Vladyslav Dutchak y la izquierda occidental

Uno de los aspectos llamativos de la guerra entre Ucrania y Rusia es el compromiso decidido de la práctica totalidad de las fuerzas políticas de la izquierda occidental, particularmente la europea, de apoyo al bando ucraniano. En términos prácticos, esta posición se extiende incluso a la mayor parte de los grupos comunistas, pese a que algunos de ellos hayan optado por el silencio o por el refugio neutralista en la crítica conjunta al imperialismo de la Federación Rusa y de la OTAN.

En términos político-ideológicos, esta posición ha cristalizado en el silenciamiento efectivo de la adscripción de grupos como el movimiento Azov con las fuerzas ultraderechistas más peligrosas en Europa, e incluso en el blanqueamiento efectivo de las posiciones políticas reales del grupo. En paralelo, la izquierda en Europa ha acentuado la denuncia de los presuntos lazos del régimen ruso con fuerzas de la derecha antieuropeísta en la Unión Europea.

Estas tendencias coinciden en el tiempo con una efectiva falta de presencia en los medios de los principales referentes ideológicos del movimiento Azov. Al alejamiento práctico del día a día de la política ucraniana por parte del líder histórico, Andriy Biletsky, se une la muerte en marzo de 2022 de Mykola Kravchenko, responsable ideológico del Corpus Nacional, así como el auto-exilio mediático de Olena Semenyaka, la referencia internacional principal de Azov. La propia necesidad de disimulo ideológico, en especial en lo relativo a las manifestaciones más radicales de la ultraderecha ucraniana, necesitada de apoyo occidental, acentúa esa dinámica.

En este contexto, la dimensión ideológica en el discurso de Azov y del Corpus Nacional ha quedado algo difuminada y se ha centrado sobre todo en el reforzamiento de la cohesión interna del Regimiento Azov a través del impulso de la concepción unitarista de la “natsiocracia” (Націократія). Bajo el paradigma natsiocrático, el objetivo de la acción política y militar es la consolidación de una estructura política, social y económica en Ucrania basada en los principios de solidaridad nacional, autoritarismo en el liderazgo, calidad de la jerarquía social, disciplina, control social, autodefensa y autogobierno. Esta ideología se presenta habitualmente, en su forma pública, en términos de desarrollo de la “idea nacional”, idea que constituye hoy el verdadero nexo de conexión en el Regimiento y el movimiento Azov, así como, de forma más general, entre este movimiento y la sociedad y el estado de Ucrania.

Uno de los principales referentes ideológicos en la difusión de esta visión ilustrada del pensamiento Azov/Corpus Nacional es Vladyslav Dutchak. Según el relato del propio Dutchak, vinculado en origen al mundo ideológico de la derecha social conservadora ucraniana, este llegó en cierto momento a cooperar puntualmente en acciones formativas del Corpus Nacional, un paso que le llevó a ser invitado en 2017 para dar charlas y conferencias al personal de Azov sobre la historia militar de Ucrania y del mundo. En realidad, se trataba de la incorporación a la estructura de personal de la Escuela Yevhen Konovalets de Azov, paso previo a la plena integración en la estructura militar de Azov en 2021.

La importancia de Dutchak en la dimensión de “profesor adjunto” para la formación del espíritu nacional en Azov explica el apodo con el que es actualmente conocido, Dozent (доцент).

Dutchak se presenta externamente como un profesor con vocación de impulsar en sus alumnos el pensamiento crítico. Sin embargo, sus escritos reflejan una posición bastante diferente, mucho más cercana al pensamiento más radicalmente anticomunista y, en general, anti-izquierdista que pueda observarse en la Europa actual. Un ejemplo es la serie de dos artículos sobre la izquierda occidental, Antecesores ideológicos, izquierdistas modernos, en las que vincula el pensamiento bolchevique con el marxismo cultural moderno. (Pueden leerse las dos partes del análisis en el Facebook de Dutchak, 1 y 2, o si se prefiere una versión más gráfica, con ilustración más precisa de los principales demonios culturales del autor, en la web vartalife.com.ua, 1 y 2).

Según Vladyslav Dutchak, los izquierdistas occidentales modernos ya “no prometen establecer una «dictadura del proletariado» en su retórica” porque “han tenido en cuenta la experiencia de la Unión Soviética”. A primera vista, estos izquierdistas están en contra de cualquier dictadura y a favor de la libertad. Sin embargo, todo parece resultar una treta por lo que “es importante entender que este «marxismo civilizado», este «socialismo con rostro humano» es esencialmente la otra cara del bolchevismo-comunismo, criminal y totalitario y que las raíces de estos fenómenos son comunes”.

