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Economía, Rusia, Sanciones, Ucrania

«Efectos secundarios»

Quizá menos tenido en cuenta por los titulares diarios, centrados en el frente militar actual y en la preparación de ofensivas futuras, el frente económico es también una de las bases de toda guerra. En este caso, con Rusia aguantando el asalto de las sanciones y restricciones económicas en solitario mientras Ucrania recibe ayuda financiera constante (que a la larga supondrá un enorme lastre para su economía, pero actualmente hace que pueda permitirse continuar la guerra), las posibilidades rusas pasan por aguantar el peso de las medidas económicas occidentales y centrar sus esfuerzos al mantenimiento económico para, entre otras cosas, garantizar el funcionamiento de industrias clave como la militar. Rusia parece haber comprendido que se encuentra ante una guerra que puede ser larga y eso supone también medidas de control de su economía para minimizar los daños de las sanciones y la necesidad de redirigir el mercado de exportaciones hacía o a través de países que no se hayan sumado a las medidas restrictivas occidentales.

En el último año, varios expertos han llamado la atención sobre el keynesianismo aplicado por las autoridades rusas, que han coincidido en ello con sus homólogos de la Unión Europea y Estados Unidos. En este sentido, solo Ucrania, que de momento no ha de preocuparse por financiar los esfuerzos bélicos y puede permitirse profundizar en las reformas neoliberales o ultraliberales de los últimos años, se ha desmarcado de esta tendencia. Sin embargo, las palabras de la poderosa presidenta del Banco Central de la Federación Rusa apuntan a que ese intento de las autoridades políticas de mantener cierto control y dirección de la economía serán breves y que la lógica del mercado sin restricciones se impondrá más temprano que tarde.

Así lo recogía ayer Antifashist:

La presidenta del Banco de Rusia Elvira Nabiulina ha comparado las medidas anticrisis con un potente medicamento cargado de efectos secundarios. Debe dejar de tomarse esa “medicina” tan pronto como “el paciente pueda aguantar sin ella”, opina la presidenta del Banco Central de la Federación Rusa. “Las medidas anticrisis son una potente medicina que tiene efectos secundarios. Así que debe detenerse el tratamiento en cuanto el paciente pueda vivir sin ello. De lo contrario, esas consecuencias invalidarán todo el efecto”, argumentó.

La presidenta del Banco de Rusia recordó que las primeras y más duras sanciones han sido impuestas al sector financiero. “Los mercados reaccionaron a ello con gran volatilidad, el cambio del rublo empezó a caer rápidamente, igual que los índices de bolsa. La incautación de parte de nuestras reservas llevó a que no tuviéramos la oportunidad de realizar una intervención para estabilizar el mercado de cambio extranjero”, añadió. Nabiulina insistió también en que, pese a la naturaleza y el nivel de shock no tienen precedentes, las herramientas para proteger la estabilidad financiera y de precios en las que el Banco Central llevaba años trabajando hicieron posible estabilizar rápidamente la situación y dirigir al sistema financiero a través de esta tormenta con pérdidas limitadas.

En la primavera de 2022, para impedir el ascenso incontrolado de la inflación y revivir el mercado de cambio extranjero, el Banco Central aumentó los tipos de interés al 20% anual e impuso restricciones estrictas a la fuga de capital. Elvira Nabiulina también explicó que la inflación anual de Rusia en marzo de 2023 había caído por debajo del 4% y que es probable que descienda aún más en abril. “Ahora, los tipos de interés están en el 7,5% y llevamos seis meses manteniéndolos a este nivel. Sí, la inflación interanual cayó por debajo del 4% en marzo y es probable que descienda aún más en abril, pero estos bajos valores reflejan fundamentalmente un aumento muy bajo de los precios en los meses de verano y otoño del año pasado. Ahora, el aumento de los precios seguirá siendo moderado, pero aún son más altos que el verano y el otoño pasado”, precisó.

Según el Ministerio de Desarrollo Económico de la Federación Rusa, la inflación interanual en Rusia se desaceleró hasta el 3,29% entre el 18 de marzo y el 3 de abril de 2023. Según las precisiones del Banco Central, la inflación se encontrará alrededor del 5-7% al finalizar el año. Según Nabiulina, el cambio del rublo, que frenó la inflación en 2022, puede ahora suponer un impacto inflacionario. “Nuestras decisiones de política monetaria están guiadas por el índice al que aumentan los precios ahora, el que aumentarán en los próximos meses y las expectativas de inflación para la población y las empresas. Y aquí la imagen ahora es algo más inflacionaria de lo que era en la segunda mitad del año pasado. En términos de factores externos, las exportaciones están limitadas por las restricciones de las sanciones. El tipo de cambio, que ralentizó la inflación el año pasado, puede este año tener un efecto inflacionario”, explicó.

Antes, el Banco de Rusia había predicho la estabilización del rublo en un futuro próximo a causa de las operaciones de mercado tras la caída observada en diciembre de 2022 y enero de 2023. Desde el 13 de enero de este año, el Banco de Rusia ha reanudado las operaciones de compra de moneda extranjera, concretamente yuanes, para el mercado doméstico según las nuevas normas de presupuesto. Desde el 19 de enero, el regulador también puso en marcha un mecanismo permanente de provisión de transacción de yuanes para la venta de yuanes por rublos.

Pese al intento de Nabiulina y de la prensa rusa de destacar los datos y expectativas más positivas, los efectos de las sanciones en la economía rusa son perceptibles y lo serán también en el futuro. El aumento del pasado año de los precios de las materias primas supuso para Moscú la posibilidad de compensar las pérdidas que implicó la incautación de fondos en el extranjero. Ese contexto permitió vender su gas, petróleo, carbón y otras materias primas a países aliados o amistosos -que en ocasiones también han revendido a los países que han impuesto sanciones contra Rusia- con un importante descuento para garantizar la permanencia en el mercado. Sin embargo, la estabilización de los precios dificulta esa posibilidad a medio y largo plazo. La caída de los precios de la energía es también una de las casusas de la reducción de la inflación, cuyos datos son engañosos a tenor del fuerte aumento del año pasado y que no se correspondió en los salarios de la población, por lo que el empobrecimiento en las clases trabajadoras es evidente. Eso sí, el dato es positivo especialmente si se compara con el de los países que han impuesto las sanciones.

Sin embargo, las medidas puestas en marcha, unidas a una fortaleza de la economía rusa que los países occidentales no esperaban han impedido que se produjera el colapso económico que anunciaron como inminente. El rublo descendió fuertemente -también lo hizo la grivna ucraniana-, pero recuperó su nivel y la pérdida de componentes occidentales no ha minado la producción militar rusa. Sin embargo, como admitió al inicio de la intervención militar rusa Elvira Nabiulina, la pérdida del acceso al mercado occidental va a minar a medio y largo plazo la industria rusa, especialmente en lo referente a la tecnología. Rusia confía en poder solventar esas carencias a través de países como India y China y por el momento no parece haber planes estatales para compensar la desindustrialización que se ha producido desde la desaparición de la Unión Soviética y que garantizarían una autonomía económica de la que el país no dispone ahora mismo. Por el momento, y como confirman las palabras de la presidenta del Banco Central, se busca otra vez regresar a las recetas liberales.

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