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Donbass, Donetsk, DPR, Ejército Ucraniano, Járkov, Jerson, LPR, Rusia, Ucrania, Zaporozhie

Bloqueo posicional

Artículo Original: DonRF

Es habitual que, al centrarse en los detalles, los árboles impidan a las personas ver el bosque. Esa es la peculiaridad de la percepción humana. En general, estos ocho meses han mostrado la siguiente imagen: el plan original dibujado al estilo americano no funcionó. Y no lo hizo por motivos que van más allá de lo militar, problemas que no estaban en el ejército sino en la política y en la inteligencia. Después empezó a ser…diferente. Se cambiaron los objetivos, las prioridades, se intentó evitar que todo se convirtiera en lo que finalmente se ha convertido y se trató de buscar una solución diplomática, ya que nada había funcionado de otra manera.

La consecuencia es que nos encontramos ante una situación similar a la de hace un siglo. En la Primera Guerra Mundial, la situación se determinó por el hecho de que los medios de defensa (las ametralladoras y la artillería de disparo rápido) superaban a los medios de ataque. Ahora mismo nos encontramos ante exactamente lo mismo: Rusia no puede permitirse pagar el precio de la victoria con cientos de miles de muertos, no puede permitirse bombardear al enemigo hasta devolverle a la edad de piedra, no puede permitirse llegar hasta el final, mientras que Kiev no tiene la fuerza ni los medios para atacar en lugares donde hay una defensa real.

Si se olvida por un momento la propaganda, los suministros occidentales han decepcionado. La artillería occidental es buena, pero escasa en cantidad y tiene el problema de las pérdidas y la reparación, para lo que hay que enviar los sistemas a la Unión Europea. Y los HIMARS fueron efectivos sobre todo al principio, pero las defensas aéreas han aprendido a trabajar contra ellos y, con el tiempo, los ataques en el frente han mostrado una eficiencia moderada de estos sistemas. Occidente podría haber entregado varios centenares de armas químicas a Kiev, suplementarlas con mil sistemas de artillería, más tanques, podría haber cubierto los cielos con aviones estadounidenses y colocado cientos de sistemas de defensa aérea…pero tampoco van a dar tanto. Nunca, a nadie.

De la misma forma, se puede decir también que si el ejército ruso hubiera recibido la orden de avanzar y demoler todas las infraestructuras, si la movilización no hubiera sido parcial, si los objetivos hubieran estado claros y no se hubiera decidido jugar a ser el chico bueno…pero la Federación Rusa no puede permitírselo. A consecuencia de ello, todo ha salido como ha salido y tenemos una ofensiva en Ugledar y ellos en Kremennaya-Svatovo. En nuestro caso, cuatro días de duras batallas se han traducido en que el enemigo ha arrastrado reservas en gran número y cambia cada metro por tiempo. Además, perder mil o dos mil personas no es un problema para ellos. Nunca lo ha sido.

La imagen se invierte en el caso de los ataques de Ucrania. Inspirada por el golpe al vacío de Járkov, que causó pánico y la huida de unidades con armas ligeras y formadas por reclutas con baja motivación, el enemigo comenzó a golpear repetidamente de esa forma a lo largo de la línea de defensa, donde se encontraban unidades más fuertes. El resultado ha sido predecible: por parte de Ucrania, la participación de unidades de asalto se percibe como veredicto mortal. Y el progreso aquí es como el de cualquier ejército de la OTAN: escaso. Ni siquiera China pudo tomar la línea de defensa en la Gran Guerra a base de ahogarla de tropas. Y tenía muchas.

¿Cuál es la salida? Moscú está sinceramente buscando una salida diplomática, simplemente porque no osa a comprometerse a una guerra abierta de resultado impredecible y que implicaría montañas de cadáveres. Occidente se centra en prolongar el conflicto, consciente de que es caro y poco realista darle la vuelta. Además, apuesta por la desestabilización interna en Rusia. ¿Qué pasará a partir de aquí? Eso es algo, en principio, desconocido. Puede que se intente regatear, puede que Moscú se decida. Puede que Kiev provoque un accidente nuclear bombardeando una central o puede que la OTAN envíe tropas a Ucrania y cause la tercera guerra mundial. O puede que Moscú provoque el peor escenario posible a base de ser excesivamente constructiva y mantener la política del gato Leopoldo, o puede que provoque exactamente lo contrario al comportarse con dureza. O puede que se intente congelar el conflicto.

Hemos alcanzado una especie de twilight zone en la que no hay buenas opciones, solo quedan opciones malas y muy malas. Como el baile alrededor del acuerdo del grano, por ejemplo. Casos en los que “el incumplimiento no puede ser perdonado”. No hacer nada después de la llamada de atención de Sebastopol habría sido como una bofetada, pero tampoco se podía abandonar porque no hay herramientas para bloquear una costa saturada de armas. Habría supuesto la necesidad de hundir buques bajo bandera neutral y expandir así el conflicto. Eso no puede ser y se ha convertido en una clásica trampa cuya salida es la decisión firme de ir hasta el final. O victoria o derrota. ¿Pero pueden Moscú y Kiev permitírselo? La pregunta queda en el aire. La guerra es la continuación de la política por otros medios. Por ahora tenemos la política. Noviembre y diciembre decidirán.

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