Según Dutchak, existe una serie de rasgos que unen “a los izquierdistas occidentales modernos (desde los marginales, como los antifas anarquistas, hasta los respetables representantes de los partidos socialistas parlamentarios) con sus colegas de la antigua URSS”. Se trata del ataque a valores tan universales como la propiedad privada, la familia, la patria o nación y la religión o tradición.

En lo relativo a la propiedad privada, Dozent sostiene que el eslogan «Tómalo todo y divídelo» es “igualmente relevante para el degenerado Sharikov [de las novelas de Mijail Bulgakov] como para el activista moderno de Black Lives Matter. Los miembros del Komsomol soviético, que con entusiasmo «extirparon de raíz el elemento hostil a la clase» y sus seguidores modernos, los «Luthers» estadounidenses [en referencia a los seguidores de Martin Luther King] o los primates neosoviéticos de la «LDNR»[las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk], son los eslabones de la misma cadena ideológica”.

Su análisis de la posición marxista sobre la familia muestra la identificación con tesis claramente conservadoras respecto a la libertad y la educación sexual, el derecho al aborto o la homosexualidad. “Exaltados «homosocialistas» de Petrogrado organizaron fiestas ruidosas e incluso «bodas» disfrazadas. En 1918, en Petrogrado, entre manifestantes desnudos con pancartas «¡Abajo la vergüenza!» las lesbianas caminaban libremente”, nos señala. A pesar de la redefinición de la política de familia en el periodo estalinista, “se pudieron observar recaídas latentes del «homosocialismo» soviético temprano a lo largo de la historia de la URSS, en la obra de los artistas, escultores y poetas soviéticos, así como en el comportamiento de los secretarios generales del Partido Comunista”. Con sus consignas y eslóganes, los “homosocialistas modernos”, según Dutchak, “reconocen su conexión con la antigua Unión Soviética, no con Ucrania”.

En lo relativo a la patria y la nación, el propagandista de Azov sostiene que durante toda la existencia del “imperio del mal comunista”, la URSS se orientó a destruir la identidad nacional de los pueblos esclavizados y a convertir “a todos los ciudadanos de la URSS en una masa uniforme, el así llamado «hombre soviético». Una acusación que actualiza, en relación con la izquierda moderna, de la siguiente forma: “Observamos algo similar incluso ahora, cuando bajo la presión de los izquierdistas, los «científicos» se ven obligados a aceptar el hecho de que las razas o los géneros no existen, y todo esto es solo una «construcción social». Aunque no les acusa de utilizar el mismo tipo de medidas inhumanas, el objetivo final de los “colegas modernos” de los partidarios soviéticos de Marx “sigue siendo el mismo: destruir las naciones”.

La visión de Dutchak sobre la política de izquierdas respecto a la religión y la tradición se centra en los intentos percibidos de delimitar religiones alternativas, con sus dogmas, iconos y escritos sagrados. Así detecta en la actualidad rasgos similares a la forma de nuevo culto que se observó en la era soviética: “Los izquierdistas dibujan celosamente «iconos» de los «santos mártires» modernos, criminales – «Floyds» [en referencia a George Floyd, asesinado en Estados Unidos por un policía blanco]. Todos los «justos», en un futuro lejano, esperan juntos el Paraíso-Valhalla-Jannat-Sukhavati: el comunismo”.

En referencia al “terror marxista” contra la religión, hace una mención expresa a la experiencia de España durante la guerra civil y critica la posición actual de la izquierda española: “los representantes del gobernante (desde 2004) Partido Socialista Obrero Español (PSOE) prefieren no mencionar esto, centrándose exclusivamente en el terror del régimen derechista de Franco”.

En la conclusión de su análisis, Dutchak señala que parecía que el virus del bolchevismo, o del marxismo, “que estaba destruyendo sociedades y naciones, se había acabado para siempre”. Pero ha vuelto en una forma modificada: “Este virus ha mutado. La ideología del marxismo cultural llegó a los países de Europa del Este, esta vez no del Este totalitario sino del Oeste liberal-democrático. Si no se confronta esta ideología inhumana, muy pronto los izquierdistas reconstruirán la sociedad que buscaban en la URSS y Camboya”.

Podría rebatirse gran parte del discurso de Dutchak, basado en el recurso a citas manipuladas, argumentos antidemocráticos, ignorancia y datos que muestran sólo una parte de la realidad. También podrían analizarse las razones del incoherente compromiso de la izquierda occidental con formaciones militares que participan en Ucrania de la concepción ideología de Dozent.

Sin embargo, por relevantes que sean, lo realmente importante no está en ninguno de los dos aspectos señalados. La cuestión esencial es analizar cómo ha sido posible que sociedades, movimientos y partidos democráticos hayan convertido a personajes como Dutchak en protagonistas principales de una guerra que determinará el curso de los acontecimientos de nuestro mundo.