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Elena Glischinskaya: «Me salvó un milagro»

Original: Nadezhda Melnichenko / Timer

La periodista y presa política de Odessa, que pasó un año en la prisión de la ciudad, donde dio a luz a un bebé, conversó con la corresponsal de Timer sobre sus actividades, las condiciones en la prisión y los actos de las autoridades ucranianas.

glitsch1Los cargos

Sobre la base de dos artículos [del Código Penal], me acusan de traición y amenaza a la integridad territorial de Ucrania. Las dos acusaciones se refieren a los mismos actos, concretamente por organizar dos mesas redondas en Belgorod-Dniéster e Izmail, una manifestación en Belgorod-Dniéster y la intención de participar en la conferencia del Consejo Popular de Besarabia. En realidad no tiene nada que ver con eso, ni tiene nada que ver con separatismo ni con traición.

Las mesas redondas se organizaron con apoyo de la organización benéfica del diputado Vitaly Barvinenko y se invitó a participar a representantes de las autoridades locales, diputados, expertos. Estuve allí como organizadora de los actos. Hay vídeos de esos actos de principio a fin y esos materiales están disponibles. Se ve que no se incita a nada. La cuestión más comprometida que se discute es si publicar o no un manual en la lengua de Gagauzia. Todo lo demás estaba relacionado con la identidad cultural e histórica de la región y se discutieron posibilidades de trabajo en museos, la necesidad de que los niños estudien la historia de su tierra natal, la lengua, etc. Se discutió la necesidad de crear un gran foro donde representantes de las diferentes comunidades y de diferentes zonas se reunieran para discutir problemas comunes. Esa discusión nunca se produjo, pero creíamos que esto solo era el principio. Y resulta que era una amenaza a la integridad territorial y que yo soy una separatista y enemiga del Estado.

La protesta de Belgorod-Dniéster tuvo un enfoque fundamentalmente económico y yo asistí como periodista.

La intención de participar en la conferencia del Consejo Popular de Besarabia es la tercera historia, que no está conectada con las dos anteriores. Ninguno de estos eventos está conectado, pero a pesar del sentido común, los juntaron todos para usarlos contra mí y hacer más ruido.

En la acusación hay una frase interesante que dice que mi trabajo podría llevar en un futuro a que la población adquiriera dichos sentimientos [de separatismo], lo que podría llevar a la secesión de algunos de los territorios. Es decir, igual, puede ser, en algún momento, podrían aparecer esos sentimientos entre la población y por eso yo debía quedar inmediatamente aislada de la sociedad y encerrada en la cárcel, exactamente lo que se hizo.

Durante el registro de mi casa, el SBU encontró materiales de 2009 y 2010 sobre la historia de Besarabia. Esos materiales fueron incluidos en el archivo del caso, resulta que esos textos que escribí en 2009-2010 prueban que tenía intención de buscar la separación del territorio de Ucrania y lo disfrazaron como un maléfico intento de llevarlo a la práctica.

En la enferma imaginación del SBU nació un grupo internacional que opera en diferentes territorios: Ucrania, Moldavia, Rusia, Transnistria. Los participantes de este grupo, incluyéndome a mí, tenían, según el Servicio de Seguridad de Ucrania, planes criminales para separar algo aquí y algo allí.

La detención

Nunca pensé que fuera a pasar algo así. Creía que vivíamos en un Estado de derecho y que detener a alguien por sus actividades profesionales y sociales era imposible. ¡Me equivoqué! Me detuvieron. Estaba en casa con mis hijos cuando, a las cinco y media de la mañana, irrumpieron en mi apartamento docenas miembros de las fuerzas especiales del SBU.

Inmediatamente me separaron de los niños. Les sacaron del piso a punta de pistola y fueron al colegio y cuando volvieron me prohibieron que hablara con ellos. El registro duró unas ocho horas, lo registraron todo. Confiscaron equipamiento, libros de literatura, de periodismo, de historia, algunos de mis viejos textos que había escrito sobre Besarabia… Después del registro me llevaron al SBU y, unos días después, el tribunal me envió a la cárcel por ser una criminal y un peligro para la sociedad.

Las condiciones de la prisión

Estar en la cárcel es la medida restrictiva más dura. Las condiciones de la detención son críticas: hay humedad, moho, tuberculosis y lo que se da de comer no puede siquiera llamarse comida. No me separaron, me acusaban por delitos políticos, pero en los primeros días estaba en una celda normal, con criminales, entre las que había incluso asesinas. Ese es el tipo de presión que se aplica a los presos políticos.

