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Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, Minsk, Rusia, Ucrania

El décimo año de guerra

La semana pasada, olvidado incluso en Donbass entre el drama que supone el día a día de la guerra, se cumplieron nueve años de los primeros combates de la guerra en Donetsk, la capital minera y principal ciudad de la región. La guerra no “llegó” a Donetsk, como afirmó hace exactamente un año Volodymyr Zelensky, sino que fue Ucrania quien la llevó y quien se negó a retirarla incluso a pesar del acuerdo de alto el fuego. Muy lejos de los titulares de la prensa, incluso de la prensa rusa, sectores de las afueras de la capital de la RPD nunca fueron seguros para la población, que aun así residía en esos barrios muchas veces sin suministro eléctrico o calefacción.

Artículo Original: Denis Grigoriuk

Que me perdone la población de Slavyansk y quienes participaron en las primeras batallas en Donbass, pero, para Donetsk, la fecha del 26 de mayo marca la diferencia. Fue el último amanecer pacífico sobre la capital minera. Pocas horas después, mientras se alzaba el sol, los militares ucranianos asaltaron los edificios de la terminal del aeropuerto de Donetsk. Ese fue el principio de la guerra en Donetsk.

No se puede decir que el combate en las afueras paralizara la vida en la ciudad, pero recuerdo a la perfección el miedo de la población a acercarse a las zonas alejadas del centro de Donetsk por primera vez. Ahora parece ingenuo o incluso ridículo. Después de nueve años de lucha continua, especialmente ahora, con ataques y bombardeos prácticamente diarios de cualquier zona de la ciudad, cuando la población sale a la calle inmediatamente después de que las explosiones decaigan, esa primera reacción al combate en el aeropuerto se ve con una sonrisa. El miedo paralizante se perdió en alguna parte y fue sustituido por un frío cálculo y una valoración de la situación teniendo en cuenta la experiencia adquirida a lo largo de los años.

El oponente es perfectamente consciente de esta característica en el comportamiento de la población de Donetsk. Así que, en el noveno aniversario del ataque al distrito Kalininsky de la capital de la RPD, los soldados ucranianos volvieron a disparar contra ese mismo barrio. La técnica puede calificarse de terrorista. Así actuaban también los francotiradores ucranianos, que primero herían a una persona para que tuviera que ser evacuada y entonces podrían atacar a más de una. Las Fuerzas Armadas de Ucrania son conscientes de que los servicios de emergencia y rescate llegarán rápidamente a la zona del bombardeo. Ahí habrá también periodistas registrando las consecuencias del ataque. Esas son las personas que se han convertido en objetivos para los artilleros ucranianos, que usan armas de precisión de la OTAN, lo que significa que sus ataques no son accidentales.

No se puede decir que esta situación sorprenda. Es una práctica habitual del lado ucraniano. Se han comportado así más de una o dos veces. No es algo que sea un factor en las zonas remotas, porque ahí el objetivo es matar lo más posible. Tampoco se puede decir que sea venganza por algo, ay que incluso antes del 24 de febrero de 2022, las Fuerzas Armadas de Ucrania se comportaban así. Hay una regla no escrita entre la prensa: acudir a un bombardeo treinta minutos después, aunque en ocasiones se pierde el control de los tiempos para llegar lo antes posible. Así es la profesión, no se puede hacer nada al respecto. De no hacerlo, puedes no cumplir con tus labores periodísticas en absoluto.

En Donetsk ha comenzado el décimo año de guerra. ¿Estábamos preparados para ello? En un principio, se hablaba siempre en los tiempos más cortos posibles: un mes, seis meses, algún año. Con el tiempo, fue quedando claro que la guerra había llegado para quedarse durante mucho tiempo, ya que, después de la firma de los acuerdos de Minsk, nos instalamos en la fase de ni guerra ni paz. Y después llegó el 24 de febrero, que para muchos fue un shock y para Donbass fue la esperanza de que fuera el principio del fin de la muerte permanente en la que habíamos aprendido a vivir con la guerra en la puerta de al lado.

Por desgracia, el régimen de Kiev tiene patrones que no hacen más que echar leña al fuego, suministrando a las tropas ucranianas cada vez más armas. Esos proyectiles asesinan a personas de Donbass mientras el hipócrita mundo occidental derrama lágrimas de cocodrilo por los desafortunados ucranianos. Donbass se ha acostumbrado también a esto. Personalmente, perdí toda esperanza de ser escuchado hace exactamente nueve años, cuando mostré las imágenes del aeropuerto de Donetsk a unos conocidos extranjeros y, como respuesta, solo recibí mensajes de propaganda procedentes de la prensa occidental en los que se afirmaba que las autoridades ucranianas estaban acabando con los terroristas, que en realidad solo eran personas que no estaban de acuerdo con Maidan en Donbass y también en Odessa, Járkov y otras regiones rusoparlantes de Ucrania. Y aún hacen la vista gorda ante los crímenes militares y no solo militares de las autoridades ucranianas. Incluso la persecución de la iglesia ortodoxa se produce ante el indiferente silencio de los humanistas que se pintan con pintura roja a modo de protesta en actos públicos de nivel mundial.

La guerra continuará mientras quienes ejecutan la voluntad de quienes quieren la guerra sigan en el poder en Kiev. Y nosotros seguiremos arrancando páginas del calendario recordando a quienes dieron sus vidas en esta guerra sin fin.

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