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Un proxy que siempre exige más

Un proxy tremendamente exigente y que parece siempre verse decepcionado por quienes han de garantizarle de forma continuada y creciente el armamento y la financiación con la que seguir la guerra, Ucrania sigue encontrando por el camino enemigos en potencia. El último, ya recurrente, ha sido Naciones Unidas, que para el gusto de Mijailo Podolyak, no ha condenado con la suficiente fuerza los bombardeos rusos y ha rechazado calificar de genocidio la actual guerra en Ucrania. Y lo más grave de todo, António Guterres intenta dar pasos hacia la reanudación de la Iniciativa de Grano del Mar Negro, no a base de obligar a Rusia a regresar al acuerdo sin que se produzcan cambios, sino buscando la forma de lograr que se cumplan las exigencias rusas. En realidad, se trataría únicamente de cumplir con las promesas que se realizaron hace más de un año -como la reconexión al sistema SWIFT del banco de exportación agrícola, una medida posible, como muestra el hecho de que aún estén conectados aquellos bancos necesarios para que los países occidentales accedan al gas ruso-, un paso absolutamente inaceptable visto desde Kiev, capaz siempre de endurecer aún más su postura.

“Si no estás con Ucrania, estás con Rusia y si no estás con Rusia, estás con Ucrania”, ha afirmado Zelensky en una entrevista concedida a The Economist publicada el 11 de septiembre y en la que repite el argumento de George W. Bush, que planteó la guerra contra el terrorismo con su ya célebre “si no estás con nosotros, estás contra nosotros”. Bajo ese planteamiento, y con una estrategia de comunicación que presenta la guerra como un conflicto entre el bien y el mal en el que no cabe la neutralidad de ningún país, Kiev exige a cada Estado que contribuya con sanciones y ruptura con Rusia y armamento o munición para Ucrania a su esfuerzo bélico. En el último año y medio, Ucrania o sus socios han exigido material militar o munición no solo a los países del antiguo Pacto de Varsovia o de la actual OTAN, sino a países como Argentina, Brasil o Colombia, que habían dejado claro no estar dispuestos a contribuir a crear más guerra. Kiev y sus patrones han exigido material también a los países africanos, más preocupados por su situación y la de sus pueblos que por la guerra en Europa.

Todo país que ha rechazado contribuir al esfuerzo bélico ucraniano, que ha preferido mantenerse neutral o que aspira a mediar entre Kiev y Moscú en busca de una solución diplomática a la crisis -que tenga en cuenta no solo las exigencias ucranianas sino los matices que Kiev aspira a borrar de un plumazo, como el aspecto interno del conflicto- han sido demonizadas y se les ha exigido modificar su postura. El comentario más reciente en este sentido lo ha pronunciado Mijailo Podolyak que, respondiendo a la postura de ambos países en su rechazo a condenar abiertamente a Rusia por la guerra en la declaración final del G20, ha recurrido al insulto. El asesor de Zelensky y Ermak afirmó que “China e India tienen intelectos débiles, por lo que no son capaces de analizar las consecuencias de sus acciones”. La única acción que Ucrania considera intelectualmente fuerte parece ser la del envío de material bélico.

Las constantes súplicas ucranianas a todo tipo de países -ricos y pobres, europeos y no europeos, aliados y oponentes-, podría parecer que el suministro a las Fuerzas Armadas de Ucrania corre peligro. Así quiere presentarlo también Volodymyr Zelensky, que en la mencionada entrevista con The Economist se refiere a los más que modestos avances de la contraofensiva como necesarios para mantener alta la moral. Esa necesidad de explotar cada paso adelante como acto estratégico ha sido parte del modus operandi ucraniano desde el inicio de la guerra. Con la inestimable ayuda de la prensa, cada ciudad capturada por Rusia ha sido un punto sin valor alguno, mientras que cada aldea recuperada por Ucrania era presentada como un lugar estratégicamente clave. La táctica no ha cambiado, aunque sí, como admite The Economist, la situación. “Tres meses desde el inicio de la contraofensiva, Ucrania solo ha conseguido progresos modestos en el importante eje del sur de la región de Zaporozhie, donde está intentando cortar el corredor de tierra de Vladimir Putin desde Rusia a Ucrania. La cuestión de cuánto tiempo requerirá o si habrá éxito en ello pesa en las mentes de los líderes occidentales”, admite el medio británico, preocupado por si esa promesa de apoyar a Ucrania mientras sea necesario que los líderes occidentales repiten como un mantra será suficiente.