Pero lo interesante empezó cuando me enteré de que estaba embarazada. En lugar de trasladarme a un modo más relajado [a la enfermería, por ejemplo], lo endurecieron: me prohibieron salir, registraban la celda cada día, empezaron a limitar la comunicación y los productos que podía recibir. Durante algún tiempo, llegaron a impedir que recibiera tratamiento médico. Hasta que mis problemas de salud se complicaron y había riesgo de que tuviera un aborto. Hubo días realmente malos, pero aun así me llevaban ante el tribunal, donde tenía que pasar horas sentada en un sótano húmedo y frío esperando a que fuera mi turno. Incluso cuando estaba en el hospital, me llevaron ante el juez.

No me permitían que tuviera visitas de mi familia, solo mi marido podía venir a verme y solo porque era mi abogado. Ni mis padres, ni mis hijos. Y si podía verlos, era en la sala del tribunal: ellos a un metro o dos, al otro lado de los barrotes, mientras yo estaba en la celda. Ni un beso, ni un abrazo. Tengo entendido que era la única madre separada de sus hijos.

Las amenazas y “sugerencias” del SBU

Desde el primer día que me detuvieron, me ofrecieron que entregara pruebas contra el diputado Barvinenko a cambio de que me facilitaran la vida, incluso de que me dejaran en libertad. Obviamente, tenía que declararme culpable y aceptar el sinsentido del que me acusaba. En ese caso, me prometían una sentencia más suave, igual que a otros compañeros acusados de delitos similares.

Me negué. No esperaban que me negara y su reacción fue dura. Amenazaron con quitarme a mis hijos, me dijeron que estaría ahí hasta que confesara y diera el testimonio que quería y que nadie me ayudaría si no cooperaba.

En aquel momento me parecía imposible. Pensaba que vivíamos en un Estado de derecho, que no era perfecto, pero que había una ley, y que lo que decían simplemente era imposible en nuestro país. Ahora entiendo que en nuestro país todo es posible: incumplir las leyes, el sentido común y la conciencia y la dignidad humana.

El día que di a luz, se presentó el fiscal en el hospital. Casi inmediatamente después del parto, recibí una oferta de la fiscalía. Me decían que directamente del hospital cogiera al bebé recién nacido y me dejarían ir para que pudiera abandonar libremente el territorio de Ucrania. Ni siquiera sé qué decir…

Otra brillante oferta que recibí del SBU fue justo antes de mi puesta en libertad y salida hacia Moscú. Me pidieron que volara a Moscú para el intercambio y que entonces hiciera como si hubiera cambiado de opinión y volviera a Ucrania (risas). Nadie explicó la lógica de esa propuesta, especialmente teniendo en cuenta que no podía permanecer en libertad en Ucrania, ya que el caso contra mí no había terminado.

Durante mi tiempo en prisión, me ofrecieron cooperar con la investigación. En repetidas ocasiones se me entregó un documento con mi supuesto testimonio, que solo tenía que firmar para salvarme a mí e incriminar a otros. Creo que también le pasó algo parecido a Artyom Buzila, que no dio el testimonio que querían y le dieron otro fabricado que le obligaron a firmar.

También pasé otros momentos muy duros cuando me di cuenta de que no podía haber absolutamente nada y directamente pensé en confesar para que acabara la pesadilla. Pero me pedían firmar cosas tan absurdas e incriminar a otra gente y no podía permitirme hacer eso. No habría podido vivir con ello…

1466764016_2910El intercambio

No esperaba que fuera a ocurrir, no lo esperaba…Para mí y para mi hijo fue un milagro. Estoy sinceramente agradecida a todos los que participaron en este proceso y salvaron mi vida y la de mi hijo.

El lunes [13 de junio] me dijeron que me llevarían ante el tribunal para una sesión que no estaba prevista. Mi marido llegó y dijo que había una posibilidad de un intercambio.

Teniendo en cuenta que se hablaba de ello periódicamente, luego se dejaba de hablar y yo seguía ahí, no le di mayor importancia. Sabía que pasaba algo, pero no estaba segura. La sesión se había retrasado durante todo el día. Se celebró por la noche. Cancelaron las medidas preventivas, pese a que dos días antes el juez se había negado ponerme en libertad. Habían analizado urgentemente la base legal y rechazaron la petición de cancelar la prisión preventiva.

Cancelaron la prisión preventiva y el tribunal me puso en libertad. Salí de la celda, pero no pude salir de la sala. Inmediatamente me rodeó la policía y me entregaron al SBU. Desde el tribunal, me llevaron al hospital, donde estaba mi hijo. Nos dieron el tiempo justo para recoger al niño y nos llevaron a Kiev. Todo se hizo de forma muy secreta y muy rápida. Nadie me dijo dónde íbamos y a todas las preguntas me decían que todavía no sabían nada.

Nos íbamos y yo pensaba: “¿Dónde vamos? Bueno, seguramente al intercambio”. Pero dónde, si a Lugansk, a Donetsk, no estaba claro. Probablemente a la frontera, donde nos dejarían al niño y a mí. ¿Y entonces qué? ¿Tenía todo lo que necesitaba? Cuando dijeron que no íbamos a Donetsk o Lugansk sino a Kiev, donde nos esperaba un avión, simplemente no lo podía creer.

