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Batallón Azov, Fascismo, Nacionalismo, Rusia, Ucrania

De Intermarium a un futuro sin la existencia de Rusia: el proyecto geoestratégico del radicalismo ucraniano

El pasado 17 de septiembre se presentó en Kiev una colección póstuma de los trabajos de Oleksandr Maslak, filósofo y antiguo miembro del Consejo del Corpus Nacional (brazo político del movimiento Azov) del que fue coautor de su programa político. Comprometido con la idea desde finales de los años 90, Maslak es considerado como uno de los “arquitectos” de la alianza Intermarium promovida por la derecha radical ucraniana. En ese contexto, ha sido también uno de los principales impulsores del acercamiento entre Polonia y Ucrania, con defensa explícita de una fuerte alianza político-militar entre los dos países como base para la consolidación de Intermarium. Maslak murió en septiembre de 2017 en un accidente de tráfico.

El libro recopilatorio hace referencia a este papel de promotor de la alianza de los dos mares (Báltico y Mediterráneo, a través del Mar Negro) con su título: “Oleksandr Maslak. Arquitecto ucraniano de Intermarium”. La publicación corresponde a la editorial «Orientir», cofundada por veteranos de la “guerra entre Ucrania y Rusia”, entre ellos el fallecido miembro del Corpus Nacional y veterano de Azov, Mykola Kravchenko.

El acto se celebró en el Museo del Hetmanato de Kiev, sede de las reuniones del ala juvenil de la Unión de Hetmanes-Estadistas que Maslak contribuyó a fundar a primeros del nuevo siglo junto a algunos miembros del actual Corpus Nacional como Eduard Yurchenko y Oleksandr Alfiorov , uno de los intervinientes en el acto de homenaje.

Miembro del movimiento nacionalista desde los años 90, Maslak mantuvo dentro de él una posición apartidista, y centró su iniciativa en el impulso de la unión política de los países del Báltico y del Mar Negro: la Unión Báltico-Mar Negro, o Intermarium. Para Maslak, Intermarium se perfila como un eje geopolítico en Europa Central y Oriental en el que Ucrania está llamada a ocupar un lugar destacado. Según Maslak, el espacio geopolítico del país se vería fortalecido por una unión que, además, contribuiría a proteger a Ucrania, en particular en su estrategia de “dolorosa derrota” del régimen de Putin. Situada en el centro del eje entre los dos mares, esta unión política cumpliría así el papel de escudo protector para todos los países del Europa del Este.

En el acto, el historiador Oleksandr Alfiorov, amigo del filósofo, recordó que en sus orígenes, tanto en los 90 como en la primera década del nuevo siglo, la propuesta Intermarium podía parecer fantasiosa. Pero no en un 2022 en el que Polonia, los países bálticos y Ucrania aparecen como principales aliados estratégicos frente a Rusia.

En la dimensión política más general, el politólogo Yuriy Noevy, otro amigo de Maslak, lo presentó como protagonista del «giro conservador» en el nacionalismo ucraniano que, debido a la influencia de la diáspora en la década de los 90, contenía en origen importantes raíces liberales. Según Noevy, Maslak es uno de los ideólogos “que influyeron en su generación. Los que dirigieron a la gente de acción en la dirección correcta”.

Una dirección correcta basada, tal y como reflejaba Maslak en una entrevista, en la vuelta a la filosofía política conservadora, con referencias a pensadores como Joseph de Maistre, Edmund Burke, Carl Schmitt, Eric von Kuehnelt-Leddin ,Russell Kirk, Nicolas Gómez Dávila, René Guénon, Julius Evola e incluso el tradicionalista español Donoso Cortés (conocido por su discurso pronunciado en el en el Congreso de los Diputados apoyando la salida dictatorial para hacer frente al movimiento revolucionario de 1848 y  apelando a la inevitable confrontación entre la dictadura de la insurrección y la dictadura del Gobierno o del sable). Como señala Maslak en dicha entrevista, el punto en común en todos estos defensores de la filosofía política conservadora es “la lealtad a la tradición cultural en sus diversas encarnaciones”, entendida como sistema de coordenadas vitales frente a la desorientación asociada a “la anticultura de masas moderna”. Lo que puede resumirse en la defensa del “conservadurismo cultural”, aunque en una perspectiva de reconquista revolucionaria del proyecto conservador. De ahí la tesis de la “revolución conservadora”.

En su aproximación a la cuestión, la principal tesis de Maslak es la defensa de la necesidad de “una combinación efectiva de nuevo nacionalismo económico, arqueofuturismo tecnológico, conservadurismo cultural y meritocracia”. La meritocracia arqueofuturista defendida se presenta como “una combinación de devoción a los principios …  de la tradición cultural, una visión audaz, estratégica e innovadora del futuro del país y del mundo, y el nombramiento de los más capaces para posiciones de liderazgo”.

