Entrada actual
Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, LPR, Prensa, Propaganda, Rusia, Ucrania

Relato y realidad

Desde sus inicios en el lejano verano de 2014, esta guerra ha contado con numerosos ejemplos del uso de los medios de comunicación para imponer un determinado relato que, en el caso de Occidente, ha sido siempre a beneficio de Kiev. Los medios de comunicación, sin voluntad de tratar con seriedad las protestas de la población de Donbass, presentadas siempre como algo orquestado desde Moscú, se mofaban entonces de la “República de un solo edificio” y afirmaban erróneamente que grupos de mercenarios chechenos habían capturado el edificio de la administración regional de Donetsk. Días después, presentaron como un ejercicio de diálogo inclusivo una ronda de conversaciones celebrada en varios lugares del país, también en el este de Ucrania, en la que participaron únicamente representantes y activistas de partidos y movimientos favorables al cambio de régimen que se había producido en febrero de ese año.

En uno de los ejemplos más claros de la burla de los periodistas occidentales ante lo que ya comenzaba a ser una guerra, el enviado especial del británico The Guardian, Shaun Walker afirmaba que uno de sus compañeros periodistas había “ganado la lotería diaria de Donbass” y se encontraba en medio de un duelo armado en la localidad de Krasnoarmeisk. Era 11 de mayo de 2014 y la población trataba de participar en el referéndum organizado por las aún emergentes Repúblicas Populares. Para evitar lo que entonces era fundamentalmente una muestra de rechazo al Gobierno nacido de un golpe de estado, miembros del Praviy Sektor irrumpieron en la localidad, impidieron la votación y, fuertemente armados, amenazaron a la población. El episodio, en el que un civil local murió a causa del rebote de una bala tras un disparo de un militante de extrema derecha, mereció incluso un reportaje de Paris Match. A este episodio siguió una represión liderada por el grupo que entonces dirigía Dmitro Yarosh y en el que participó Da Vinci, el héroe de Ucrania caído en Artyomovsk y al que recientemente han homenajeado las altas esferas del poder político y militar.

Los ejemplos de cómo los medios de comunicación han participado en la consolidación del relato ucraniano como verdad absoluta se extienden a lo largo de los años de la guerra en Donbass y el proceso de Minsk, cuando se impuso prácticamente sin matices la idea de que era Moscú quien impedía el cumplimiento de los acuerdos firmados. El desinterés por el seguimiento del proceso de paz de la única guerra activa en Europa ha facilitado que la prensa no se vea ahora obligada a rectificar y admitir que fue Kiev quien obstaculizó todo avance, como ya admiten abiertamente tanto Ucrania como sus socios europeos.

Desde el inicio de la intervención militar rusa el 24 de febrero de 2022, la guerra no solo se ha extendido a todo el país, sino que su intensidad hace inviable un seguimiento continuo de la línea del frente. El excesivo peligro y la imposibilidad de cubrir ambos lados supone que la población depende de unos medios de comunicación que informan de la guerra utilizando las fuentes oficiales y de inteligencia de un bando concreto y los escasos reportajes también desde solo un lado de la línea del frente. En el caso de Occidente, es destacable el peso que han adquirido la inteligencia británica y determinados think-tanks como el Institute for the Study of War, que desde el inicio de la intervención rusa han trabajado para imponer el discurso ucraniano. Y mientras los reportajes de periodistas rusos, que muestran el desarrollo de la guerra en los territorios bajo control de la Federación Rusa, son percibidos como propaganda del Kremlin, se consideran periodismo de verdad los reportajes publicados por la prensa occidental, en ocasiones basados en declaraciones de batallones de extrema derecha.

La dependencia de fuentes oficiales ha supuesto también un lastre del que la prensa nunca ha tratado de librarse. En el caso occidental, toda declaración ucraniana ha sido y continúa siendo publicada sin crítica ni matiz alguno, algo que comenzó a ser evidente el pasado año con la batalla por Mariupol. Prohibidos los medios rusos que publicaban en inglés y bloqueadas sus redes sociales en la Unión Europea, la única vía para contrastar la información eran entonces los medios publicados en ruso, donde los periodistas narraban la batalla desde dentro de la ciudad. Inaccesibles por motivos lingüísticos o considerados simple propaganda por motivos ideológicos, esos medios nunca han sido considerados como una forma de equilibrar una cobertura de la guerra absolutamente unilateral.

Sin riesgo alguno de recriminaciones sobre la falta de veracidad de las informaciones, la prensa occidental siguió la batalla por Mariupol fundamentalmente a través de las declaraciones de las autoridades locales, que habían abandonado la ciudad antes de que las tropas rusas comenzaran a asediarla. Sin embargo, era a esas autoridades a quienes se daba credibilidad cuando afirmaban que Ucrania mantenía el control de la ciudad incluso cuando la presencia de medios rusos y sus reportajes audiovisuales mostraban lo contrario. Se aceptaba entonces que Ucrania continuaba repartiendo ayuda humanitaria en la ciudad, aunque el reportaje viniera acompañado de una imagen de esa asistencia a la población en paquetes en los que podía leerse “Rusia Unida”.