Tenía miedo por el bebé. Es un camino largo y no estaba claro dónde íbamos, así que estaba preocupada de cómo lo iba a llevar. El hospital regional, donde había pasado las últimas semanas antes del intercambio, nos dio una ambulancia en la que nos llevaron a Kiev. En Moscú también nos recogió una ambulancia, que nos llevó del aeropuerto al hospital infantil.

Por desgracia, en Ucrania no tenía ninguna posibilidad de ser libre. Mi única oportunidad era el intercambio. Por la vía legal, en Ucrania no podía salir en libertad. Esos artículos por los que me acusaron garantizan la detención. El procedimiento criminal contra mí no está cerrado. El tribunal sigue considerando mi caso. Así que en Ucrania no tengo ninguna posibilidad. No hay posibilidad de retirar, o incluso modificar, las acusaciones contra mí.

Sobre la guerra informativa

En cuanto salí en libertad, inmediatamente empezó a aparecer en internet una serie de publicaciones, todas ellas idénticas, que supuestamente desvelaban que el diputado Barvienko y yo volamos a Moscú para recibir órdenes. Está claro que es una nueva fase de la historia. Esas nuevas revelaciones de información supuestamente nueva y relevante busca desacreditarme a ojos, no solo de Ucrania, sino también de Rusia. Creo que está directamente relacionado con el hecho de que ya no estoy en territorio de Ucrania sino de la Federación Rusa y es necesario desacreditarme rápidamente. Lo mismo pasa con las declaraciones de algunos oficiales ucranianos, que nos han llamado agentes del FSB, del Kremlin, etc. Esto es la guerra informativa y hay que sobrevivir y ganar.

Sobre el niño

Por suerte, su condición ha mejorado constantemente. Lo peor ya ha quedado atrás. El tratamiento comenzó en Odessa, luego en el hospital de Moscú y ahora en casa. Lo más importante es que estamos juntos y ya no nos van a separar. Estamos seguros, ahora la vida del niño ya no está en peligro. Eso es lo más importante.

Planes de futuro

Lo primero que empecé a pensar después de la liberación: ¿qué puedo hacer para ayudar a esos cientos o miles de personas que, al contrario que yo, siguen en las cárceles ucranianas. Lo que me ocurrió a mí fue un milagro y puede que hora yo pueda salvar a alguien o pueda ayudar a aquellos que están pasando por situaciones de privación en la Ucrania moderna.

Lo que ocurre ahora mismo en Ucrania no solo se debe saber en Rusia, sino también en Europa y América. El mundo entero tiene que saber qué es lo que pasa realmente en Ucrania, que se producen violaciones de los derechos humanos, que no se respeta la libertad de expresión, que la población no está protegida de la arbitrariedad de las agencias de la ley, los jueces y las autoridades.

He pasado de ser prisionera a estar en libertad, he experimentado los “justos” tribunales ucranianos, he conocido lo dura que es la prisión y creo que mi experiencia personal y mi experiencia como periodista puede ayudar a otros que son como yo pero que se han quedado en Ucrania y necesitan ayuda.

Nuestro fiscal general dice que en prisión recibió la educación que necesita para trabajar en ese puesto. Pasó dos años en la cárcel. Yo he pasado algo más de un año, pero creo que tengo suficiente experiencia y conocimiento para defender los derechos humanos. Realmente quiero ayudar a aquellos que siguen en prisiones ucranianas, muchos de ellos por acusaciones falsas, personas que llevan seis años en la cárcel sin motivo alguno, simplemente porque alguien quiere que sea así, solo porque la legislación ucraniana y el sistema judicial están lejos de ser perfectos. No solo quiero contar al mundo entero mi experiencia personal, sino que quiero ayudare al menos a una persona, o más. Eso será bueno.

Sobre el retorno a Ucrania

Claro que quiero volver a Ucrania, a Odessa. Es mi hogar. Mi familia: mis padres, mis hijos. Estoy preocupada y les echo de menos. De momento, volver a Ucrania es imposible, pero desde luego volveré cuando las cosas estén mejor.

Comentarios

2 comentarios en “Elena Glischinskaya: «Me salvó un milagro»

  1. Otra historia de las muchas que a lo largo de los tiempos han llevado a inocentes a los presidios de multitud de estados por el simple hecho de pensar y actuar en contra de las corrientes oficialistas. La resistencia, dignidad e integridad de Elena a las intenciones de los criminales que actualmente dirigen los destinos de Ucrania la hace grande a los ojos de los demás, o al menos a los ojos de aquellos que aun se consideren libres en esa nación. ¡ Fuerza, Elena !, que la de Troya quizás fuera más bella pero nunca tuvo más coraje y dignidad que usted.

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    Publicado por ahiur | 28/06/2016, 10:21

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