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Bereza, Crimea, Diplomacia, Rusia, Ucrania

«Treinta monedas de plata»

Artículo Original: Ukraina.ru

El lunes por la noche en Estrasburgo se tomó la decisión de permitir la vuelta de la delegación rusa a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. No se pudo evitar ni siquiera con los intentos ucranianos y otros representantes igualmente “amigos” de Rusia, que habían preparado más de 200 enmiendas a la resolución con la esperanza de retrasar el proceso.

La sesión se prolongó hasta altas horas de la noche, pero la decisión se tomó tal y como se esperaba. El presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma rusa, Leonid Slutsky, escribió: “cuatro años después, la delegación rusa volvió a Estrasburgo. Estamos dispuestos a trabajar de forma constructiva en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Pero, ¡qué difícil ha sido! Se han presentado 222 enmiendas, de las cuales no se ha aprobado ninguna de sustancia. La Asamblea finalmente terminó el trabajo después de medianoche. Es una especie de récord que no se recuerda en Estrasburgo”.

En la sección de comparaciones y epítetos se ha destacado especialmente el diputado ucraniano Borislav Bereza, en representación del bando nacionalista. Bereza calificó a los rusos de “demonios que han escapado del infierno”. Los “amigos de Rusia” no se quedaron contentos e introdujeron una nueva enmienda contra la decisión. Su resultado es previsible [tal y como se confirmó a lo largo del miércoles]. Teniendo en cuenta la posición de Francia y Alemania, que son los países que lideran el curso de los acontecimientos, es evidente que Rusia va a volver. De hecho, Bereza es perfectamente consciente de que todos los intentos de impedir la readmisión de Rusia en el trabajo para la sesión de verano están condenados al fracaso. Ya lo escribió en su perfil de Facebook: “conociendo lo que piensa el Comité de Ministros del Consejo de Europa y la Asamblea Parlamentaria, podemos asumir que los rusos se saldrán con la suya”.

Los rusos no “saldrán con la suya”, pero recibiendo el apoyo de los pesos pesados europeos. Cualquier restricción llevará a que la delegación rusa, ahora en Estrasburgo, se levantará y se marchará. La organización es consciente de ello. Leonid Slutsky explicó la postura rusa: “nuestras actividades futuras dependen de la nueva resolución. Volveremos como iguales, si se intenta aplicar algún tipo de sanciones, nos levantaremos y nos marcharemos”.

El comportamiento ucraniano parece a la vez sorprendente y característico. Los absurdos intentos de retrasar, aunque sea un poco, lo inevitable son como respirar hondo antes de la guillotina. El objetivo de esos actos no es más que demostrar la ira y la desesperación. Es más, conseguirán empeorar la reputación de los diputados ucranianos, que hace tiempo que son vistos por sus colegas europeos como problemáticos. No es de extrañar que el líder de la representación alemana en una de las reuniones abandonara la reunión como respuesta a las obscenidades de los representantes ucranianos, causando una sorpresa a quienes las proferían.

También es significativo que la resolución aprobada y otra vez impugnada contenga enmiendas a la regulación de la organización que prohíben privar a una delegación nacional del derecho a voz, voto y representación en las estructuras de gobierno de la Asamblea Parlamentaria. Son esos los cambios que Rusia exige y no volverá a la Asamblea si no se producen. Es decir, no se trata de un compromiso entre las partes, sino que Rusia exige unas condiciones. Los diputados rusos fueron privados del derecho al voto en 2014 a causa de la “anexión de Crimea”. Entonces se dio a entender que las sanciones serían retiradas cuando la península volviera a Ucrania.

Sin embargo, Rusia ignore el ultimátum y suspendió su participación en la Asamblea y su pago de cuotas en 2016. En 2018, se volvió a plantear la idea de abandonar la organización. Esa idea molestó a los europeos, ya que, sin el país más grande del continente, la razón de ser de la organización y el trabajo interparlamentario de cooperación quedaban seriamente limitados. Esta es la razón principal del apoyo de la vuelta de Rusia y no, como afirma la delegación ucraniana, los 75 millones que aporta Rusia a la organización. No puedo evitar citar a Bereza: “Sir Roger Gale, liderando la delegación de los conservadores británicos y gran amigo de Ucrania, afirmó que Judas vendió a Cristo por treinta monedas de plata y ahora hemos visto cómo Europa ha vendido a Ucrania por 70 millones de euros”.

Rusia se negó a cumplir con los términos que le exigió entonces, mientras que Europa acepta ahora prohibir la discriminación de delegaciones nacionales. Se trata de la primera vez desde 2014 que se levanta alguna sanción. A ojos de los europeos, Rusia ha violado el derecho internacional, pero resulta que aun así es posible tener relaciones con Moscú. Es difícil decir hasta dónde llegará este proceso, pero hace surgir la esperanza de que, en un futuro a medio plazo, las actuales sanciones, prorrogadas la semana pasada, también pierdan fuerza.

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