Esa es también la preocupación de Volodymyr Zelensky, que dice percibir que “este año, la atmósfera es diferente”. La queja del presidente ucraniano es parte preocupación, quizá por ser consciente de que el flujo sin precedentes de armas y financiación para una guerra proxy solo puede ser políticamente sostenible si se justifica con éxitos reales en el frente, y parte herramienta de presión a sus socios y aliados. “Tengo esta intuición leyéndoles, escuchándoles y mirando a sus ojos”, afirmó Zelensky en la entrevista y añadió que cuando se le promete que “siempre estaremos con vosotros”, “puedo ver que él o ella no está ahí, no está con nosotros”.

Esa preocupación tiene buena parte de la teatralización que tanto ha caracterizado a Zelensky desde que utilizara el personaje de su serie televisiva como base para la comunicación política de su precampaña. En su reciente visita a Kiev, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, anunció otros mil millones de dólares más en asistencia militar para Ucrania. Menos de un día después, Washington anunció otros 600 millones. Además, es previsible que pronto sean anunciados y enviados los preciados misiles crucero ATACMS, con los que la prensa ucraniana ya ha anunciado que las tropas de Kiev atacarán la retaguardia rusa y objetivos tanto en Crimea como en la Rusia continental, una previsible nueva escalada que, una vez más, hará la guerra más dura.

Dando por hecha la llegada de los misiles estadounidenses, el exigente proxy ucraniano no ha optado por conformarse, sino con demandar a otros aliados que sigan el ejemplo de Estados Unidos. Utilizando la misma estrategia que ya tuvo éxito en el caso de los tanques Leopard, anunciados poco después de que Washington diera luz verde al envío de tanques Abrams, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania quiso utilizar la visita de su homóloga alemana para llamar al orden al país más poderoso de la Unión Europea. En la rueda de prensa junto a Annalena Baerbock, miembro del que posiblemente haya sido el partido europeo más beligerante contra Rusia desde 2014, Dmitro Kuleba sacó a relucir la cuestión de los misiles Taurus. Dando a entender que se trata prácticamente de una obligación de Alemania -donde, según la prensa, Olaf Scholz es la única persona reticente a su envío, quizá por el peligro que suponen en mano del principal sospechoso de haber hecho explotar el Nord Stream-, el ministro ucraniano afirmó que “nos vais a entregar misiles Taurus. Solo es cuestión de tiempo”. Kuleba cuenta con la debilidad del canciller alemán, que ha demostrado ser susceptible de ser presionado para actuar de manera contraria a sus deseos. De ahí que para Kuleba la única cuestión a resolver sea el tiempo. “No entiendo por qué habría que perderlo”, sentenció ante la ministra alemana que, pese a ser partidaria a esas entregas, por el momento no puede salirse de la línea marcada.

Preocupado por los escasos avances en el frente y nervioso por la posibilidad de que un estancamiento ralentice también el suministro de armas, en su diálogo con The Economist, Zelensky lanzó una velada advertencia que puede entenderse como una amenaza. “Reducir la asistencia de los aliados a Ucrania solo prolongará la guerra”, afirmó Zelensky, que añadió que “eso creará riesgos para Occidente en su propio patio trasero. Es imposible predecir cómo reaccionarán los millones de refugiados ucranianos en los países europeos al hecho de que su país sea abandonado. Los ucranianos generalmente se han comportado bien y son muy agradecidos con quienes les ha acogido”, comentó el presidente ucraniano, ocultando, como es costumbre, a los millones de ciudadanos ucranianos refugiados en Rusia. Finalmente, Zelensky añadió que “no será una buena historia para Europa si empuja a esas personas contra la pared. El mensaje de continuar con el actual flujo de armas o atenerse a las consecuencias parece claro y es de esperar que el argumento sea incorporado al repertorio de agravios que tanto repite Kiev.

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