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Armas para «la defensa de los valores europeos»

En su segunda salida al extranjero desde el inicio de la intervención militar rusa, Volodymyr Zelensky ha mostrado en las últimas 48 horas tanto los objetivos de su Gobierno como su buen manejo de los tiempos, los medios de comunicación y el discurso. El transcurso de la visita, en la que el presidente ucraniano vistió su ya habitual uniforme de presidente de guerra, también ha dejado claro que su equipo es consciente de la narrativa que debe defender en cada lugar, los mitos a los que apelar y, sobre todo, de las diferencias políticas existentes a uno y otro lado del canal de la Mancha.

Como era de esperar desde el anuncio de la visita, Zelensky fue recibido con honores tanto en Londres como en París y Bruselas. Antes un jefe de Estado de un país secundario que no lograba ser recibido por el presidente de Estados Unidos, el presidente ucraniano es ahora la nueva estrella con la que prácticamente cada jefe de Estado o de Gobierno del continente europeo quiere fotografiarse. Zelensky no solo fue recibido a pie de pista por el premier británico Rishi Sunak, sino que disfrutó de su audiencia con el rey de Inglaterra y de la ovación de los diputados británicos antes de cruzar el canal para recibir la Legión de Honor de manos del presidente francés y ser escoltado a la cumbre de la Unión Europea por Emmanuel Macron y Olaf Scholz para situarse exactamente donde exige: en el centro de la imagen, el lugar privilegiado de la foto de familia de la Unión Europea.

En Londres, tal y como repetían a coro todos y cada uno de los grandes medios británicos, Zelensky suplicó “alas para la libertad”. Ucrania ha logrado ya el compromiso de Alemania para enviar a Ucrania tanques occidentales para la ansiada ofensiva de primavera-verano y aunque Berlín enviará primero decenas de Leopard-1, mucho menos desarrollados que los ansiados Leopard-2, que tardarán en llegar y lo harán con cuentagotas, Kiev parece considerar que esa parte de su campaña para conseguir un ejército occidental completo ha sido ya un éxito. Sin embargo, es evidente que esos tanques están pensados, no para el frente de Donbass, sino para el frente sur, un campo abierto que requiere de cobertura aérea. Minada ya por los años de decadencia, corrupción y dejadez y sin gran uso en la guerra de Donbass, la aviación ucraniana ha sufrido seriamente a causa de los ataques rusos.

Pese al apoyo de los países del antiguo Pacto de Varsovia y otros clientes de armas de origen soviético o ruso, el sector ha tenido escasa presencia en la guerra y por sí mismo no sería capaz de realizar esa cobertura aérea que requiere la ofensiva que Kiev planea hacia Melitopol para amenazar Crimea. De ahí que la campaña para lograr la entrega de aviación occidental comenzara incluso antes de que se concretara la “coalición de tanques” que Ucrania exigía. Con la táctica de dar por hecho algo que se presenta prácticamente como un derecho natural como herramienta de presión -sea la entrega de tanques o el acceso privilegiado a la Unión Europea-, Kiev pasó rápidamente a una siguiente fase en la que ya ha logrado el anuncio de que pilotos ucranianos comiencen a ser instruidos. Tan sonriente como Zelensky, que destacó el apoyo británico “desde el primer día”, Rishi Sunak no descartó el envío de aviación a Ucrania en un gesto que prácticamente da por hecho que esos envíos se producirán más temprano que tarde. Sin embargo, apenas unas horas después desde el propio Gobierno británico se matizaba esa idea alegando la complejidad de las entregas, la instrucción y la disponibilidad.