Sitiada Mariupol y sin ninguna opción de enviar refuerzos o asistencia a sus tropas, Kiev optó por continuar con la batalla hasta el final en lugar de aceptar el corredor ofrecido por la Federación Rusa para una retirada que evitara al menos un parte de la inmensa destrucción que finalmente se produjo. En aquel momento, el alcalde de Mariupol antes de la guerra, Vadim Boychenko, que pese a haber abandonado la ciudad continuaba siendo una de las fuentes principales para la prensa, afirmaba que el 90% de las viviendas habían sido destruidas o sufrido daños. A lo largo de los meses, tanto la prensa occidental como la rusa han mostrado la inmensa destrucción de la ciudad, con una parte importante de los edificios de apartamentos calificados de imposibles de restaurar.

Desde entonces, los medios rusos han admitido las dificultades de la inmensa tarea de reconstrucción, que comenzó pocas semanas después del final de la batalla por la ciudad y que, a pesar de no haberse detenido, no impide que las carencias aún sean evidentes. La reciente visita de Vladimir Putin, que muestra la importancia que Rusia quiere dar a Mariupol, es ilustrativa. Producida por la noche, las imágenes publicadas por las autoridades rusas muestran que la luz ha vuelto a la ciudad, al menos a su parte central y a los nuevos barrios construidos. Y la propia ciudadanía admite que la situación del suministro de agua es mejor que la de Donetsk. Sin embargo, aunque las autoridades rusas insisten en que el regreso de la población se está produciendo, la información publicada por medios y periodistas locales deja ver las carencias, esperables teniendo en cuenta la gravedad de la situación hace tan solo diez meses. Las tareas de reconstrucción no se limitan a la necesidad de construcción de un nuevo parque de viviendas, con barrios enteros que están siendo levantados desde la nada, sino que es necesario también paliar las carencias de aquella población cuyas viviendas han sufrido daños menores, pero igualmente problemáticos: la falta de material y financiación para reparar las ventanas ha sido, a lo largo de los meses de invierno, una de las cuestiones más repetidas.

El interés por Mariupol, uno de los principales focos informativos de la primavera de 2022, decayó notablemente tras la rendición de Azovstal y la campaña mediática para exigir la puesta en libertad de los soldados del regimiento Azov. Sin embargo, la visita de Vladimir Putin y, sobre todo, las expectativas ucranianas de volver a luchar por la costa del mar de Azov, parecen haber devuelto a Mariupol al interés de la prensa. Ayer, medios occidentales repetían, de forma absolutamente acrítica y sin necesidad de añadir matiz alguno, las palabras de Vadim Boychenko en el telemaratón Freedom. El aún considerado alcalde de la ciudad afirmó que las autoridades trabajan en un plan para la reconstrucción de la ciudad “tras la liberación”. Es posible que Mariupol sea, además de Melitopol o Berdyansk, uno de los objetivos de la contraofensiva que Ucrania lleva meses preparando para esta primavera y que implicaría aún más destrucción en la ciudad.

En relación con los daños sufridos y las necesidades de reconstrucción, Boychenko quiso dar a la tarea una épica que los medios de comunicación no parecen haber visto exagerada. Y sin añadir contexto alguno a la situación de la ciudad, medios como Europa Press -un simple ejemplo que se ha repetido en medios tanto de habla hispana como inglesa- afirmaban que “Boychenko ha indicado que los ataques rusos de estos dos últimos meses han destruido un 50% de la ciudad “moderna y europea” que durante siete años habían estado construyendo”. A lo largo de los ocho años transcurridos entre la toma de Mariupol en junio de 2014 y la batalla de 2022, las autoridades locales de Mariupol fueron constantemente cuestionadas, por la población precisamente por su incapacidad de gestión y también por la impunidad con la que reinaba a su antojo la extrema derecha por la europea ciudad. Y en los dos últimos meses, como en los ocho anteriores, los únicos ataques que se han producido en la ciudad han sido las explosiones o coches bomba ucranianos. Sin embargo, después de ocho años en los que la prensa ha dado credibilidad a las alegaciones ucranianas de que era Rusia quien bombardeaba las ciudades de la RPD y la RPL, tampoco ahora es preciso explicar por qué y cómo la Federación Rusa atacaría Mariupol, que se encuentra bajo su control.

Tampoco han merecido cuestionamiento alguno por parte de la prensa los datos aportados por Boychenko, que afirmó que, la restauración se alargaría durante al menos 20 años, una proyección absolutamente irreal teniendo en cuenta precedentes como la reconstrucción de Grozny. Aparentemente sin caer en la cuenta de que el Banco Mundial ha valorado las necesidades de reconstrucción de Ucrania en 411.000 millones de dólares, el alcalde afirmó que el coste de la restauración de Mariupol ascenderá a unos 350.000 millones de euros, 380.000 millones de dólares al cambio actual. Ni la falta de rigor, ni la exageración suponen, sin embargo, la pérdida de credibilidad para una prensa que continúa basando su relato en fuentes interesadas en imponer su discurso.

Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Reportes del frente archivados.

Registro

Follow SLAVYANGRAD.es on WordPress.com

Ingresa tu correo electrónico para seguir este Blog y recibir notificaciones de nuevas noticias.

Únete a otros 47K suscriptores

Estadísticas del Blog

  • 2.226.589 hits