Respecto al proyecto civilizatorio y cultural para Ucrania, Maslak lo resume en “el resurgimiento no solo de Ucrania, sino también de todas las naciones europeas. La recuperación de su vitalidad y potencial cultural. Una salida a la situación de decadencia espiritual y social. La reactivación del sistema de virtudes cívicas que cimentan la comunidad nacional”. El marco de enfrentamiento con el multiculturalismo ruso, más que una limitación, se presenta en realidad como una oportunidad histórica para profundizar en este objetivo.

En referencia a las ideas de Maslak, el editor en jefe de la revista Kraina, Artyom Skoropadskyi, señaló a Oleksandr Maslak como uno de los principales ideólogos del más moderno nacionalismo y conservadurismo ucraniano. Según él, reemplazó a las figuras nacionalistas de los años 30 y 40 del siglo XX, llenando un vacío intelectual que había durado más de 70 años. De esta forma, el libro recopilatorio “es un libro de texto para un joven intelectual, un nacionalista ucraniano. Porque todos leemos a Kobzar [Taras Shevchenko], todos leemos a Lypa, Stepan Bandera. Y esta es la más novedosa ideología del nacionalismo ucraniano”.

De particular interés resultó la presencia, entre los intervinientes, de la ideóloga del movimiento Azov, Olena Semenyaka, impulsora junto a Maslak del Grupo de Apoyo a Intermarium y participante en el pasado -junto al autor- en el Club Tradicionalista Ucraniano. Maslak, Kravchenko y Semenyaka constituían hasta ahora, de hecho, una parte central del grupo ideológico del Corpus Nacional y del movimiento Azov (y, por extensión, del tipo de nacionalismo en el que se fundamenta en la actualidad el propio Estado de Ucrania).

Al mencionar los trabajos históricos de Maslak, en particular un encargo austriaco sobre la historia de Ucrania, destinado a ser traducido al alemán, Semenyaka señaló en su intervención en el acto que el autor: “Quería corregir el desequilibrio existente en la conciencia de la sociedad occidental sobre la historia de Ucrania”.

A petición de la editorial austriaca, se centró en la historia del siglo XX, en particular, en la preparación de una crónica del Holodomor, un episodio “que pocas personas en Occidente conocían en ese momento» en Europa, según Semenyaka. En el mencionado libro, Maslak también acordó con la editorial austriaca centrarse en la “historia de las élites”. Según Semenyaka, a menudo se señala que “Ucrania es una nación literaria; que la historia de, por ejemplo, los siglos XVIII y XIX es la historia de los maestros rurales que estaban comprometidos con la educación”. Y aquí Maslak llegó para romper con esa visión y afirmar que: «No, la historia es un asunto de las élites«. Y así, según la ideóloga ucraniana, Maslak abordó una revisión de la historia de la formación del estado ucraniano [como manifestación de un ámbito civilizatorio propio y diferenciado]. Sería, según ella, “el mejor desafío, la mejor respuesta a la historiografía rusa, que siempre muestra a Ucrania como una especie de subespacio subterráneo, un espacio entre civilizaciones”.

Respecto a otra de sus obras perdidas, un libro en el que se revisita la figura de Taras Shevchenko, Maslak presenta al escritor y poeta como un constructor del estado ucraniano al que, además, “quería despojar de los tintes socialistas”. Para él, Shevchenko “era ante todo una figura elitista y quería reinterpretar su legado de esa manera”, sostiene Semenyaka.

Valorando los avances ucranianos de septiembre de 2022 en la región de Járkov, Semenyaka aprovechó la intervención para señalar que, en el contexto del posible colapso del “Imperio Ruso”, Ucrania se enfrenta la perspectiva de convertirse en el centro no solo de Europa del Este, sino también del área geopolítica de «Eurosiberia» [una formulación que, de facto, enlaza con la idea euroasiática de Duguin, pero limitándola a la zona “blanca” de la Rusia actual, con la exclusión de sus regiones no eslavas].

Se trata de una posición que implica, en la visión de Semenyaka, la incorporación a Ucrania de parte de la actual Federación Rusa, una tesis no compartida por un Alfiorov que señala la necesidad de este país de reforzar sobre todo su economía y posición tecnológica. Según el historiador, también vinculado al mundo del Corpus Nacional, Ucrania, “como parte de la civilización europea”, está histórica y civilizatoriamente cerca de otras dos civilizaciones: “Al este … la civilización euroasiática, al sur … la civilización islámica. Aquí está la frontera de Europa”. De ahí que, según el historiador nacionalista “Cuando Rusia se desintegre … no habrá necesidad de tomar ningún territorio”. Según él, lo que Ucrania necesita es “pensar en el espacio, en los capitales transnacionales y en el control por Ucrania de los estados que se formarán en el lugar de la Federación Rusa, antes que nada, en lo económico”.

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