª Brigada del Ejército Ucraniano a Azovstal para unificar así la defensa de Mariupol, el presidente Volodymyr Zelensky insinuó por primera vez de forma clara la posible pérdida de la ciudad portuaria, último lugar de presencia ucraniana en el mar de Azov. En una de sus muchas apariciones mediáticas, Zelensky amenazó abiertamente con detener las negociaciones con Rusia en caso de que sus chicos sean aniquilados. Ayer, tanto el ministro de Exteriores Kuleba como Oleskiy Arestovich calificaron Mariupol como «línea roja». Sitiados ya en una única fábrica tras la caída de Ilich, ya bajo control y en proceso de retirada de material militar tras la huida de la 36º Brigada, Azovstal, una industria estratégica de inmenso tamaño y aún mayor importancia para la economía de la zona, es el último reducto real de resistencia ucraniana en el territorio de Mariupol.

Desde allí han vuelto a pedir ayuda los mandos del regimiento Azov, los piratas del mar de Azov, como los calificaba Boris Rozhin, Colonel Cassad. Kalina y Prokopenko, héroe de Ucrania desde hace unas semanas, continúan exigiendo a sus autoridades una misión para desbloquear una ciudad que hace tiempo fue perdida. Pero a pesar de que la presencia ucraniana se limita a grupos inconexos que puedan actuar como francotiradores y a la agrupación refugiada en la zona industrial de la ciudad, esa resistencia es suficiente para mantener un punto ucraniano en un territorio controlado por Rusia y la RPD en los mapas que muestran qué territorios controla de cada una de las partes. Ucrania puede también argumentar que está obligando a Rusia -obviamente Kiev no tiene en cuenta a la RPD, también en la primera línea de este frente- a utilizar una parte importante de su armamento. Es probable que este sea el principal argumento a lo largo de los próximos días.

Con esta resistencia, dura en la fase inicial de la batalla y reduciéndose a medida que los suministros han comenzado a escasear, Ucrania mantiene la ficción de continuar una defensa a estas alturas imposible, pero suficiente para continuar exigiendo más armamento a sus socios. “Los militares ucranianos en Mariúpol siguen defendiendo la ciudad, según el ayudante del alcalde”, titulaba ayer un periódico español en un texto muy similar a los que se pueden leer estos días en la mayoría de los medios occidentales. Ucrania ha conseguido así, no solo obligar a permanecer en esta batalla a importantes cantidades de tropas rusas y de la RPD que deberían haberse unido ya a las unidades que preparan la batalla por Donbass, sino reforzar su épica narrativa de lucha. Una épica que, en Mariupol, continuará hasta el final.

La noche del sábado al domingo, el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa publicaba un mensaje, retransmitido también por los diferentes canales de radio de Mariupol, dirigido a las fuerzas ucranianas atrapadas en Azovstal. El mensaje ruso incidía en la denuncia que han realizado los propios soldados ucranianos, el abandono de las autoridades, para lanzar una oferta que sonaba a ultimátum: a lo largo de la mañana de ayer domingo debían deponer las armas y abandonar Azovstal bajo bandera blanca para entregarse y salvar la vida. Banderas rojas y las garantías de la Convención de Ginebra les esperarían en el exterior. La oferta no era ya la de abandonar el territorio en dirección a Ucrania, que se planteó hace unas semanas, cuando la resistencia ucraniana no se limitaba a un único punto.

Horas antes, en su entrevista a CNN, Volodymyr Zelensky, que entre otras cosas advirtió de la posibilidad de uso ruso de armas nucleares, dio a entender que no habría rendición. El presidente ucraniano sacaba el precedente de Ilovaisk para negar cualquier posibilidad. En aquel momento, en el verano de 2014, en una batalla que cambió la iniciativa de la guerra, sitiadas y a gran distancia del territorio bajo su control, las tropas ucranianas aceptaron la propuesta de la RPD de abandonar el cerco desarmados. Aunque las versiones difieren -Ucrania alega que los soldados fueron atacados aunque se encontraban desarmados, mientras que la RPD afirma que las tropas ucranianas trataron de huir armadas y con sus vehículos pesados-, el resultado fue un enorme número de bajas ucranianas tanto en términos de personal como de equipamiento.

El domingo, terminado ya el horario en el que Rusia y la RPD garantizaban el régimen de alto el fuego para permitir la salida de las tropas ucranianas, el primer ministro de Ucrania, Denis Shmigal, afirmó que Mariupol “no ha caído” -no hay presencia ucraniana en la ciudad, únicamente en la zona industrial- y “luchará hasta el final”. Eso condena la batalla al final que Rusia había tratado de evitar hasta ahora: recuperar el territorio de Azovstal por la fuerza. El hecho de que la factoría, de gran tamaño y complicada arquitectura, cuente con túneles subterráneos que facilitan su defensa hace necesario el uso de medios más potentes que los utilizados hasta ahora o un asalto en el que probablemente se produciría un enorme número de bajas. La primera opción, posiblemente la elegida, arriesga también la integridad de la fábrica, cuya posible destrucción sería una gran pérdida para la economía de una zona ya fuertemente golpeada por la crisis industrial y ahora por la guerra.

Ayer, apenas unas horas después de que se confirmara que no habría rendición, fuentes ucranianas confirmaban lo que la población de Donbass había publicado ya en las redes sociales: la presencia en el cielo de bombarderos estratégicos Tupolev-22. El canal de Telegram Rezident añadía, sin embargo, que aún no se han utilizado bombas termobáricas, capaces de destruir búnkeres y todo aquello refugiado en el subsuelo. Rusia esperará 24 horas, afirmaba esa fuente. Una pequeña prórroga del ultimátum del domingo a las tropas ucranianas para salvar sus vidas y salvar también la fábrica Azovstal, propiedad de Rinat Ajmetov, el hombre más rico de Ucrania y vinculado tanto al batallón Azov, que en el pasado ha actuado como seguridad privada de sus propiedades, como al primer ministro Shmigal, considerado un hombre muy cercano al oligarca.

Comentarios

Un comentario en “Lucha hasta el final

  1. La complicacion máxima a mi entender,es q seguro q cientos de civiles están como rehenes de los terroristas.O sea q destruir con terminaría se me hace difícil..Tuenen q presionar para la rendición o q mueran de inanicion,cosa q vuelve a repercutir en los rehenes..

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    Publicado por Gustavo Sánchez mumary | 19/04/2022, 21:57

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