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Antisemitismo, Bandera, Extrema Derecha, Fascismo, Historia, OUN, Rusia, Stetsko, Ucrania

Aniversarios

Artículo Original: Andrey Manchuk

Durante la visita de Zelensky, el centro regional estaba lleno de propaganda Nazi. En vísperas de la llegada del presidente de Ucrania, Jerson se llenó de vallas publicitarias en memoria al llamado “Acto de proclamación del Estado Ucraniano”, colocadas a petición del alcalde Volodymyr Mikolaenko y los concejales locales. Al mismo tiempo, a los políticos de esta ciudad del sur no parece importarles que el documento fuera leído por el miembro de OUN Yaroslav Stetsko la víspera del 30 de junio de 1941, inmediatamente después de que entraran en Lviv los invasores Nazis y los colaboracionistas ucranianos, que inmediatamente comenzaron el sangriento pogromo contra la población judía de la ciudad. Y el texto del Acto de los banderistas abiertamente enaltece a Adolf Hitler y a su partido, condenados por el Tribunal de Nuremberg:

“Los miembros de OUN que participaron en el solemne acto fueron organizadores directos o cómplices de los sangrientos crímenes que se cometieron en aquellos lejanos y terribles días. «Los judíos eran sacados de sus casas, capturados en las calles y detenidos, apaleados y humillados. Fueron obligados a limpiar las calles. Por ejemplo, un judío fue obligado a retirar excrementos de caballo de las calles con su sombrero. Las mujeres eran apaleadas con palos y otros objetos, desnudadas y perseguidas por las calles y algunas fueron violadas. También apaleaban a mujeres embarazadas. Uno de los judíos, Kurt Levin, recordaba especialmente a un ucraniano vestido con una bonita camisa bordada. Pegó a los judíos con una vara de hierro, cortó trozos de piel, orejas y les socó los ojos. Entonces cogió un palo y golpeó a un judío en la cabeza y restos de su cerebro cayeron sobre la cara y la ropa de Levin»”, describió el famoso historiador canadiense John-Paul Himka.

No puede sorprender que el “Acto de Proclamación del Estado Ucraniano” estuviera escrito en el espíritu puramente Nazi, incluido el enaltecimiento a los maestros alemanes. “El Estado ucraniano trabajará en estrecha colaboración con la Gran Alemania Nacionalsocialista que, bajo el liderazgo de su líder Adolf Hitler, está estableciendo un nuevo orden en Europa y el mundo y está ayudando al pueblo de Ucrania a liberarse de la ocupación Moscovita. El Ejército Revolucionario Nacional Ucraniano, que se formará en las tierras de Ucrania, seguirá luchando con el Ejército Alemán contra la ocupación de Moscú, por un Estado soberano y unido y un nuevo orden en el mundo entero”, se puede leer en la declaración del 30 de junio de 1941 preparada por la facción de Bandera de la Organización de Ucranianos Nacionalistas (OUN), que no deja duda de la ideología y práctica de esta estructura clásicamente fascista.

Al colocar estas palabras en las vallas publicitarias, las autoridades de la ciudad de Jerson vergonzosamente cubrieron el nombre de Hitler con un lazo azul y amarillo, pero las palabras “Alemania nacionalsocialista” quedaban a la vista del público. Es más, en las marquesinas de los autobuses, se podía leer también el nombre del führer alemán. No trataron de taparlo, aunque fuera a causar un escándalo a nivel internacional para el país. Los carteles Nazis fueron colocados específicamente para coincidir con la llegada de Zelensky, que visitó la ciudad junto al jefe de su oficina, Andriy Ermak y otros importantes miembros del equipo presidencial. El programa de su visita, que incluía un viaje de ocio al parque natural Askania Nova y una sesión de fotos con futbolistas locales, tenía una parada específica en la sinagoga que dos Nazis trataron de incendiar en abril.

Esa visita fue la ocasión elegida para que el presidente pronunciara un pomposo discurso sobre la tolerancia y libertad que supuestamente reina en el país de los victoriosos valores patrióticos. “La gente ve que hay ciudadanos ucranianos en Ucrania. Pese a su nacionalidad y religión, todos ellos están protegidos por el Estado de Ucrania, nuestras instituciones y nuestros agentes de la ley. Lo más importante es que todos se sientan personas aquí”, afirmó Volodymyr Zelensky. Sin embargo, sus palabras sonaron a pura broma a los ucranianos. En esos mismos momentos, el Corpus Nacional, de extrema derecha, atacaba a los miembros del partido de Anatoly Sharii que trataban de reunirse con el presidente para exigir que las autoridades respondan a los constantes e impunes ataques del terror Nazi. Los agentes del orden no solo no protegieron a los opositores sino que incluso ayudaron a alejarlos de la vista de Volodymyr Alexandrovich. Porque, por séptimo año, los ciudadanos disidentes son ciudadanos de segunda o incluso de tercera en Ucrania.

El desafiante Zelensky no quiso ver los carteles que mencionaban a Adolf Hitler que estaban colgados por la ciudad. Esto indica que la rehabilitación del colaboracionismo y del Nazismo se ha convertido finalmente en la norma en Ucrania, no solo en las regiones occidentales, sino también en las ciudades del sudeste. Es representativo que el alcalde de Jerson llegara al poder en 2014, sobre la ola de la histeria nacionalista, representando a la facción local del partido de Yulia Timoshenko. Públicamente pidió “disparar a matar contra los separatistas”, lanzó belicistas declaraciones y es considerado un clásico representante del partido de la guerra aunque, según la Wikipedia, este patriota militante tenga acciones y patrimonio en Rusia.

Este tipo de representante de la época de Petro Poroshenko se ha adaptado perfectamente a la nueva realidad del presidente Zelensky. No hay nada nuevo en ella, salvo que en tiempos de Petro Alexeevich nunca se llegó a colgar carteles mencionando a Hitler. Pero este sigue siendo el mismo “nuevo orden” establecido en el país a raíz de los resultados de Euromaidan y hay que admitir que tiene mucho en común con el “Estado ucraniano” con el que soñaban hace 79 años los colaboracionistas de OUN.

La base de este sistema es la violencia de la ultraderecha y las personas que acosan ahora a los miembros del partido de Sharii agredidos en la calle no son diferentes de quienes protagonizaron el pogromo de Lviv en el año 1941. Tienen la misma base ideológica, los mismos símbolos y cultura, los mismos líderes, héroes y misión: purgar al país de “elementos indeseados”. Y las autoridades ucranianas legitiman a los banderistas modernos sin prestar atención alguna a sus crímenes o a los carteles con el nombre de Hitler.

Solo hay que esperar a que el 30 de junio se convierta en una fiesta oficial en Ucrania.

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