Artículo Original: Andrey Manchuk
El secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, ha publicado una fotogalería de su visita al Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, que ha aparecido también en su cuenta oficial de Twitter. Una de esas imágenes es de sensacional comedia política. Muestra al ministro Dmitro Kuleba enseñando al secretario de Estado un antiguo mapa de la Gran Ucrania, que incluye territorios de toda una serie de países vecinos: la Federación Rusa, Bielorrusia, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Moldavia.
A juzgar por la imagen, el mapa incluye Brest, Taganrog, las fértiles tierras de Kuban y las regiones de Briansk, Kursk y Belgorod, que bordean Ucrania. También las ciudades bielorrusas de Pinsk y Mozyr y las ciudades polacas de Przemysl y Holm. En resumen, el documento cartográfico expuesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores contiene una clara pista de las reclamaciones territoriales a todos y cada uno de los países fronterizos a norte, sur, este y oeste.
Pero no hay nada sorprendente en ello. Los patriotas ucranianos, que se deben a la sagrada inviolabilidad de las fronteras nacionales, en realidad siempre han soñado con expandir su territorio tanto como sea posible a costa de sus vecinos.
A principios del siglo XX, los nacionalistas dibujaron mapas de su vasto imperio, intentando incluir en él todos los territorios posibles. Aparentemente, uno de esos mapas inspira a los diplomáticos de la Ucrania moderna, que no han dudado en mostrárselo a Blinken. Es probable que el secretario de Estado no haya entendido lo que le han colado en las oficinas de la plaza Mijailovskaya.
Esto no se limita a enseñar viejos mapas. Las demandas de devolver “las tierras nativas ucranianas” a veces toma formas de iniciativas políticas específicas. Por ejemplo, durante la actual administración de Zelensky, un grupo de diputados liderados por Alexey Goncharenko, Andriy Parubiy y Ajmed Chiygoz han organizado en el Parlamento la asociación interfaccional Kuban, cuyo objetivo es la “reunificación” con los territorios del Cáucaso norte.
Estos actos están destinados a torpedear la resolución pacífica al conflicto en Donbass. Los nacionalistas ucranianos han intentado mostrar, no solo que no quieren dar un palmo de tierra de Donbass al agresor, sino que quieren tomar el río Kuban de Rusia sin siquiera preguntar a la población si le interesa. Es más, hace tiempo que los oficiales de Kiev han dado el nombre de Kuban ucraniano a la calle del mariscal Zhukov.
Sin embargo, el hambre nacionalista no se limita a las ricas tierras negras de Krasnodar. Algunos consideran los márgenes del Don su frontera original, mientras que otros quieren llevar la frontera del futuro imperio ucraniano hasta el mar Caspio, llegar incluso a Kazajistán, como soñó el fascista Mijaíl Kolodzinsky, prominente figura de OUN.
Tras la victoria de Euromaidan, esas ideas se propagaron a nivel oficial, en declaraciones de representantes de alto cargo. “Creo que puede que el puente de Kerch no sea una tan mal idea, siempre que podamos recuperar Kuban después del retorno de Crimea. Entonces tendremos la cuestión de la desocupación de Kuban”, afirmó el entonces ministro de Infraestructuras de Ucrania Volodymyr Omelyan, a quien también el gustaba fantasear con la bandera azul y amarilla en Vladivostok.
“Antes o después, debemos recuperar las tierras ucranianas: la región de Kursk, Briansk, Vorónezh, Rostov y el territorio de Krasnodar. Ahí es donde está la esencia ucraniana, la mentalidad ucraniana”, afirmó Pavel Zhebrivsky, entonces jefe de la administración civil-militar de Donetsk.
“Kuban, el Don, Voronezhchina…los políticos rusos han puesto una señal en Crimea, «Ahora es tierra rusa». Nosotros también podemos hacer lo mismo. Ucrania tiene potencial para mostrar dónde hay tierras ucranianas”, afirmó el entonces diputado y ultraderechista Dmitro Yarosh.
“Ucrania puede recibir de Rusia como compensación por las pérdidas la región de Kuban, al menos la parte occidental del territorio de Krasnodar. Y teniendo en cuenta que las pérdidas son colosales, es más fácil que la Federación Rusa nos entregue una parte de sus territorios. Será lo más lógico como reparaciones de guerra. Aunque en una situación de desestabilización de Rusia, que ocurrirá a causa de la crisis y de la consiguiente aparición de partidos soberanistas, es probable que sea todo el Kuban en el que no sea reacio a unirse a Ucrania. La única tarea de Ucrania será la siguiente: preparar a la población de Kuban para el hecho de que su región volverá a la Gran patria, realizar trabajo de propaganda, recordarles que los cosacos de Kuban son descendientes de los cosacos ucranianos”, afirmó Serhiy Parjomenko, director del Centro de Estudios de Política Exterior. Porque, en su opinión, la población de Krasnodar está esperando a ser llamada al país de la dignidad, prosperidad y libertad.
“Es fácil encontrar mapas de 1918 en internet. Ahí, la frontera oriental de Ucrania no está donde está hoy: Starodub, Novy Oskol, Belgorod, Boguchar son parte de Ucrania. Es decir, va más allá del Don. En realidad, Kuban es un típico territorio histórico ucraniano, igual que Taganrog, el este de Slobozhanschina y Starodubschina. Es más, es territorio ucraniano étnico”, escribió recientemente el periodista Serhiy Grabovsky en las páginas de Segodnya.
Soñando con Kuban, los patriotas recuerdan que, en 1918, los cosacos de Kuban buscaron la unificación con los territorios ucranianos, pero olvidan que entonces existía la República Popular de Kuban en el Cáucaso, nombre que suena algo más que ambiguo en el contexto político de la Ucrania post-Maidan. Por no hablar del hecho de que sus representantes tenían en mente una unificación sobre la base de la federalización, algo que en los eslóganes actuales, es un crimen. Y lo que es más importante, los políticos nacionalistas ucranianos no comprenden que el deseo de rechazar o tomar los “territorios del este” no es compatible con la publicitada idea del Estado que ha sufrido una agresión y que protege sus territorios de las incursiones del agresor. Pero viendo el mapa del despacho de Kuleba, no lo creerían ni los más crédulos.
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