Artículo Original: Egor Voronov
La capacidad de leer las sombras es, en mi opinión, algo importante para quienes caminan hacia el sol. Incluso aunque no sepan aún hacia dónde van, en el amanecer o en el atardecer. No importa, las sombras siempre están ahí. Nosotros, los residentes de las Repúblicas no reconocidas de Donbass, estamos empezando a mirar atrás, buscando en la quemada oscuridad a nuestro segundo yo en busca del alma. Al fin y al cabo, en estos últimos seis años no hemos vivido por algo, sino a pesar de algo. En primer lugar, por un deseo ajeno, no de nuestro retorno sino de nuestra destrucción. Nos hemos visto obligados a existir como si no tuviéramos derecho a vivir. Y nuestra principal misión era probar que podíamos hacerlo. A pesar de todo. Del odio, de los intereses territoriales, de la ideología correcta.
Sí, ideologías. Una generación ha cruzado conscientemente entre el siglo pasado y este y viven según esas ideologías. ¿Tenemos nuestra propia ideología? Me hice mí mismo la pregunta de la identificación ideológica de Donbass hace seis años y medio, cuando comenzaron los hechos en Maidan. No había una respuesta clara entonces. Después llegó la guerra. No había tiempo para ideologías: o sobrevivías o tus iniciales aparecerían en una placa. Ayer, el líder de la RPD anunció el inicio del desarrollo de la doctrina que debería convertirse en “una plataforma para la estructura ideológica de la República”, reflejando los lazos históricos entre Donbass y Rusia. Por supuesto, esos lazos existen, desde la República Donetsk-Krivoy Rog, de la que la RPD se declaró sucesora, formaba parte de la Rusia soviética. Pero sigue ahí la cuestión de la ideología. Él siempre ha sido frágil al hablar de nuestras sombras.
La evolución, como la revolución, empieza con las ideas. ¿Cuál ha sido nuestra idea en estos seis años? ¿La supervivencia? No, eso es una forma de soportar la realidad del aquí y ahora. ¿El odio? En los últimos años, hemos crecido hasta un simple y comprensible “dejadnos en paz y dejadnos vivir”. ¿La unión? Bueno, no puedes unirte a alguien sin su consentimiento, así que difícilmente es posible. Así que, ¿cuál es nuestra Plataforma ideológica? ¿La misma que la del mundo civilizado: el consumo? Por supuesto, está ahí, ningún partido político está libre de esa ideología hoy. Pero el consumo sin fin solo lleva al expolio y al final de las cosas. La inmortalidad solo es posible a partir de la creación. Y si queremos vivir en lugar de solo sobrevivir, aunque pueda sonar simple, el único camino es que “el trabajo es una cuestión de honor”.
Puede que les haga gracia, pero esa es la base de Donbass. Ni con la nacionalidad, ni con la riqueza, ni con la fuerza sino con el trabajo se puede establecer el ser humano. El trabajo fue y sigue siendo nuestra ideología. El triunfo de los trabajadores y no de quienes se quejan, los especuladores, los oportunistas o lo patrones que se enriquecen con el trabajo de las manos ajenas. Es gracias al trabajo de los trabajadores por el que Donbass fue Donbass en su “época de oro” hace más de medio siglo. El trabajo por el trabajador, por la clase trabajadora. Hoy es difícil saber qué es más real: si Donbass es nuestra sombra o si nosotros somos su sombra.
El líder de la RPD afirma que hay que “crear las condiciones para un trabajo digno y mejorar el bienestar de nuestros residentes. Sin eso no podremos avanzar más. Nuestros residentes y ciudadanos deben vivir con dignidad. Estoy convencido de que tendremos éxito. Trabajemos”. Lo más importante para comprender la idea de Donbass es la segunda palabra del nombre de nuestro Estado. Popular, no por inercia, ni por grupo, ni por posición sino por el trabajo y la vida en Donbass. “Vivir bien”, que en mi opinión es la base de la plataforma ideológica de Donbass, tiene sus principales obstáculos en el aumento de precios sin aumento de salarios, las colas en las instituciones, las quejas sin verificar en las líneas telefónicas, los trabajadores que no reciben sus salarios o reciben bajos sueldos en las empresas nacionalizadas, los ingresos en la sombra de los ricos dueños de coches caros y el poco interés de la población en la iniciativa civil.
Vivir con dignidad debería ser un concepto equivalente al de trabajar con conciencia. Y trabajar con conciencia es vivir con dignidad. Uno es imposible sin el otro. Y si la población invierte su tiempo, conocimiento y esfuerzo pero no recibe un salario digno, todas las ideas son en vano. La conciencia no determina la existencia si la existencia no es un paso hacia la conciencia.
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