Se repite así la estrategia británica de adelantarse a sus socios continentales para posteriormente dejar en sus manos gran parte del trabajo. Fue así con el envío de carros de combate Challenger, inferiores en calidad a sus homólogos alemanes, un anuncio que debía ejercer de presión sobre las autoridades políticas de Alemania. En esta ocasión, la presión se dirige fundamentalmente a Francia. Londres fue solo el lanzamiento de la idea de las “alas para la libertad”, un lema que se repetirá a lo largo de las próximas semanas hasta que se concrete la forma en que los incondicionales aliados de Ucrania lograrán compensar una carencia evidente de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Sin embargo, es probable que en esta ocasión las reticencias de los países europeos sean mayores que en el caso de los carros de combate: las potentes defensas aéreas rusas hacen vulnerable a toda aeronave a su alcance, por lo que las preocupaciones de mercado pueden jugar un papel importante en las negociaciones y en las presiones cruzadas de los diferentes países candidatos a enviar equipamiento: Reino Unido, Estados Unidos, Suecia o Francia.

La exigencia de más armamento y más rapidez en sus entregas ha sido el principal tema repetido por Volodymyr Zelensky en cada una de las paradas de su breve pero intensa visita. Varios medios estadounidenses utilizaban ayer la palabra lobby para describir la actuación del presidente ucraniano, que ante el Parlamento Europeo exigió más armas para la defensa de Europa.

En su discurso, el presidente ucraniano insistió en la apertura de negociaciones para el acceso inmediato a la Unión Europea. Pese a no cumplir las condiciones, Kiev exige un trato preferente que basa en el sacrificio del país por el sueño europeo. Ucrania insiste en que está muriendo por Europa olvidando, no solo la diferencia entre Europa y Unión Europea, sino que lleva también casi nueve años matando por ese objetivo. “Con tus palabras, las voces de millones de ucranianos retumban por los pasillos de esta Asamblea”, escribió ayer Úrsula von der Leyen, olvidando ella también las voces de esos millones de ucranianos que han sufrido el bloqueo económico, los bombardeos y el corte de suministro de agua de los gobiernos de Zelensky y Poroshenko.

Como era de esperar, Zelensky no solo apeló a Europa presentándose como frontera de la civilización, un lema repetido desde el comienzo de la guerra en Donbass, sino que intentó mostrar un peligro común a todos los allí presentes. “Esta guerra total que ahora libra Rusia no es solo por territorio […]. Después de la forma de vida europea de Ucrania, quieren destruir la forma de vida europea en sí”, afirmó Zelensky, que también desveló un plan ruso para atacar y desintegrar Moldavia. Instalada en la conciencia colectiva la idea de que toda alegación, por muy alocada que fuese, pronunciada por Ucrania es un hecho que no precisa de verificación alguna, la prensa recogió la acusación vacía como posibilidad real.

En Londres, en el feudo de uno de sus aliados más incondicionales, pese a las exigencias de armas, todo fueron buenas palabras por parte de Zelensky. También lo fueron en Bruselas, donde a pesar de exigir un trato de favor que no merece, el presidente ucraniano logró la imagen que buscaba. Sin embargo, la visita contó también con un capítulo de reproches. Consciente de que tanto Merkel como Hollande, este último de forma mucho más abierta, han renegado ya de los acuerdos que ellos mismos negociaron, Zelensky ha querido aprovechar su visita a Francia y su reunión con Macron y Scholz para rechazar de forma explícita el proceso de Minsk como “un error”. Zelensky alegó que Minsk era una concesión a Rusia y un acuerdo imposible de implementar, argumentos que el presidente ucraniano ya había utilizado en los meses que aún decía defender el proceso como alternativa a la guerra. Pero ya liberado de toda pretensión de haberse adherido a los acuerdos que Ucrania firmó, Zelensky añadió un aspecto más: “No incluían la cuestión de Crimea. Y cuando pregunté a los europeos cuándo iban a sacar este tema, dijeron que ni aquí ni ahora […]. Nunca pude hablar de Crimea en Normandía. Fue un verdadero problema”. Ayer, Zelensky volvió a insistir en que Ucrania debe seguir luchando en Artyomovsk hasta la llegada del armamento occidental, que Ucrania ha dejado claro que está destinado a un ataque sobre Crimea. Donbass siempre fue un objetivo secundario por el que Kiev nunca tuvo intención de buscar un compromiso. Para Ucrania, el objetivo real nunca fue Donetsk o Lugansk, zonas industriales y proletarias de escaso interés para la Ucrania europea, sino recuperar Crimea.

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