A finales de agosto, Ucrania celebrará por todo lo alto el trigésimo aniversario de la independencia de la Unión Soviética, una fecha que se conmemora en un momento en el que la dependencia del Gobierno ucraniano con respecto a sus socios europeos y norteamericanos difícilmente puede ser mayor. A ello se suma la necesidad de utilizar la fecha para recordar que Ucrania no ha renunciado a Crimea.
A ello se han dedicado gran parte de las declaraciones de estas semanas del presidente Zelensky, que en un más que planificado arrebato quiso dejar claro el motivo por el que ni Ucrania ni los ucranianos piensan renunciar a una tierra que, a pesar de no tener opción alguna de recuperar, parece considerar de su propiedad.
Así lo recogía el martes Antifashist:
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky ha vuelto a realizar unas declaraciones al estilo de su serie Kvartal 95. Sus palabras se pronunciaron durante una entrevista publicada el 3 de agosto por el canal de Dom TV, creado por Kiev para emitir en los territorios fuera de su control. En ella, el presidente de Ucrania comentó la cuestión de Crimea y afirmó que la península no puede pertenecer a los rusos, insistiendo en que “he vivido allí, esa es mi tierra, no es su tierra”. Zelensky también expresó su confianza en que la península jamás será rusa.
Al responder a una pregunta del periodista sobre cómo las autoridades rusas “bloquean el contacto en la línea de contacto”, Zelensky afirmó que “sigue siendo imposible” bloquearlo completamente.
“O amas este país o no lo amas. Así, si lo amas eres ucraniano; si no lo amas, eres un invitado, un turista. Esas personas que ocuparon Crimea, nunca amarán Crimea tanto como lo hacemos nosotros. Para ti esa naturaleza es especial. Para ti, este mar es tu infancia. Para ti, esa rapana es deliciosa. Y cuando comes esta rapana, la busco donde hay arena. Porque en la infancia era así. Eso no se puede imponer. Es mío. Yo conozco Crimea”, afirmó el presidente.
Después, Zelensky cayó en la nostalgia, recordando que, en su infancia, fue de camping a Crimea con una tienda de campaña y saltó en una colina de catorce metros, supuestamente para impresionar a su futura esposa.
“Me temblaban las rodillas, pero salté. ¡Soy yo! Yo viví allí. Es mi tierra. Esa no es su tierra”, insistió Zelensky. “Ellos no vivirán allí. Su próxima generación no crecerá aquí. Y sus hijos no crecerán aquí ni morirán por nuestra tierra. Esto nunca será tierra rusa. ¡Nunca! No se puede ir a los tártaros de Crimea y decirles: no estabais aquí, no hubo deportación, todo fue un invento. Es imposible. Sí, aunque reescriban la historia, aunque cambien todas las ciudades, Yalta está ahí. Borrar tu historia…eso es imposible. Todo volverá a casa. Solo es cuestión de tiempo”, concluyó el presidente.
En estos siete años en los que Crimea ha regresado a Rusia, Ucrania no solo ha tratado de reescribir la historia del país y de la península, sino que ha buscado castigar colectivamente a toda la población por su falta de lealtad a Kiev en 2014. Kiev no solo ha tratado de imponer un bloqueo que ha llegado a afectar incluso al suministro eléctrico, sino que actualmente bloquea el paso del agua al canal de Crimea, creando así una potencial catástrofe para el consumo de un bien tan básico como el agua para la población y dificultando enormemente el desarrollo de la agricultura. Ese es el amor que Ucrania ha mostrado en estos siete años y que sigue mostrando actualmente.
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