Artículo Original: Alexey Zotiev
Ucrania se prepara para celebrar el trigésimo aniversario de su independencia de forma amplia y significativa. La fecha es importante, aunque es dudosa. El problema es que declarar la independencia y la independencia real son, por norma, dos estados completamente diferentes. En exactamente 30 años, tras declarar la independencia, las autoridades de Ucrania no han conseguido construir un país verdaderamente independiente.
Por supuesto, cualquier patriota que se precie te explicará a la cara que la libertad de su patria ha estado significativamente limitada por Rusia, que ha hecho todo lo que estaba en su mano para garantizar que la independencia de Ucrania fuera algo puramente formal. Pero la opresión rusa desapareció ya en 2014 y los años de descomunización que siguieron a esos hechos debían, supuestamente, ajustar la conciencia de los ucranianos, algo necesario para construir un Estado independiente. Libre e independiente.
Sin embargo, el milagro no se ha producido. Formalmente, el país es considerado independiente y muchos ucranianos realmente creen que es el pueblo quien determina el curso que sigue el país hacia un brillante futuro. Pero, en realidad, no ocurre de esa forma. Mientras los patriotas cantan y bailan, disfrutando de su libertad, el país está gobernado por expertos internacionales y asesores.
Hace un tiempo, las embajadas de Estados Unidos y otros países occidentales exigieron a las autoridades que se les traspasara el control sobre el nombramiento de jueces y dirigentes de las instituciones anticorrupción. Nos referimos al control del personal de las autoridades judiciales y anticorrupción.
En el poder judicial, la Alta Comisión Cualificada de Jueces de Ucrania y el Consejo Supremo de Justicia. Y en anticorrupción, la Agencia Nacional Anticorrupción y la Fiscalía Especial Anticorrupción. La Alta Comisión se dedica a la selección de nuevos jueces a través del procedimiento de examen y entrevistas. El Consejo Supremo de Justicia cesa a jueces y gestiona el sistema judicial en general. La Agencia y la Fiscalía anticorrupción, por su parte, pueden acusar a cualquier oficial ucraniano de corrupción. Tras adquirir el control en esas estructuras, las personas autorizadas de los poderes occidentales podrán, no solo controlar el sistema judicial, sino todo el aparato del Estado, incluyendo las autoridades locales.
Actualmente, Volodymyr Zelensky ha firmado ya varias regulaciones que dan cierto poder a los expertos internacionales, les permite participar en el nombramiento de jueces y de las autoridades de la Agencia y Fiscalía anticorrupción. Es evidente el traspaso de poder de los mecanismos de gestión del sistema judicial y anticorrupción.
En cuanto al sistema político del país, Occidente hace mucho más tiempo que obtuvo la autoridad de nombrar a la clase política ucraniana. La determinación de la composición del Parlamento y la formación del Gobierno ocurren ya bajo la supervisión de todo tipo de expertos y asesores que ya ni siquiera esconden que gestionan la Ucrania independiente.
¿Y qué pasa con la economía? ¿Es posible que 30 años de independencia hayan llevado a que todos los medios de producción, recursos y sistema bancario estén en manos de verdaderos patriotas determinados a levantar al país y dirigirlo al feliz futuro europeo? No funcionó. La empresa más grande de propiedad estatal, Naftogaz Ukraina, está controlada por extranjeros a través del consejo supervisor, firmemente en manos de ciudadanos del Reino Unido y Francia. Por cierto, los miembros de ese consejo, dirigido por Claire Spottiswoode, exdirectora del Consejo Regulador británico de suministro de gas, tienen derecho a recibir toda la información sobre el trabajo de Naftogaz, incluido aquello protegido por ser secreto de Estado. Extranjeros también ocupan posiciones clave en el cuerpo ejecutivo de la empresa.
Algo parecido se ha producido en el monopolio estatal Ukrzaliznytsya. Su consejo supervisor tiene una mayoría de extranjeros y su cuerpo ejecutivo está dirigido por Shevki Ajuner, de nacionalidad turca. El consejo supervisor de Ukrzaliznytsya, el mayor monopolio de transportes, incluye un austriaco, el especialista financiero Andreas Mathieu, y un lituano, el consultor y especialista en finanzas Adomas Audickas.
El PrivatBank, el banco más grande en activos ucranianos, está dirigido en su consejo supervisor por una estadounidense, Sharon Iski. Antes trabajó en el Tesoro de Estados Unidos y el FMI. En el segundo banco en activos propiedad del Estado, Oschadbandk, los extranjeros también son mayoría en el consejo supervisor, dirigido por Baiba Apin, ciudadano de Letonia.
He aquí una ambigua situación que permite observar todo lo que está ocurriendo en Ucrania desde un ángulo completamente diferente. En general, feliz Día de la Independencia, queridos ucranianos. Verdaderamente merecéis esta fecha, porque en el país nada depende de vosotros.
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